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Voto de Reverendo Wilson:
5
Terror. Ciencia ficción Un grupo de amigos viaja en un crucero de fiesta hacia una isla privada hasta que descubren que su particular paraíso no es tan privado como esperaban. En la isla hay un laboratorio abandonado, aunque en su interior se encuentra un mortal virus activo del que tendrán que escapar antes de que les comsuma a todos. (FILMAFFINITY)
23 de julio de 2014
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como ya ha ocurrido con otras sagas modernas del nuevo cine de terror, "Cabin Fever" parece tener una continuación abocada a la incombustible y alocada industria del "direct to video". Si en la primera parte el éxito inesperado ocasionó descubrir el talento de Eli Roth a las manos del género, quien al igual que sus compañeros de generación (nada más y nada menos que Rob Zombie, Alexandra Aja, James Wan entre otros) ha capitaneado una nueva generación de cineastas kamikazes de espíritu rebelde por y para el fantástico, anteponiendo su condición de fan a la de cineasta. Al igual que los Hooper, Craven o Romero (uno comprende lo injusto de no nombrar a otros nombres coetáneos, así que quedémonos con los más representativos) el llamado "Splat Pack" abogó por un cine de terror hecho con nervio hacia la violencia y templanza en el respeto de los cimientos más clásicos del género, lo que unido a la apuesta del extremismo visual han originado una corriente que poco menos que ha salvaguardado un cine fantástico que venía avocado al pastiche desde la década de los 90.

Así, "Cabin Fever" postuló a Eli Roth como un cineasta fiel al género sin olvidar la mordacidad de un peculiar sentido del humor basado en la intoxicación paródica de sus constantes, algo que otra joven promesa como Ti West supo reformular en un potenciado tono cómico anclado esta vez en los prototípicos comunes del instituto norteamericano (aunque parece sabido, que West reniega a día de hoy de su montaje final, el resultado final se ve con mucho agrado gracias a su lealtad con el extremismo). Llega ahora, destinada exclusivamente al mercado doméstico, una tercera parte subitulada como "Patient Zero" que parece querer funcionar a modo de precuela trasladando el consabido virus a una isla del caribe donde una serie de experimentos parecen evocar una tragedia en masa. Un postulado argumental que, casualmente o no, parece reivindicar las bizarradas propuestas del splatter italiano de los 70/80 (donde Fulci y sus contemporáneos fabricaban encantadoras joyas enviando, ante la falta de presupuesto, sus historias de muertos vivientes o caníbales a islas desérticas) y que vuelve a contar más de lo mismo, el grupo de personajes que se verán inmersos en una historia de supervivencia. Aunque el trasfondo de la película es algo manido y con ciertos síntomas de repetición, Andrews acierta en el tono del film no por su talento en la narración sino por lograr esa fidelidad a las constantes espontáneas de la saga, como la potenciación del ente malvado en algo intangible (un virus cuyas armas de destrucción parecen equipararse al monstruo o villano de turno) y las cuestionables decisiones de los protagonistas, revestidas del "hijoputismo" del grupo de amigos del primer "Cabin Fever".

Quizá sea en la falta de atrevimiento por mostrar una visión más personal de la premisa principal donde se encuentre el mayor handicap de este "Cabin Fever. Patient Zero", pero ofrece al espectador lo esperado en cuestiones gráficas: secuencias con un claro tono expositivo de la violencia en su grado más mordaz, que aquí llegan a incluir el cunnilingus más “hemoglobínicamente” lucido de la historia del género y una muerte por impetuoso impacto fálico. Cumple, no engaña, y parece mostrar mucha complicidad a sus antecedentes. Por lo cual, esta tercera parte se antoja sólo recomendable para fervientes seguidores de la saga o aquellos que, como el que esto suscribe, disfrutan de la falta de miramientos de "direct to video" subterráneo.

http://ultimapelicula.blogspot.com.es/
Reverendo Wilson
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