Soni (2017)

La película centra su atención en una mujer policía, Soni, en la ciudad india de Delhi. Sigue su quehacer diario en un entorno difícil y complejo para las mujeres. Hay una acusación tremenda en la cinta hacia el machismo, la discriminación y la violencia de la que son objeto, no sólo en el ámbito familiar, sino también en la propia sociedad.

India es la democracia más poblada del planeta, y en los últimos años sus leyes han creado un marco legislativo que aboga por la igualdad de hombres y mujeres, rechazando la marginación y el sometimiento. Hasta ahí la teoría, la práctica es harina de otro costal. En una sociedad como la India, con fuertes vínculos religiosos y rancias tradiciones ancestrales, los matrimonios concertados, el trato a la mujer como un objeto sujeto a compra y venta y la conculcación de sus derechos está a la orden del día. Más en las zonas rurales que en las grandes ciudades, pero con porcentajes escandalosos que prueban la incapacidad del estado de imponer las normas que ha alumbrado.

La protagonista sufre en sus carnes esa realidad, y su determinación por reparar lo que considera injusto le originará problemas, tanto físicos como de orden moral. Su valentía y algún exceso también tendrá consecuencias en su trabajo, dónde encontrará la comprensión de su superiora, estableciéndose una complicidad entre ellas que logra traspasar la barrera establecida entre jefe y subordinado.

Soni tiene una mirada extraña, mezcla de melancolía y tristeza. Se niega a la resignación, y la rebeldía de la que hace gala no parece ser condición suficiente para transformar una realidad tan enquistada