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Voto de Javicaysa:
6
Thriller Un respetado abogado americano (Fassbender) decide participar por primera vez en una operación de tráfico de drogas en la frontera mexicana con el fin de conseguir dinero para casarse con su novia (Penélope Cruz). Sus contactos con los cárteles son Reiner (Javier Bardem), un capo de la droga muy enamorado de su chica, la sexy y ambiciosa Malkina (Cameron Diaz), y Westray (Brad Pitt), un intermediario amigo suyo. Primer guión ... [+]
20 de noviembre de 2013
16 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ridley Scott rueda la primera película escrita en su integridad por el novelista Cormac McCarhty.
Quienes conozcan la obra de este soberbio autor no encontrarán aquí nada que de verdad les sorprenda; y me atrevo a considerarlo una virtud. Todas sus obsesiones están aquí: el poder, el destino, el mal, la violencia y el deseo. También una retahíla de frases antológicas; posee McCarthy la facilidad para la sentencia metafísica más cruda, distante y estremecedora a la vez. Nadie como él para sintetizar una idea complicadísima en apenas diez palabras, ni para perfilar un personaje con dos rasgos.
La deuda del guión con su narrativa se extiende también al empleo de una estructura muy novelística –demasiado, como se verá–, que lastra el desarrollo de la primera hora, pero que a la vez despliega un juego de símbolos y de simetrías bastante eficaz en algunos casos.
Aquí empiezan los problemas: un diálogo no es igual en el cine que en un libro; por algo los libros se “adaptan”. Pues bien: durante la primera hora, como acabo de decir, este film resulta un tostón. Las escenas se suceden idénticas: dos personas –dos, no más– hablan de lo divino y de lo humano, sentados en algún sitio. No ocurre nada. Están cimentándose los entresijos de la trama, claro, pero uno cree asistir a un prólogo más que a una película en sí, porque para colmo el contenido de las conversaciones son metafísicas o muy trascendentes. Cada personaje raja sin parar y divaga mientras suelta verdades absolutas. Uno no puede creerse que un capo mexicano se lance a perorar con seriedad sobre las mujeres y la moral con su abogado, y que emplee para ello una retórica digna de Schopenhauer. Suele pasarles a los villanos de McCarthy: son terrorifícamente teóricos y conscientes de su villanía; disertan sobre ella y se maravillan de sí mismos, a lo Shakespeare. Pero aquí, durante el 60% de la película, no funciona. Demasiado literario. En el mal sentido. Porque no sucede nada. Nada. Y cunde el desinterés.
Tras una hora de tedio (¿adónde coño va esto?, se pregunta uno), por fin pasan cosas. La trama se pone en marcha, y la película termina con uno de los mejores clímax que he visto yo en estos años. McCarthy deja unas cuantas perlas marca de la casa, y entonces la complejidad se multiplica por diez. Los monólogos que antes se antojaban insufribles, de golpe cobran una fuerza tremenda. Funcionan. Estremecen. Pero, claro, ya es demasiado tarde para salvarla del desastre.
De entre los actores, cuenta un servidor con una desventaja: desde hace ya unos ocho años o así, no me creo nunca a Penélope Cruz. La veo a ELLA actuando, no a su personaje. De modo que tal vez la historia me hubiera llegado más si, en vez de Pene, hubiera estado ahí, no sé, Rachel McAdams, o Carey Mulligan. Ignoro si sólo es cosa mía o se trata de algo más extendido. La veo y sólo puedo imaginármela gritando “Peeedrooooo” como una desequilibrada. Eso, lo quiera uno o no, echa por tierra mucho de la película.
Por lo demás, todos bien. Brad Pitt con el agradable piloto automático que con tanto oficio sigue (idénticas pose y actitud a las de “Killing the softly” y “Guerra mundial Z”) a veces; Bardem pasado de vueltas, como acostumbra, pero con bastante dignidad; Cameron Díaz haciendo de zorra con garra y rendimiento, a pesar de que es el papel más difícil, por fácil que a primera vista parezca… Y Fassbender. Sólo lo diré una vez: Fassbender es Dios. Siempre está perfecto y jamás manifiesta exceso alguno en ningún papel. Posee tal dominio de la actuación que parece haber aparecido de golpe según se iban revelando los rollos de celuloide.
Además el cinéfago curioso encontrará por ahí al inconmensurable Bruno Ganz (“El amigo americano”, “El cielo sobre Berlín", “El hundimiento”), en un cameo pequeño, a Natalie Dormer (“Juego de tronos”) y a Dean Norris (“Breaking Bad”).
En síntesis: a pesar de todo, una obra fallida. Pero con unos últimos 30 minutos que yo encontré rebosantes de fuerza, hasta el punto de que en una escena (la llamada de teléfono en el coche), me puso la piel de gallina; pues se unían de verdad las fuerzas de la imagen y de la palabra. Que es lo que durante 60 minutos y pico no había ocurrido.
Quién sabe, tal vez en una revisión mejore; tal vez se la valore más con el tiempo. De momento me ha parecido un fracaso brillante, o un brillante fracaso. Pero fracaso, al fin y al cabo.
Sin embargo, no descarten que con el tiempo se convierta en una extravagante película de culto. Dos inolvidables ocurrencias (la escena sexual motora, y esa muerte repugnante y terrorífica), y una densidad que tal vez se aprecie mejor revisándola, se prestan a ello.
Desde luego aún no se me ha ido de la cabeza.

Para otros detalles más concretos, al spoiler. No son spoilers que revienten la trama ni el final, pero algo de miga se cuenta. Avisados quedan.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Javicaysa
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