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Estados Unidos Estados Unidos · Jefferson, Yoknapatawpha County
Voto de Pabloski:
8
Drama Frank Pierce (Nicolas Cage), un empleado del servicio nocturno de ambulancias de Nueva York, está quemado por el estrés, la soledad y la dureza de su trabajo, pues se pasa las noches recogiendo todo tipo de enfermos, accidentados y moribundos. Como consecuencia de ello empieza a sufrir alucinaciones en las que se le aparecen las personas a las que no pudo salvar. Intentando redimirse, Frank se obsesiona con la idea de salvar aunque sólo sea una vida. (FILMAFFINITY) [+]
4 de febrero de 2009
26 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Te sientas en la ambuláncia, tiemblas, todo se mueve alrededor tuyo, huyes de tu propia sombra, temes lo que puedes encontrar en una gran ciudad por la noche: yonquis con sobredosis, mujeres maltratadas, tienes miedo de volver a mirar a la muerte a los ojos como en cada noche de trabajo. La ciudad se hace gigante alrededor tuyo riéndose de ti mientras escuchas las gilipolleces de tú compañero. Tienes ganas de romperle la radio en la cara. Todo lo que ves a través de la ventana no es más que un montón de luces borrosas, ves el miedo en la cara de la gente, ves a los drogadictos pincharse, piensas que esas personas pueden estar en tu ambuláncia en menos de media hora. Miras el reloj, aun faltan cinco horas para que acabe tu turno, se te cierran los ojos, necesitas un café, no aguantas a tú compañero, no puedes más. La ciudad se mueve en torno tuyo, ves a un mafioso con un rifle corriendo contra el viento, tras él un hombre grita mientras arde, sabe que va a morir y está sufriendo sus putos últimos segundos de vida. Miras al cielo, la luna se ríe de ti mientras de la radio suena una estúpida voz reclamándote en un lugar, el yonqui de antes ha sufrido una sobredosis y se está descomponiendo literalmente en una esquina.
Miras al cielo, a ese lugar en donde se supone está Dios, sonríes con aire de superioridad y te frenas de golpe hacieno volcar la ambuláncia, sonríes mientras tú compañero no para de blasfemar y llora como un bebé.
Bienvenidos a mi mundo.
Pabloski
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