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Voto de Capitan Ahab:
8
Musical. Comedia. Romance Jerry Travers, un astro de la comedia musical americana, llega a Londres y se instala en la habitación del productor de su obra, Horace Hardwick. El azar le hace conocer a la bella modelo Dale Tremont, que se aloja en la habitación de abajo. Ella le toma, erróneamente, por Hardwick y, al enterarse que está casado (en realidad, y aunque no lo sabe, con una amiga suya, Madge), le rechaza y viaja con su jefe, el modisto Alberto Beddini, a Venecia. (FILMAFFINITY) [+]
3 de julio de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fred Astaire y Ginger Rogers establecen en esta, su cuarta película juntos, su estilo clásico como pareja, propulsados por la fenomenal música de Irving Berlin y por los fastuosos decorados art decó. La excusa argumental son los equívocos creados por la confusión de identidades que arrastra Ginger entre su joven y apetecido pretendiente, que encarna Fred, y el atontado marido de una de sus amigas, al que ella cree la misma persona pero que en realidad es el patán interpretado por Edward Everett Hoton. En pareja, Ginger y Fred bailan un número ligero, resguardados de la lluvia a los acordes de Isn’t this a lovely day?, y otro romántico, el famosísimo Cheek to cheek. Además, Fred se marca uno de sus más irresistibles números en solitario, con Top Hat, White Tie and Nails, donde ametralla con su taconeo, mientras les apunta con el bastón, a una fila de bailarines que posan como muñecos de pim pam pum. Para que no todo sea estupendo, y continuando con la serie de bailes inventados forzadamente para intentar ponerlos de moda, se incluye el número de El Piccolino, de un horroroso estilo presuntamente italiano. La corista aventajada que fuera Ginger se ha convertido a estas alturas de su carrera en toda una dama, que todavía entrecierra los ojos y tuerce la boca como una cabaretera, pero que viste con naturalidad unos impecables modelos y danza con movimientos de gran dama, quizá contagiada por la aristocrática elegancia del medio austríaco Fred. Por su parte, Astaire queda para siempre atado a la chistera, el frac, los decorados suntuosos y los suelos brillantísimos. Algún día abandonará a Ginger, pero nunca a su vestuario.
Capitan Ahab
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