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San Marino San Marino · Ladera del Monte Titano
Voto de Fej Delvahe:
10
Documental Un documental sobre el cambio climático, las crisis de recursos, la crisis medioambiental y la desaparición del tradicional estilo de vida americano. (FILMAFFINITY)
9 de febrero de 2016
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Documental que se atreve a mostrarnos como la superpoblación humana está causando al planeta «serios problemas»; que se atreve a explicarnos que no podemos seguir creciendo hasta el infinito por más que así lo crean los economistas oficiales, negociantes y otros tipos de «biempensantes» (nuestro planeta es limitado y su espacio y recursos también son limitados); que se atreve a plantearnos la necesidad de dejar de tener hijos (al menos hasta que la población mundial se reduzca a unos aproximadamente mil millones de seres humanos).

Sí, aunque no queramos verlo o no queramos asumirlo cuando por ejemplo deja de funcionar una empresa de talar árboles porque trabajamos en ella, o cesa una fábrica de refrescos insaludables que nos da de comer, o se para una mina donde ganamos un sueldo, o cierra una gran multinacional vendedora de coches a cuya sombra hemos montado nuestro chiringuito, la realidad es que estamos devorando nuestro planeta básico y vital, y si alguien propone una política de «MENOS ES MÁS» o a alguien le da por educar sobre la necesaria reducción de puestos de trabajos devoradores del planeta, los primeros que reaccionan gritando y violentándose como energúmenos, más que las élites gobernantes, son la gente llana, la gente del montón apoyada por los grupos cuyos intereses creados dependen de esta barbarie.

Por lo tanto, es muy recomendable y cada vez más lo advierten pensadores concienciados que, estamos en una cultura parecida a la de un niño de dos años, donde simplemente no nos fijamos límites: a medida que la civilización nos proporciona más y más, también nos vuelve seres terriblemente infantilizados. La gravedad de la situación empieza a ser aterradora y urge que abramos los ojos y la conciencia a la realidad, es decir, lo contrario de lo que hacen nuestras autoridades, nuestros políticos, nuestros periodistas, nuestros científicos, nuestros mediadores religiosos, nuestros educadores oficiales, quienes habitualmente califican de herejía, de exageración o de apocaliptismo la necesidad de «dejar de crecer, dejar de tener hijos, dejar de festejar-quemar como valencianos...».

Cabe pensar que nuestro actual estilo de vida sea insostenible. Los seres humanos se están apoderando del planeta entero. Y mucha naturaleza y medio ambiente está siendo desplazado: acaparado, talado, molido, atrapado, limpiado, enlatado... Los números demuestran que la cultura de la civilización y el crecimiento se está comiendo su propia casa, su propio hogar. Conduciendo a través de lo que antes eran bosques o lugares de difícil acceso para los seres humanos en general, contemplamos ahora explanadas de estacionamientos y tiendas. Estamos aumentando los cultivos, el ganado, los polígonos industriales, las torres de telefonía, los bares, la destrucción, y los acaparadores de montes o bosques que los convierten en sitios de macro actividades consumistas no cesan por todo el mundo. Por su parte, debido a la superpoblación humana, al mar se le está sometiendo a una hiper violación, degradación y asqueamiento de enormes consecuencias para todos. Hay poblaciones de peces que se están acercando al borde del colapso y el plancton marino se está acidificando debido al recalentamiento tóxico de los océanos. La multiplicación mundial de los seres humanos, del impacto hiperconsumista que conllevamos y que requiere de mucho más combustibles, de más pesticidas, de más herbicidas, de más productos químicos, de más ruido, de más ondas electromagnéticas, de más grandes buques transportadores, de más carreteras, de más ciudades estructuradas para aparcar y mover coches, etc., etc., está envenenando cada centímetro cuadrado del planeta. Nuestra actual locura de consumo y crecimiento está condenando a millones de personas a vivir en un mundo biológicamente empobrecido, el cual en pocos siglos será endiabladamente horroroso.

Esta metáfora de Daniel Quinn, el autor de "Historia de B”, explica muy bien lo que estamos haciendo: «Somos como las personas que viven en la planta superior de un edificio muy alto, un edificio de ladrillos, y cada día salimos todos y vamos a los pisos de abajo y quitamos ladrillos de aquí y de allá y los llevamos hacia arriba, a la planta superior, y seguimos creciendo y construyendo más alto; así todos los días: tomamos ladrillos de los pisos inferiores y los llevamos arriba. Y el edificio hasta ahora ha sido estable; pero no va ser estable para siempre, debido a que estamos atacando su integridad estructural».

Es decir, a medida que la población humana aumenta, aumenta también el número de especies que van desapareciendo cada día, de modo que a este ritmo de crecimiento no se puede despreciar la advertencia de que el sistema colapse. Empieza a ser calamitoso en la actualidad, pero en las próximas décadas y siglos puede ser terrorífico. Es posible que ya estemos en la desaparición de aproximadamente 200 especies [¿semanales, mensuales, anuales?, no lo tengo claro, pero incluso en el caso de que sea anualmente es alarmante], de doscientos ladrillos que en poquísimo tiempo hacemos desaparecer de su hábitat básico o lugar donde sostienen el edificio, con lo cual a este ritmo cabe contemplar que tal vez no esté lejos el día en que el edificio se derrumbe. Y aunque queramos correr para escapar de tal derrumbe, ¿a dónde vamos a correr?, el edificio abarca todo el planeta y todos estamos viviendo dentro de él.

Como asevera un proverbio chino: «Es muy probable que acabemos llegando allí a donde nos dirigimos».

Fej Delvahe
Fej Delvahe
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