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Voto de Strhoeimniano:
9
Intriga. Drama Fedora, una famosa actriz, fallece en París atropellada por un tren. En su funeral, un productor de cine recapacita sobre los hechos ocurridos en las dos últimas semanas y se pregunta hasta qué punto podría él haber influido en su muerte. Todo empezó cuando fue a Corfú para verla y descubrió que vivía en una isla privada con una enfermera, una anciana condesa y el cirujano plástico que conseguía mantenerla con una asombrosa apariencia juvenil. (FILMAFFINITY) [+]
13 de junio de 2005
26 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
En su segunda radiografía acerca del mundo del cine tras la magistral “El Crepúsculo de los Dioses”, Wilder nos acerca a Fédora, una actriz que como en el caso de la inolvidable Norma Desmond está retirada de ese cine que se ha hecho pequeño. Aunque las dos comparten esa mirada pesimista y desesperanzada, “Fédora” no es una historia de Hollywood.
La isla de Corfú donde vive retirada Fédora queda lejos de Hollywood, aunque no de sus vanidades. A diferencia de Norma, Fédora no se retira del cine por el olvido de esta industria siempre a la búsqueda de sangre fresca, sino que lo hace en la cúspide de su carrera, lo que a primera vista podría hacernos recordar a una recreación de la gran Greta Garbo. Pero estamos ante una película de Wilder, por lo que la trama es retorcida y descarnada.
“Fédora” es una tragedia; pero en este caso la mirada de Wilder no sale de los límites de este personaje, sino que con un bisturí afilado nos abre la caja de Pandora que oculta el precio de la fama... un precio que para esta industria siempre pasa por el de la juventud, y es en esas mazmorras tortuosas a donde Wilder nos lleva de paseo. De hecho, la película la podemos contemplar como una recreación del mito de Frankenstein (hay una secuencia memorable que recrea a “La novia de Frankenstein”), pues entre esas aguas luminosas se esconden un fango turbio, terrorífico.
Narrada, igual que en el Crepúsculo en base a una serie de “flashbacks”, es en esa estructura donde la película cojea un poco, sobre todo en su parte final. A diferencia de la arriesgada, pero inteligente apuesta, de Wilder en “El Crepúsculo de los Dioses” donde un muerto nos hablaba de los “muertos en vida”, aquí serán los vivos quienes desgranen todo lo que lleva a Fédora a su trágico final. El problema es cómo introduce el “giro”, la sorpresa que cambia radicalmente todo lo que hasta ese momento hemos visto. Está integrada de un modo tan precipitado que recuerda a las típicas secuencias donde Hércules Poirot da cuenta de quien es el asesino; pero mientras que en Agatha Cristhie no queda otra resolución que esta por lo que es admisible, aquí hemos asistido a una tragedia, a un cuento gótico, por lo que toda esa parte “chirría” un poco en el conjunto de esta película, aunque hay que decir a su favor que consigue, tras la oportuna reflexión que siempre dejan sus películas, que nos acerquemos a la profundidad de ese drama.
Como no podía ser menos, en una película que trate sobre el cine, el maestro aprovechó la oportunidad para dar unos cuantos puñetazos y alguna que otra caricia. La mayor paliza se la lleva ese cine que aparta al maestro de la realización (sólo volvería a rodar una vez más en 1981: “Aquí un amigo”), profetizando en 1978 todo el cine que actualmente domina las pantallas.
Aún así “Fédora” es la película de un maestro; sólo por eso merece la pena acercarse a esta obra que bien merece una revisión.
Strhoeimniano
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