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España España · Barcelona
Voto de opera 0:
10
Drama. Thriller. Cine negro El científico Karl Rother descubre que su esposa, además de serle infiel, le está pasando información sobre sus descubrimientos a los aliados. Rothe la asesina y las fuerzas de seguridad del gobierno, en lugar de castigarlo por ello, ocultan lo sucedido para que el científico prosiga con unas investigaciones muy útiles para ellos. Pero, tras el crimen, Rothe comienza a sentir un ansia insana de asesinar, de la que sentirá tal ... [+]
20 de mayo de 2009
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
El hombre perdido es un filme de difícil adscripción genérica pues se trata de una obra compuesta por elementos pertenecientes al cine negro (atmósfera, estética), al cine de terror (escenas de asesinatos) y al drama (temética de fondo).
Existe en él una indefinición genérica, una cierta confusión en lo formal, una aparente irregularidad en su desarrollo que resulta potenciar el rasgo fundamental que lo define argumental y filosóficamente. La confusión vital y la fatalidad marcan la vida del protagonista de El hombre perdido, un hombre que pierde el rumbo, que está confundido, que se convierte en un alma en pena en un ambiente dominado por la crueldad y el caos de la guerra. Un hombre perdido que ni entiende lo que ocurre a su alrededor ni es capaz de dominar sus instintos básicos. El drama íntimo se integra pues en el drama colectivo del mismo modo que el crimen individual se integra en el crimen colectivo.

Peter Lorre realiza una interpretación sobresaliente, de inusitada variedad de matices; patetismo kafkiano, drama, ironía, violencia, impasibilidad, demencia. Su personaje observa a los demás como meros juguetes del destino, como meras piezas de un sistema corrupto, absurdo, como meros juguetes de la corrupcion humana.
Pero la labor de Lorre en la dirección no es menos sublime; los emplazamientos de la cámara son adecuados a cada situación, siendo sus movimientos precisos y con finalidad narrativa. La creación de ambientes (pocas veces la realidad y la irrealidad se han entremezclado con tanta intensidad y acierto como en el caso que nos ocupa), el cadencioso pero inexorable ritmo, las decisiones narrativas (utilización de objetos y animales con fines matizadores, enlaces entre una escena y otra) y artísitcas ( la estética y el tono son de una originalidad sólo discutida por ciertas reminiscencias del expresionismo aleman ) son de máxima clarividencia. La banda sonora resalta convenientemente el drama y, en algunos de sus compases, expresa cierta irrealidad poética del mismo modo que la excelente fotografía.
Obra densa artística y temáticamente, requiere dos visionados como mínimo para ser comprendida en su totalidad, reflexiona sobre la existencia, sobre la violencia y el miedo, sobre el destino, sobre el ser humano y su lugar en la sociedad, sobre la libertad, sobre el recuerdo, con una grandiosidad tan poco subrayada, tan natural, terrorífica pero bellísima a la vez, que la coloca en una de las cumbres de la historia del cine sin temor a un exceso de vehemencia por mi parte.
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