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Voto de Strhoeimniano:
10
Fantástico. Drama. Romance Durante una noche de Navidad, una anciana le cuenta a su nieta la historia de Eduardo Manostijeras (Johnny Depp), un muchacho creado por un extravagante inventor (Vincent Price) que no pudo acabar su obra, dejando al joven con cuchillas en lugar de dedos. (FILMAFFINITY)
9 de septiembre de 2005
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera presentación de ese universo lírico con tintes góticos tan propio de su autor. La historia es un cuento de navidad; pero como todo cuento que se precie, al lado de esa dulce ternura que conquista nuestros corazones se encuentra también la inevitable crueldad que hace de la especie humana ese ser mísero en el que nos hemos convertido. Coherente con sus primeros trabajos (los cortometrajes “Vincent” y “Frankenweenie”), Burton nos presenta un monstruo, una criatura surgida de la creación de un amable inventor (V. Price en su última película y aquí claramente homenajeado) que nos es mostrada en una serie de preciosos flashbacks. Esa isla de belleza sufre un día el desembarco (¡Avon llama!) de una vecina de unas casas que firmaría la mismísima “Barbie”.. A lo largo de la película, Burton incidirá en cada una de las secuencias en subrayar que la monstruosidad no anida en el corazón de un alma pura como la de Eduardo, sino en esa galería de personajes que adornan , tras sus fachadas pastel, un mundo egoísta, donde la violencia no tarda en escoltar todos sus actos. El acierto de Burton no es seguir esa estela disneyniana de que la “belleza reside en el interior”, sino en mostrar su anverso y llevarnos, de la mano de un humor en ocasiones negro, a esa antesala que todos guardamos en el interior en perpetua oscuridad.
Lo bueno de esta película es su sentido visual. Tiene un diseño de producción cuidado, que hace contrastar los dos mundos que presenta retratándolos perfectamente. Es una delicia ver la mansión de Eduardo, un decorado gótico pero lleno de armonía. La espléndida banda sonora de D. Elfman acentúa el lirismo que alcanza esta película.
Un punto y aparte es el reparto. Es el primer monstruo que Burton le ofrece a J. Depp (quizá el más emblemático de los que hasta ahora le ha ofrecido), y éste logra una actuación sobresaliente, sin casi líneas de diálogo, todo establecido con una mirada que surge directamente de su corazón. A su lado, D. Wiest, esa vendedora de Avon que encuentra en su trabajo el refugio para esa bondad desinteresada que la aparta del mundo. Hay que citar también a la desaforada Kathy Baker, aquí hecha una señora hembra devoradora que no le importa repetir la unión, aunque sin tanta magia, de “la bella y la bestia” (la bestia por supuesto es ella, no el “monstruo”).
“Eduardo Manostijeras” es un clásico, una de esas películas que uno visiona una y otra vez y a la que no puede permanecer indiferente, pues siempre ataca directamente al corazón.
Strhoeimniano
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