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Voto de Strhoeimniano:
10
Aventuras. Drama Harvey Cheyne (Freddie Bartholomew) es un caprichoso y malcriado niño rico que está haciendo un crucero con su padre. Inesperadamente, cae por la borda del yate y es rescatado por un barco de pesca al mando de un intrépido capitán (Lionel Barrymore). El pesquero tiene que acabar la larga campaña de pesca antes de llevar al chico a tierra firme. Harvey, al principio a regañadientes, conseguirá adaptarse a la dura vida en alta mar gracias ... [+]
15 de septiembre de 2005
93 de 97 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Capitanes Intrépidos” tiene el sabor de la aventura; como toda que se precie, los protagonistas no serán los mismos al final del viaje. Decía la publicidad de la época que esta película era más grandiosa que el “Motín de la Bounty”. Estas frases tan dadas a la exageración muestran en este caso una verdad: “Capitanes Intrépidos” es grande, muy grande. La grandeza no viene de lo aparatoso de su propuesta. La película es una aventura íntima y emocionante en el marco de un mar libre que lo mismo da la vida que la quita. De ahí, que sea una de esas películas que una vez vista, uno conserve entre los momentos más emocionantes que ha gozado en una sala de cine.
La historia es una aventura moral, profunda y humana. Un niño rico malcriado caerá por la borda de un trasatlántico siendo rescatado y “adoptado” por un marinero portugués (¿no se confundirían y sería gallego?), Manuel, marinero de un barco que persigue la gran pesca. Los valores de uno y otro se enfrentaran en esta epopeya, narrada con ese clasicismo entrañable de la época dorada de Hollywood, y que tenía a V. Fleming como uno de los mejores creadores.
¡Desafío a cualquiera a ver si consigue terminar esta película con los ojos secos! Dudo que esto pueda ocurrir; si ocurre, pellizque a la persona, seguramente está muerta. La sabia combinación de aventuras y melodrama logra aquí una aleación extraordinaria. Los momentos épicos escoltan otros llenos de un sentimentalismo que logran no ahogarse y resultar patéticos. De hecho, es una película que rebosa autenticidad; hay momentos, incluso, que son puramente documentales (toda la preparación de la pesca, las miradas sobre el mar, esa niebla delicada...); pero parte de esta verdad surge del hacer de sus protagonistas.
Primero, S. Tracy, que consigue con su interpretación, premiada con un Oscar más que merecido, la creación de un personaje difícil, pero de una honestidad tan limpia como ese mar que surca; y todo esto sin acudir a trucos sucios, a despliegues intensos, sólo con la verdad de su mirada, con ese buen hacer que hacen de él uno de los mejores actores que ha dado Hollywood. Pero si queremos ser justos, la película pertenece a F. Bartholomew. De entre toda la hornada de niños prodigio de aquella época (aquí aparece junto al M. Rooney, que no logra robarle ni una escena), él es el más “adulto”, el que siempre acometió papeles más complejos antes de emprender una carrera que para nada sería justa con su maravillosas cualidades. Es increíble ver la seguridad con la que actúa delante de un gigante como Tracy, hasta lograr que ese imposible de que el “pez chico se coma al grande”. En un principio, su altanería resulta insoportable; pero cuando llegan las últimas secuencias, logra hacernos sentir todo lo que padece con una actuación tan transparente y sentida que estremece.
“Capitanes Intrépidos” es un clásico, una de esas películas que se convierten en favoritas una vez vista, pues siempre vuelves a ese mar, aunque sea para llorar.
Strhoeimniano
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