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Voto de Chagolate con churros:
6
Acción. Drama El legendario espadachín Tange Sazen está de vuelta para ayudar a un magistrado en sus esfuerzos por robar dinero de los sobornos para el beneficio de los agricultores pobres. (FILMAFFINITY)
4 de octubre de 2011
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Visto que es imposible encontrar en España alguna de las traducciones de los manga editados sobre Tange Sazen, me es complicado analizar hasta qué punto, las obras cinematográficas se ajustan al tono de las tiras de Fubo Hayashi, o de las publicaciones posteriores. Sumamos a esto, que no hay manera humana de mantener una coherencia cronológica de las distintas versiones adaptadas a la gran pantalla (treinta y cuatro), puesto que en su mayoría, no han sido distribuidas fuera de Japón, por lo que habrá que contentarse con visionar simplemente lo poco que tenemos sin poder evaluar con acierto su contexto.

Sadatsugu Matsuda, realizaría tres películas con el estupendo Ryûtarô Ôtomo como Tange Sazen, realizando unas actuaciones cercanas a la escuela kabuki, llenas de exageraciones y humor simplón. No quita por ello, cierta elegancia que lleva inherente el propio personaje, aunque en pocos momentos de la película observaremos la naturaleza ambigua de Tange Sazen. No pasa lo mismo con otros personajes, que como en otras versiones, son meros acompañamientos con relativo interés y verosimilitud.

La trama, ciertamente compleja al involucrar excesivos componentes, queda expuesta en sus inicios de manera ágil a través de tres conversaciones que Matsuda va intercalando con elegancia, evitando componer una única escena llena de diálogos y de larga duración donde el espectador termine por colapsarse. Igual, la forma escogida, puede provocar una mayor confusión, puesto que aún desconocemos los roles y naturalezas de cada personaje que narra la trama, pero el director, al tiempo que pone al día al espectador, presenta el enorme elenco que poco a poco conforma el rompecabezas.

A pesar de la pericia en estos primeros compases, lo cierto es que sobran una cantidad importante de personajes para que la narración fluya con naturalidad, sin dar la sensación de zangolotear a lo largo del metraje.

La escena más bella e impactante que hay, y con una calidad muchísimo superior a cuantas encontramos en la película, es el momento donde queda reflejada esa dualidad bestia-hombre de Tange Sazen y que acaba con el encuentro de dos catanas en un bosque de bambú. Toda la composición, desde que Tange está en el interior de la casa hasta que ya en el bosque, espera la salida de Gennosuke, es una interesante reflexión sobre el género humano y sus caprichos más pueriles.

La batalla donde por fin todos se encuentran, rodada en planos generales, no consigue una fotografía tan brillante como podríamos esperar, ni el nervio necesario en la dirección, aunque Matsuda se desquite en la última batalla, donde encontramos chamaba de gran calidad.
Chagolate con churros
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