Haz click aquí para copiar la URL
España España · Barcelona
Voto de Quim Casals:
9
Drama En 1864, antes de cumplir los veinte años, Ludwig de Wittelsbach (Luis II, "el rey loco") ocupó el trono de Baviera. El joven rey era generoso y romántico y soñaba con traer la felicidad a su pueblo. Fue un gran mecenas que amaba el arte, la paz y la armonía universal. Sin embargo, por confiar en sus consejeros, llevó a Baviera a una desastrosa guerra que la dejaría en manos de Bismarck. Hasta sus más fieles colaboradores conspiraban ... [+]
2 de julio de 2011
34 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tiene "Ludwig" una excelsa banda sonora, firmada casi íntegramente por Wagner (me refiero con ello a su adecuación con las imágenes y la atmósfera que les confiere, que es lo que de verdad importa en el cine: independientemente de su calidad intrínseca, las mismas notas podrían resultar del todo inapropiadas en otro contexto fílmico). Pero el comentario respecto a la bondad musical viene a cuento porqué Wagner es también un personaje en el film, y tanto él como su amante Cosima —extraordinarios Trevor Howard y Silvana Mangano— son presentados por Visconti como seres muy poco escrupulosos que se aprovechan de la infinita fascinación del monarca hacia el compositor.

Así, Visconti ejemplifica con la praxis que el juicio moral negativo que le merece el artista no le impide la valoración contraria de su obra, tal como demuestra al considerar su música como la más idónea para la película. No es un tema baladí (ahí está Kazan y su eterno sambenito de delator) y, de hecho, el propio Visconti sufrió en sus carnes la incapacidad intelectual de muchos críticos para hacer tal distinción, cuando con motivo de "El inocente" no le perdonaron que adaptara al fascista D’Annunzio.

Un aspecto clave de la película es la distancia adecuada con la que el director retrata a Ludwig —y ahí cabe aplaudir a Helmut Berger, actor usualmente denostado pero que para mí ejecuta el papel de su vida—, atendiendo a los complejos matices de su personalidad. No son dejadas de lado las actitudes más excéntricas y el conde Dürkheim actúa como una especie de pepito grillo que le recuerda sus deberes de soberano y le echa en cara el elitismo aristocrático en su búsqueda de la belleza absoluta; pero, al mismo tiempo, subyace una íntima adhesión con la total sinceridad emocional del rey, que nos convoca a la empatía y la piedad ante su decadencia y tormento interior. La original construcción del film, con los episodios presentados por primeros planos de los personajes de su entorno mirando a cámara, contribuye a ese efecto de "juicio inquisitorial", además de quedar en evidencia que su obsesión para incapacitar al rey responde más a la recuperación de su propio poder político que a la preocupación por el bien del país.

Una perfecta Romy Schneider retoma a Sissi y suyos son algunos de los momentos más intensos de una obra visualmente esplendorosa, que, en su culto a lo nocturno, se transmuta en una vibrante elegía preñada de Romanticismo.

Un apunte colateral: Scorsese es admirador de Visconti y no sé si hay algún tipo de conexión, pero lo cierto es que "El aviador" siempre me remite a "Ludwig". Hay enormes paralelismos entre ambas películas: narran la vida de dos personajes reales, materialmente muy poderosos pero emocionalmente sumamente frágiles, con una primera parte que muestra su período de esplendor, y una segunda dónde caen en desgracia y se aíslan completamente del mundo exterior, abandonándose a la decrepitud física en compañía de sus fantasmas.
Quim Casals
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow