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Voto de Strhoeimniano:
10
Drama En Ciudad de México, un fatal accidente automovilístico afecta trágicamente a tres personas. Octavio, un adolescente, decide escaparse con Susana, la esposa de su hermano; el Cofí, su perro, se convierte en el instrumento para conseguir el dinero necesario para la fuga. Al mismo tiempo, Daniel, un hombre maduro deja a su esposa y a sus hijos para irse a vivir con Valeria, una hermosa modelo. El mismo día en que celebran su nueva vida, ... [+]
7 de junio de 2005
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película es desde su primer fotograma un mazazo cruel, irritado, de una crudeza que no se da desalojado del todo de la mente del espectador, pues incluso en los pocos momentos dulces que tiene, la angustia siempre asoma por la rendija.
Con una vigorosa secuencia de arranque que nos transporta por un México DF caótico y brutal (estamos en pleno tiroteo) llegamos a un accidente que será el nexo de unión entre tres historias totalmente diferentes, pero que comparten la crueldad de un destino que se ceba en cada uno de esos personajes, que quitados de ese anonimato se hacen universales.
Es curioso como siendo una historia muy localista, enseguida te metes en la piel y en las entrañas de cada uno de los protagonistas. El mérito de González Iñarruti es apartar los pudores, sin juzgar ni condenar, para que el espectador quite sus propias conclusiones de lo que le va a mostrar durante las próximas dos horas.
Con tres historias diferentes, podría ocurrir que una parte estuviera mejor que otra; pero están trenzadas tan magistralmente que nada falta y nada sobra. El amor no aparece aquí como un bálsamo redentor, sino como una tregua débil, en ocasiones interesada, en la despiadada lucha que sostienen. La visión es pesimista, de una negrura abismal, pues ninguna de las capas sociales que aparece en la película logra salir de ese círculo vicioso de “ser un lobo para el hombre”. Sin embargo, las tres historias son hermosas, de una lírica perturbada pero llena de una verdad indiscutible. Parte de este mérito corresponde a los actores, todos ellos llenos de una intensidad tal que, en ocasiones, tienes la impresión de que “no estás viendo una película”, sino asaltando la intimidad de una vida. Aparece Gael García Bernal que en una mirada expresa más que muchos en largos parlamentos y gestos; Goya Toledo está estremecedora. En mi opinión es la que mejor está en toda la película ya que su papel es el que sufre el proceso más devastador de todos pasando de la dulzura del papel couche a la desolación de su abandono. El terceto protagonista se completa con Emilio Echevarría, interpretando al “Chivo”, un idealista de todas las revoluciones que cambio la lucha armada por el crimen. Su caracterización es sorprendente. No es una labor de maquillaje, sino que parece recién cogido de la calle, pues tiene todas las heridas y la rabia de esos perros abandonados que permanentemente le acompañan.
Todo esto estructurado de una manera sorprendente, casi imitando a la vida, pues en esta estructura episódica habrá, aparte del nexo del accidente, otros vasos comunicantes que siendo casuales, refuerzan las historias y aumentan el alcance, como si todos nosotros formáramos parte de esa lucha.
Obra maestra absoluta.
Strhoeimniano
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