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Voto de Strhoeimniano:
9
El impostor
2012 Reino Unido
Documental
7.1
7,561
Documental En junio de 1994, Nicholas Barclay, un niño tejano de 13 años, desapareció sin dejar rastro. Tres años después, se reciben noticias sorprendentes sobre el caso: el chico ha sido hallado en España y afirma que ha sido torturado por sus secuestradores. Tras la inicial alegría de la familia al recuperarlo, se plantea un problema inexplicable: ¿cómo es posible que el hijo rubio de los Barclay sea ahora moreno?
12 de mayo de 2014
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya no recuerdo dónde leí una frase que me quedó en la memoria. Dice así: “El arte de agradar es el arte de engañar.” De alguna manera, la ópera prima de Bart Layton trajo a mi memoria esta aguda conclusión. La trama, si no fuera porque ocurrió, parecería pergeñada por el más retorcido de los guionistas: Un niño de 13 años, Nicholas Barclay, desaparece en S. Antonio (Texas). Tres años después, la angustiada familia recibe una llamada inesperada y sorprendente: su hijo ha sido encontrado deambulando por las calles de Linares; sí, en la mismísima provincia de Jaén. Su historia no puede ser más horrible. Durante todo ese período ha estado secuestrado siendo una víctima más de una red de explotación sexual infantil, hecho que le ha causado todo tipo de traumas y una memoria vaga, muy vaga… La razón pronto la sabremos: Frédéric Bourdin, un joven francés del que vamos descubriendo todo su historial a lo largo del documental, ha suplantado a este niño. El problema es que, como decían las clásicas advertencias que aparecen en las películas, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia… Y es en este punto cuando lo increíble alza el vuelo. Pese a esa falta total de “raccord” entre Frédéric & Nicholas, la familia acoge al hijo pródigo con el alivio de haber encontrado la oveja perdida, con el saber que ya no tendrán que llorar más su pérdida; pero como decía Lincoln: se puede engañar a todo el mundo algún tiempo, incluso puedes engañar a algunos todo el tiempo, pero no puedes engañar al mundo todo el tiempo…
Layton construye su docudrama en torno a los testimonios de los principales protagonistas de esta insólita historia. Así, testimonio y dramatización se dan la mano pero no para llevarnos a una posición desde la que contemplar la totalidad de la historia y sacar nuestras propias conclusiones, sino para que cada uno maneje su discurso, su “verdad” sin que el espectador tenga claro al final cómo sería esa realidad que los contendría a todos. Resulta espeluznante el testimonio de Bourdin. Esa falta de conciencia (el tono con el que se dirige a la cámara es siempre descarado, sin arrepentimiento de ninguna clase, guiado por el egoísmo y con una de las adicciones mayores que tenemos las personas: que nos quiera TODO el mundo), hace que su elección sea el mayor órdago (no será la primera vez que usurpa una identidad) realizado en su vida; pero igual de sorprendente resultan los testimonios de los familiares de Nicholas. Cuando ves el documental cuesta creer que acogiesen a Bourdin (las disparidades son evidentes), pese a esos tres años de distancia y silencio que los separan; de ahí que “El impostor” sea una aguda reflexión sobre la identidad, sobre eso que creemos tan único y firme como una huella digital, pero que, a la postre, resulta tener la fragilidad de la apariencia. Esta fragilidad hace que la visión de “El impostor” sea perturbadora, pues las que resultan víctimas, pueden ser también verdugos en esta rocambolesca historia contada con el ritmo de un thriller donde las dudas no dejan que te acerques a las certezas.
¿Por cuál de las verdades te inclinas? Saborea “El impostor” y ya me contarás.
Strhoeimniano
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