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Voto de deivi:
8
5.3
1,998
Drama. Romance
A principios del siglo XX, en París, brillaban las cortesanas, mujeres tan experimentadas en el arte del amor que se convirtieron en las protegidas de los hombres más poderosos de la época. Léa de Lonval (Michelle Pfeiffer), una cortesana retirada, tiene una cita con Madame Peloux (Kathy Bates), una antigua amiga que se presenta acompañada de su hijo Chéri (Rupert Friend), pues lo que pretende es que Léa lo convierta en un hombre ... [+]
19 de enero de 2010
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Han pasado más de 20 años desde que los nombres de Hampton, Frears y Pfeiffer se juntaran felizmente en aquella extraordinaria adaptación de la novela galante de Choderclos de Laclos que fue Las amistades peligrosas. En todos estos años el director británico ha tocado eventualmente el cine de época con irregulares tonos e intenciones, por eso resulta una grata sorpresa el descubrir como reunirse nuevamente con una de las mujeres más bellas del panorama cinematográfico, le ha posibilitado hacer una nueva exploración de la literatura clásica con la progresista obra de Sidonie Gabrielle Colette como referente, y con los elementos artísticos necesarios para lograrlo de forma deliciosamente lírica.
Chéri, es un valiente y frívolo trabajo de principios del siglo XX escrito con habilidad asombrosa por una de las celebridades femeninas más interesantes y controvertidas de la prosa francesa posterior a la Belle Epoque. Para llevar con ligereza narrativa la fuerte intensidad de sus dos mejores creaciones, Chéri y El final de Chéri, Stephen Frears ha preferido, de una forma arriesgada, bascular entre el acento jocoso y distendido del inicio de la cinta hasta el carácter crepuscular y trágico que, paulatinamente, va haciéndose notar avanzado el relato, eso confiere un atrevido montaje que no da lugar al encorsetado tempo característico de las típicas producciones de época, el cual puede ser visto como un defecto y virtud al mismo tiempo, ya que quizás en beneficio de un ritmo más jovial y dinámico se han omitido partes importantes de la novela y algunos personajes no están del todo desarrollados (como ocurre con la joven Edmée), concentrando en unos calibrados 90 minutos toda la descripción interna de las dos figuras principales.
Como suele ser habitual en este tipo de realizaciones la calidad técnica viene a ser portentosa y fascinante. La fotografía de un maestro de la luz y el encuadre como Darius Khondji nos proporciona momentos extremadamente hermosos que apoyados por la evocadora partitura de Alexandre Desplat resaltan aún mejor las ornamentales sensaciones que funden al arte con el cine, alejando así todo el reguero teatral que podría presagiarse y configurando en la película una cortina de arrebatadora inspiración y plástica elegancia. La finura y esplendor visual no debe minusvalorar la raíz textual que Frears ha sabido promover en gran parte de la historia, sobretodo procreando un papel hecho a la medida exacta de la Pfeiffer, con los matices escénicos de una actriz en plena madurez física e interpretativa que desgraciadamente, de formas involuntarias o no, espacia cada vez más sus apariciones en pantalla.
Chéri, es un valiente y frívolo trabajo de principios del siglo XX escrito con habilidad asombrosa por una de las celebridades femeninas más interesantes y controvertidas de la prosa francesa posterior a la Belle Epoque. Para llevar con ligereza narrativa la fuerte intensidad de sus dos mejores creaciones, Chéri y El final de Chéri, Stephen Frears ha preferido, de una forma arriesgada, bascular entre el acento jocoso y distendido del inicio de la cinta hasta el carácter crepuscular y trágico que, paulatinamente, va haciéndose notar avanzado el relato, eso confiere un atrevido montaje que no da lugar al encorsetado tempo característico de las típicas producciones de época, el cual puede ser visto como un defecto y virtud al mismo tiempo, ya que quizás en beneficio de un ritmo más jovial y dinámico se han omitido partes importantes de la novela y algunos personajes no están del todo desarrollados (como ocurre con la joven Edmée), concentrando en unos calibrados 90 minutos toda la descripción interna de las dos figuras principales.
