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Voto de Archilupo:
9
Cine negro. Drama Un profesor de universidad y su amante, una mujer casada de la alta burguesía, atropellan accidentalmente a un ciclista. Temerorosos de que se descubra el adulterio, deciden ocultar el trágico accidente. (FILMAFFINITY)
3 de julio de 2009
160 de 171 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) En la España de la posguerra un abismo separaba a la minoría rica, en coche, del resto: pobre, a pie o en bicicleta.
A las afueras de Madrid, un páramo desierto con algún árbol esquemático, un Fiat negro embiste a un ciclista en el borde de allá de una curva. Por los pelos oculto al espectador.

—Tengo miedo.
—Nadie nos ha visto.

El escondido suceso sacudirá las respectivas vidas de la pareja del coche. Habrá que ver si lo que les une es amor, pasión o pasatiempo.
Ella (bella Lucía Bosé) es una joven casada con un empresario enriquecido, un próspero oligarca (el actor, Otello Toso, da perfectamente el tipo). En el amante soltero (Alberto Closas), profesor universitario, el malestar es crónico, y el conflicto le lleva al límite del equilibrio.

2) Ambos dramas personales se desarrollan en paralelo, con un fuerte trenzado argumental que se va tensando al máximo. Llegan los sobresaltos, el cínico sin escrúpulos, el sibilino chantaje, las conversaciones clandestinas. Culpa y paranoia…
Salta el dilema ético: principios versus supervivencia.
El amor clandestino se convierte en símbolo. Conforme avanza, el relato va dejando de ser simplemente intimista y va ganando en cada plano resonancia social e histórica; traza un escenario de creciente amplitud. Logra una vibrante biopsia de un país convaleciente.

La guerra vacía a los tipos por dentro, se oye en cierto momento, conmovedor.

3) Los diálogos cortos y directos se ciñen centralmente a la narración. La hacen progresar con limpia fuerza, a golpe también de miradas dramáticas, intensos primeros planos, y primerísimos.
Se añade la recia fotografía de un Madrid barojiano, en gris y negro más que en blanco y negro: corralas, barriadas populares desvencijadas, poblados míseros. De fondo, una flaca música de timbres de bicicleta.

4) La censura impuso ‘manu militari’ un final adoctrinador, moralizante. Lo prohibido no existe. La película, que reflejó las primeras revueltas estudiantiles, quedó seriamente desvirtuada.
Pero el remiendo no mengua la hazaña de Bardem: en un país bajo vigilancia policial y sin embajadores, internacionalmente aislado, filmó con el corazón artístico en un puño, a la altura del cine europeo de vanguardia.
Archilupo
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