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Mongolia Mongolia · Pandereta's Land
Voto de tantra:
9
Western. Aventuras Un poderoso hacendado tejano contrata a cuatro mercenarios, especialistas en misiones peligrosas, para que rescaten a su mujer, que ha sido secuestrada por Jesús Raza, cabecilla de una banda de revolucionarios mejicanos. (FILMAFFINITY)
26 de julio de 2010
124 de 137 usuarios han encontrado esta crítica útil
En estos tiempos que corren, donde parece que los fluidos corporales son poco menos que una lacra, es un gustazo encontrarse con una película que dignifica el sudor.

El sudor es una secreción que nace de las entrañas, que fluye en estados de actividad intensa, de alerta, de excitación e incluso de placer. Claro que en el desierto de Sonora, a uno le sale el alma por los poros, especialmente si se es un mercenario en busca de un secuestrador que vale una recompensa de 10000 $. Hay que tenerlos bien puestos y haber sudado muchas camisas para hacer frente a toneladas de arena que penetran hasta el corazón, colinas donde un paso en falso significa la muerte o bandidos que matan por una botella de whisky.

Claro que trasladar todas esas sensaciones mediante el sudor al espectador sólo está al alcance de los profesionales: Un ex-militar especializado en táctica, un mujeriego experto en explosivos, un ducho arquero y rastreador, un ex-soldado amante de los caballos... todos a la caza de un revolucionario frío y calculador, quien tiene por amante a una diosa llamada Claudia Cardinale. Sólo ella es capaz de hacer del sudor algo excitante.

Pero una película coral necesita de un director de orquesta equilibrado, capaz de exprimir el talento de sus intérpretes de forma que el conjunto sea armónico. Y para ello nadie mejor que Richard Brooks, quien plasma magníficamente en imágenes un guión repleto de frases memorables (por una vez, lean lo que dice Boyero):

- ¿100000$ por una esposa? Debe ser mucha mujer.
- Algunas convierten a los niños en hombres, y a los hombres en niños

- ¿Cómo alguien enamoradizo como tú se hace dinamitero?
- Te lo diré. Yo nací con una fuerte pasión por crear. No sé escribir, ni pintar, ni cantar.
- Y provocas explosiones.
- Así se creó el mundo. La explosión más grande.

- ¿Piensas en algo que no sean mujeres, whisky y oro?
- Amigo, acabas de escribir mi epitafio.

Diálogos y personajes ambiguos, complejos, que destilan elegancia, personalidad y que huelen a desengaño, a sangre, lágrimas y sudor, siempre el sudor.

Una lástima que ahora ya no se sude, ahora se transpira. Y claro, ya no hay profesionales, sólo aficionados.
tantra
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