Ayer ví está película con intención de disfrutar de la faceta humorística de Charlie Sheen, que tantas alegrías nos ha dado con Hot Shots! y Dos Hombres y Medio, y aunque me esperaba una película casposa pero divertida, me topé con una película casposa y mala.

Es una alegría que Emilio Estévez halla seguido creciendo como director, porque si se llega a quedar en el nivel de esta película no se comería un rosco el pobre. Guión sosísimo, no consigue enganchar y encontrar la chispa adecuada en ningún momento. Keith David haciendo de cascarrabias, cosa que se le da muy bien dicho sea de paso, pero no cuando es en tono autoparódico, aquí no hay quién se lo crea (a lo que contribuye también el horroroso doblaje al español).

Lo único que pensé que podía salvar la cinta es la química entre los dos hermanos, pero por desgracia no hubo rastro de ella por ningún sitio. Coñas y vaciladas para su lucimiento pero que quedan más mal que otra cosa, todo muy forzado en mi opnión.

En definitiva, una película que solo disfrutarán los fanáticos a muerte de estos dos pollos (o no).