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Un lugar donde quedarse (2011)

Un lugar donde quedarse
118 min.
6,1
6.735
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Trailer HD (ESPAÑOL)
Sinopsis
Cheyenne es una decrépita y excéntrica estrella de rock. Vive en Dublín de los derechos de autor. Tras la muerte de su padre, con quien no mantenía relación alguna, se traslada a Nueva York y descubre que su progenitor vivía con una obsesión: vengarse de una humillación. Cheyenne decide cumplir ese deseo de venganza, pero, para ello tendrá que emprender un viaje a través de América. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Comedia Road Movie Música Holocausto
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Italia Italia
Título original:
This Must Be the Place (Questo deve essere il posto)
Duración
118 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Italia-Francia-Irlanda;
Links
Premios
2011: Festival de Cannes: Sección oficial a concurso
2011: 6 Premios David di Donatello, incluyendo mejor guión. 14 nominaciones
7
THIS MUST BE SEAN PENN
Es ésta una película arriesgada en la que Sean Penn supongo que hará uno de los personajes más extraños de su filmografía.
Y es que Cheyenne (así se llama el personaje de Sean) es un personaje muy peculiar. Es una estrella del rock con look a lo Robert Smith, el cantante de The Cure, que aunque hace años que ya no toca con su grupo sigue conservando su look gótico a sus cincuenta años.
Cheyenne me ha producido mucha ternura, es un personaje apático, vive en una gran mansión dedicándose a jugar con mujer una especie de frontón en la piscina que tienen sin agua. La casa en la que vive es enorme, con una sensación de vacío que,supongo, es la misma que siente Cheyenne.
El personaje de Sean Penn es un niño grande, como si nunca hubiera crecido del todo, y lleno de culpa.
Culpa por unos fans que se suicidaron a raíz de la música depresiva que su grupo tocaba y culpa por no ver a su padre desde hace 30 años, porque como él mismo dice: su padre no le quería (o eso siente él).
Cuando se entera de la muerte de su padre que vive en New York, viaja hasta allí. Entonces descubre que a su padre (judío) le obsesionaba la idea de vengarse del nazi que le humilló durante el holocausto y decide encontrar él mismo al nazi y vengarse.
Durante el camino de su "aventura" se va encontrando con personajes peculiares y diferentes situaciones.
Cheyenne es un personaje que vive su depresión y la manifiesta en los gestos de su cara (siempre tristes), en su forma de hablar casi en susurro y en un tono bastante uniforme (la he visto en v.o.s.e. y es así, supongo que la versión doblada lo harán parecido), y también en su forma de andar : no lleva un paso firme y siempre va arrastrando algo (algo principio de la película un carrito de la compra y más adelante una maleta) casi como si fuera su propia vida la que arrastra...
Esta película es dramática pero también tiene humor (ese tipo de humor que a veces transmite lo patético...), el protagonista no es que sea un personaje simpático pero lo que dice hace gracia (a mí me la hizo, por lo menos), es de esas personas que sin cambiar el gesto de la cara tienen respuestas y preguntas que no te esperas y que la mayoría de las veces resultan simpáticas.
Supogo que habrá gente que no conecte con esta película ya que tiene cierto toque surrealista, pero yo sí. Yo he conectado con ella perfectamente.
Frances McDormand (me gusta mucho esta actriz) hace un papel muy bueno como mujer de Penn (la escena por ejemplo del Tai-Chi me ha gustado mucho).
Cheyenne hace un viaje en el que a través de los personajes que se va encontrando y las situaciones en las que se ve metido hará el descubrimiento más importante de su vida: a sí mismo. (Sigo en el Spoiler sin spolier)
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54 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
"Algo va mal aquí, no sé exactamente qué pero… algo va mal"
Que Paolo Sorrentino es uno de los mejores creadores actuales de siniestros y genuinos personajes cargados de particularidades no es ningún misterio. Quedó reflejado en el solitario y misterioso Titta di Girolamo interpretado por Toni Servillo en “Las consecuencias del amor”, después con ese brillante usurero que exprimía el jugo a cualquier cosa de la que podía sacar rentabilidad -esto en “El amigo de la familia”, protagonizada por Giacomo Rizzo- y luego en “Il divo”, de nuevo junto a Toni Servillo, ofreciéndonos al ex-presidente italiano Giulio Andreotti como uno de los retratos políticos más apasionantes y originales que bajo mi punto de vista podremos encontrar en el cine. En “Un lugar donde quedarse” se confirma algo en lo que venía creyendo desde hace tiempo: que el salto de Sorrentino a ese escalafón del cine en el que puedes contar con mayor presupuesto y actores de renombre sólo era cuestión de tiempo.

Aquí, el realizador napolitano apuesta por otra película en la que mantiene su sello personal, hablándonos de una vieja gloria, Cheyenne, un pintoresco, deprimido, desfasado y completamente apagado rockero interpretado por un enorme Sean Penn (“El árbol de la vida“, 2011) que deberá encontrarse a sí mismo en mitad de su propia jungla de confusión mental. Casi sin fuerzas para poder mediar palabra y arrastrándose junto a un carrito que posiblemente albergue sus miserias, tiene motivaciones tan vagas como la de intentar unir sin demasiado esfuerzo a dos jóvenes que -salta a la vista- nada tienen en común. Su monótona existencia se ve agitada por una llamada, la que le saca del Dublín en el que está viviendo para hacerle volar hasta los Estados Unidos, donde su padre, con el que no guarda relación desde hace treinta años, se está muriendo.

Es el momento en el que ‘This must be the place‘ se convierte en una road-movie que, para justificar la prolongada presencia de Cheyenne en territorio norteamericano, tira de tópicos, intentando que su protagonista encuentre a un viejo criminal de guerra nazi que, según parece, torturó a su padre en un campo de concentración. Esta es la parte menos atrayente del argumento, pero sirve para que Paolo Sorrentino nos cuente más cosas acerca de su personaje principal. Aunque la película no es redonda y encuentra su talón de Aquiles en una falta de ritmo que se habría visto beneficiada por algún giro de guión o alguna sorpresa que animara lo lineal del último tramo del metraje, pienso que Sorrentino presenta una buena cinta en la que es fiel a su estilo, arriesgado en su argumento (por el peculiar rol del protagonista), impecable en lo técnico y sobresaliente en lo interpretativo. Sin embargo, rompe con la buena tendencia que mantenía hasta ahora eligiendo temas originales o añadidos para la banda sonora, ofreciendo una BSO tan aceptable como rápidamente olvidable.

Creo que la película nos habla de más cosas de lo que realmente aparenta, haciendo -desde una óptica tintada por el humor negro- un contundente retrato de la depresión más absoluta y una reflexión acerca de cómo el ser humano puede aferrarse tanto a algo: una promesa, un instante, un deseo de venganza, su propia frustración, alguien que nos ha dejado. Dejar de hacer lo que amábamos o aquello que parecía lo único para lo que servíamos, y morirnos por dentro…
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20 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
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