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Voto de Archilupo:
8
Western Durante la guerra Civil (1861-1865), Howard Kemp (James Stewart) pierde su granja mientras lucha en el frente. Con el fin de reunir el dinero suficiente para recuperarla, trabaja como cazarrecompensas en el territorio de Colorado. Su primer objetivo será Ben Vandergroat (Robert Ryan), acusado de asesinar a un sherif. Tras acorralarlo en las Montañas Rocosas, se unen a él dos hombres que buscan compartir la jugosa recompensa: Jesse Tate ... [+]
27 de marzo de 2009
47 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un héroe crispado, Howard Kemp (James Stewart, perfecto en el registro exigido por la historia), intenta enderezar su destino, turbio por un episodio del pasado. Como cazarrecompensas ocasional, persigue a un bandido que vale una fuerte suma. Aunque metido de lleno en tal empresa, se ve que está fuera de su sitio —tiene torpezas, se cae, enferma— pero se espolea pensando en los objetivos. En su calvario sufre pesadillas, delirios; revive en sueños un trauma amoroso.
El antagonista, el asesino Ben (R. Ryan), cínico y taimado, maestro en añagazas y tretas, tiene puesto precio a su cabeza: ‘Wanted, dead or alive’.
El coro es muy escueto, de tres personajes: el viejo buscador de oro, el oficial renegado, la novia del delincuente.
Por azar o destino, todos ellos quedan reunidos en un viaje complicado.
La balanza de la tensión entre protagonista y antagonista oscila a cada instante, a golpe de contradicciones e intentos de fuga.

“Colorado Jim” transcurre toda en espacios naturales, al aire libre entre bosques y montañas, sin un vestigio de civilización: ni una casa, ni un carromato, ni un poblado a lo lejos.
Es un escenario humanamente desnudo. Mann no se entretiene en anécdotas. La supervivencia se da por resuelta: no es el tema. Los personajes no necesitan mostrar cómo arman una fogata y preparan los frijoles. Moverse consiste en vadear ríos, explorar cuevas y rutas, aguantar tormentas. Llevan la soga arrollada en la silla de la montura, la culata del winchester asomando en su funda, un pañuelo anudado en la nuca, camisa de franela a cuadros, sombrero con cordel para dejarlo caer hacia atrás…
Sobre los cimientos aventureros del 'western' se levanta un esbozo de tragedia americana, que incluye concesión comercial al tópico, la matanza de indios que el género se complace en mostrar, convertida la naturaleza en galería de tiro al pielroja: todos mueren, uno a uno, y a todos se les cae el caballo encima. Los blancos, apenas un rasguño.

Howard Kemp se espolea para alcanzar sus fines. Pugna en el nivel de la acción y de lo físico. Pero tal vez no sea ése el plano de su heroísmo y, acuciado por los escrúpulos de la chica, deba plantearse un dilema moral: ¿Basta con reunir una fuerte suma para enderezar profundamente el pasado? ¿Es suficiente con obligarse a conseguir esa suma?
Respondiendo poco a poco a esas preguntas, Mann teje la grandeza del drama, que resuena con fuerza imponente en la amplitud de un paisaje vivo y majestuoso.
Archilupo
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