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Voto de Strhoeimniano:
10
Terror. Intriga. Thriller Marion Crane, una joven secretaria, tras cometer el robo de un dinero en su empresa, huye de la ciudad y, después de conducir durante horas, decide descansar en un pequeño y apartado motel de carretera regentado por un tímido joven, Norman Bates, que vive en la casa de al lado con su madre. (FILMAFFINITY)
15 de septiembre de 2005
49 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Psicosis” es la única película que no se ve. Me explico: A todas las películas asistimos más o menos pasivos a nuestro papel de voyeur; aquí no. Desde que los fabulosos títulos de crédito de S. Bass abren este prodigio hasta su irónico final, A. Hitchcock nos dirige. Ya desde la primera secuencia, en esa intromisión impúdica con la pareja de amantes clandestinos que dejan de comer para follar, el maestro nos llevapor una serie de estados, totalmente contradictorios algunos de ellos; eso sí, sin soltarnos. Es quizá, la película que tiene más presente al público (y eso que para él la formulación de un film era un triángulo entre el autor, la película y el público); y quizá por eso, su mayor éxito.
La película está llena de momento imborrables. Desde esa huida de Marion en la noche lluviosa que nos deja con el corazón en un puño (maravillosa la tensión del policía), creyendo nosotros encontrar la serenidad en el motel; hasta las conversaciones que sostiene sobre la taxidermia, o como no: la famosa bomba de relojería que es la escena de la ducha. De todo este conjunto, yo me quedo con tres secuencias: la primera el cierre de la escena de la ducha con la llegada de Norman limpiando, como buen hijo, todas las pruebas del crimen y que da un giro en nuestra visión de la película; la segunda, una secuencia inteligentísima que es la primera vez que nos presenta a la madre, tras saber en la secuencia anterior que está muerta, el genio de esta secuencia es jugar con nosotros al despiste mediante una conversación del todo insustancial pero a la que no podemos dejar de prestar atención mientras la cámara, sirviéndose de ese disfraz sonoro, realiza un movimiento de grúa que nos permitirá “ver” a la madre; la última: el hundimiento del coche de Marion, cuando con todas tus fuerzas deseas que se hunda pese a que se ha cometido un asesinato. Muestras todas ellas de ese “dirigir” al público que está presente en toda la película (cuenta la leyenda que hicieron una prueba a Hitchcock, y este sabía en qué momento se encontraba la película escuchando los gritos de los espectadores de diversas partes del mundo).
El reparto es espectacular, sobresaliendo sin lugar a dudas A. Perkins, cuya carrera quedará marcada por este personaje, con esa mezcla de inocencia y timidez que lo hace libre de toda sospecha (magnífico, irónico y terrorífico su monólogo final). Otro tanto para J. Leigh (que a partir de esa película nunca más se pudo duchar sin temores), en un papel sorprendente, pues con esta película el maestro rompía el tabú de que la estrella, se quedara o no con el chico, estuviera hasta el último rollo. Pero, aparte del reparto, todos los elementos presentes en una película alcanzan aquí la perfección. ¿Qué podemos decir de la magnífica banda sonora de B. Herrmann? ¿Quién la escucha y puede permanecer tranquilo? O su soberbia fotografía en b/n (es cierto: el color le sienta mal a esta película).
“Psicosis” es la obra maestra del cine del s. XX.
Strhoeimniano
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