Pequeña película, pequeña en pretensiones pero notable en resultados. Dos cuarentones se reencuentran tras veinte años de su relación amorosa adolescente. Una vez juntos, ya adultos maduros, aflora algo que parece que nunca terminó de apagarse, aunque con las reticencia propias de la edad y las circunstancias.

La película son sus dos actores principales, notable Duplass pero genial Sara Paulson, una actriz que ni es las más guapa, ni la más glamurosa ni la mejor pagada, pero que con un gesto es capaz de transmitir cualquier emoción que se le antoje. Un espectáculo verla actuar en esta cinta, que trata de las ilusiones truncadas, la nostalgia por el pasado ya irrecuperable y la deriva a la que nos arrastra a veces la dinámica de la vida adulta, con sus compromisos y sus hipotecas. Rezuma sinceridad y autenticidad y no hay artificios extraños ni edulcoramientos baratos, solo dos personajes rotos por la sensación de que sus vidas pudieron ser distintas, mejores.

No entiendo que tuviera que rodarse en blanco y negro, la historia no lo requería, pero tampoco es un obstáculo para su disfrute. Y hace referencia a los 90 del siglo pasado, una década que ya es hora de que vaya siendo vindicada en el cine después del empacho que llevamos años sufriendo con los años 80.