Como suele ser habitual en este tipo de realizaciones la calidad técnica viene a ser portentosa y fascinante. La fotografía de un maestro de la luz y el encuadre como Darius Khondji nos proporciona momentos extremadamente hermosos que apoyados por la evocadora partitura de Alexandre Desplat resaltan aún mejor las ornamentales sensaciones que funden al arte con el cine, alejando así todo el reguero teatral que podría presagiarse y configurando en la película una cortina de arrebatadora inspiración y plástica elegancia. La finura y esplendor visual no debe minusvalorar la raíz textual que Frears ha sabido promover en gran parte de la historia, sobretodo procreando un papel hecho a la medida exacta de la Pfeiffer, con los matices escénicos de una actriz en plena madurez física e interpretativa que desgraciadamente, de formas involuntarias o no, espacia cada vez más sus apariciones en pantalla.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
En la mirada uniforme que Michelle da a su personaje notamos y experimentamos esa desgraciada perdida de la juventud que lleva a Lea hasta el temor profano de la vejez inevitable – especialmente representativo es cuando su antigua compañera de profesión y madre de su joven amante (papel a cargo de una adecuada Kathy Bates), le dice una frase tan reveladora como esta: “¿No encuentras ahora que la piel es menos firme, mantiene el perfume mucho mejor?”- consumida por los placeres de un amor carnal y apasionado. La sensualidad adherente a la sofisticada Lea de Lonval no podría haber encontrado mejor cuerpo que el de la presente Pfeiffer dando lectura irreprochable de una cortesana castigada por el tiempo, el mismo del que nunca dispondrá eternamente en su insoportable atajo hacia el aislamiento.
LO MEJOR: El atinado porte melancólico que Frears comprime en la epidermis de Lea y como Michelle Pfeiffer capta todo su mundo interior con un grandioso abanico de miradas. A sus 51 años la sensual artista parece haber hecho un pacto con el diablo ejerciendo con propiedad su ganada condición de musa seductora. La labor de Darius Kondhji como docto e ilustrado director de fotografía, el dinámico montaje de Lucia Zucchetti y algunos momentos cumbres como la escapada de Lea a Biarritz, la reunión de esta con viejas cortesanas que le recuerdan la soledad de la que huye o, sin desvelar nada de su desenlace, el plano final a cámara.
AÚN MEJOR: La distinguida banda sonora del parisino Alexandre Desplat, el cual es, a día de hoy, un claro referente de la mejor música europea y que se está granando una carrera intachable repleta de nostálgicas y exquisitas composiciones para el cine. En palabras del propio compositor “una buena partitura hace surgir las emociones que no resultan evidentes en la pantalla, sí esta ya es una película intimista de por sí, no necesita de una música demasiado intrusiva” a razón de lo escuchado el propósito se ha conseguido con creces y este es, sin duda, uno de los mejores scores del 2009.
LO PEOR: La escasa importancia otorgada hacia los personajes secundarios y como los, pocos eso sí, instantes en donde no está Pfeiffer la trama se resiente y pierde interés.
LO MEJOR: El atinado porte melancólico que Frears comprime en la epidermis de Lea y como Michelle Pfeiffer capta todo su mundo interior con un grandioso abanico de miradas. A sus 51 años la sensual artista parece haber hecho un pacto con el diablo ejerciendo con propiedad su ganada condición de musa seductora. La labor de Darius Kondhji como docto e ilustrado director de fotografía, el dinámico montaje de Lucia Zucchetti y algunos momentos cumbres como la escapada de Lea a Biarritz, la reunión de esta con viejas cortesanas que le recuerdan la soledad de la que huye o, sin desvelar nada de su desenlace, el plano final a cámara.
AÚN MEJOR: La distinguida banda sonora del parisino Alexandre Desplat, el cual es, a día de hoy, un claro referente de la mejor música europea y que se está granando una carrera intachable repleta de nostálgicas y exquisitas composiciones para el cine. En palabras del propio compositor “una buena partitura hace surgir las emociones que no resultan evidentes en la pantalla, sí esta ya es una película intimista de por sí, no necesita de una música demasiado intrusiva” a razón de lo escuchado el propósito se ha conseguido con creces y este es, sin duda, uno de los mejores scores del 2009.
LO PEOR: La escasa importancia otorgada hacia los personajes secundarios y como los, pocos eso sí, instantes en donde no está Pfeiffer la trama se resiente y pierde interés.