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Voto de cineoptero:
9
Drama Adaptación de una novela del escritor inglés William Tackeray. Barry Lyndon, un joven irlandés ambicioso y sin escrúpulos, se ve obligado a emigrar a causa de un duelo. Lleva a partir de entonces una vida errante y llena de aventuras. Sin embargo, su sueño es alcanzar una elevada posición social. Y lo hace realidad al contraer un provechoso matrimonio, gracias al cual entra a formar parte de la nobleza inglesa del siglo XVIII. (FILMAFFINITY) [+]
7 de agosto de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No puede por menos que despertarse la admiración del amante del cine de altura al contemplar el virtuoso trabajo que Kubrick ha conseguido en esta película. Incluso encontrándome alejado del deprimente mensaje que transmite el director, es fascinante contemplar la minuciosidad, inteligencia y talento que derrocha cada elemento de este film, sin duda uno de los más perfectos de la década y del director. Nada parece gratuito en Barry Lyndon, en el que los detalles no buscan ser un mero adorno en la vida de Barry, sino una descripción de toda una sociedad y en cierto modo una cínica visión del ser humano. Los elementos con los que trabaja son tan imaginativos como variados, logrando una sorprendente unidad de estilo. Utiliza con sorprendente criterio la voz en off y el zoom: el primero adelantándonos lo que va a ocurrir y por tanto reduciendo la identificación con el protagonista (nunca llega a caer simpático del todo) para centrar nuestra atención en otras cosas; el segundo para incidir en la idea del hombre como parte del escenario y no necesariamente como protagonista. No es que Kubrick se vuelva monótono. Simplemente es coherente con el mensaje que busca, y funciona a la perfección, aunque solo sea por acumulación. Visualmente consigue uno de los trabajos más elaborados que recuerdo, de un cuidado exquisito en la composición de los planos, buscando dar vida a cuadros de la época en un alarde de riesgo artístico, obsesión por el detalle y belleza plástica, o de un dominio magistral del tempo, como en el celebrado duelo final. A mí me parece acertada la elección de O'Neil como Barry, pues su condición de actor poco expresivo le convierte pronto en marioneta de sus ambiciones y de los que le rodean, aunque hay que reconocerle mérito al actor, capaz de darle un toque de inocencia y fragilidad a un personaje ambicioso y amoral. El trabajo de fotografía, rodada con luz natural, es enorme, al igual que la cuidada selección de música clásica e irlandesa, maravillosamente adaptada y aplicada por Rosenman. Un film técnica y artísticamente insuperable. Triste reflexión sobre la insignificancia del ser humano, bellísimo ejercicio cinematográfico.
cineoptero
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