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Voto de Jark Prongo:
8
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Thriller
Una mañana en París. Un grupo de adolescentes de diversa procedencia. Cada uno de ellos comienza a ejecutar una extraña danza en el laberinto del metro y las calles de la capital. Parecen seguir un plan. Sus gestos son precisos, casi peligrosos. Se reúnen en el mismo lugar, unos grandes almacenes, a la hora del cierre. París entra en erupción. La noche comienza. (FILMAFFINITY)
29 de enero de 2017
20 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
”No no need for a baseball bat
Don’t need no knife for a sharp attack
No excuses no looking back
We think too much about the things we lack”.
Neo Violence, The Tough Alliance
Nocturama es la actualización a hoy día de La Tercera Generación. No es difícil ver en la pareja protagonista un remedo de Andreas Baader y Ulrike Meinhof, ambos los más idealistas. El asesinato de Jurgen ponto tiene aquí su eco en el de otro banquero en su piso por el equivalente a La Segunda Generación de las Baader Meinhof. También tiene sus peculiaridades: la célula que forman los chavales de la obra de Bonello casi más que atentados – por el cómputo de víctimas- lo que hacen es vandalismo de alto standing, atacando pilares institucionales (el Ministerio de Fomento), empresariales y financieros (el rascacielos, a lo El Club De La Lucha, y el banquero) y culturales (timbran a casa de Alizee y se marchan sin responderla nada). También prenden fuego a la efigie de Juana de Arco, algo que hay que poner en línea con aquel episodio de Los Simpsons y Jimbo, Kearney y Nelson negándole el saludo a Bart por haber degollado la estatua de Jebediah Springfield, algo de veras imperdonable, cosa que luego la masa enfurecida del pueblo se encargará de recalcar antorcha en mano. En Nocturama la banda de delincuentes ocasionan cierto número de muertes, si bien esta no era su intención de base. No tienen unas reivindicaciones claras y a buen seguro tampoco muy claro qué pretenden, pese a que a la hora de ejecutarlo funcionen sincronizados que ni un reloj suizo. Se dan ciertas pinceladas a la procedencia economico-social de algunos de ellos y a los anhelos de otros, siendo, cómo no, el pijazo cuyo padre es amic de un ministro el que más siente la opresión del pueblo chileno en los setenta pese a ser el francés al que le faltaban dos décadas para nacer, un clásico siempre. Lo que sí las consecuencias, en línea con La Tercera Generación y lo que sucede siempre en la vida real: cuatro pobres diablos que tuvieron la mala suerte de estar donde no debían a la hora que tampoco muertos, y la segura garantía de que la represión se fortalecerá en la misma medida que los derechos civiles se supriman. Porque si con Andreas y Ulrike al menos se tomaron la molestia de montar un juicio pantomima mientras apañaban sus muertes ahora ya no, ahora se te liquida en el acto bajo la premisa de posible pertenencia a Isis o lo que toque.
Don’t need no knife for a sharp attack
No excuses no looking back
We think too much about the things we lack”.
Neo Violence, The Tough Alliance
Nocturama es la actualización a hoy día de La Tercera Generación. No es difícil ver en la pareja protagonista un remedo de Andreas Baader y Ulrike Meinhof, ambos los más idealistas. El asesinato de Jurgen ponto tiene aquí su eco en el de otro banquero en su piso por el equivalente a La Segunda Generación de las Baader Meinhof. También tiene sus peculiaridades: la célula que forman los chavales de la obra de Bonello casi más que atentados – por el cómputo de víctimas- lo que hacen es vandalismo de alto standing, atacando pilares institucionales (el Ministerio de Fomento), empresariales y financieros (el rascacielos, a lo El Club De La Lucha, y el banquero) y culturales (timbran a casa de Alizee y se marchan sin responderla nada). También prenden fuego a la efigie de Juana de Arco, algo que hay que poner en línea con aquel episodio de Los Simpsons y Jimbo, Kearney y Nelson negándole el saludo a Bart por haber degollado la estatua de Jebediah Springfield, algo de veras imperdonable, cosa que luego la masa enfurecida del pueblo se encargará de recalcar antorcha en mano. En Nocturama la banda de delincuentes ocasionan cierto número de muertes, si bien esta no era su intención de base. No tienen unas reivindicaciones claras y a buen seguro tampoco muy claro qué pretenden, pese a que a la hora de ejecutarlo funcionen sincronizados que ni un reloj suizo. Se dan ciertas pinceladas a la procedencia economico-social de algunos de ellos y a los anhelos de otros, siendo, cómo no, el pijazo cuyo padre es amic de un ministro el que más siente la opresión del pueblo chileno en los setenta pese a ser el francés al que le faltaban dos décadas para nacer, un clásico siempre. Lo que sí las consecuencias, en línea con La Tercera Generación y lo que sucede siempre en la vida real: cuatro pobres diablos que tuvieron la mala suerte de estar donde no debían a la hora que tampoco muertos, y la segura garantía de que la represión se fortalecerá en la misma medida que los derechos civiles se supriman. Porque si con Andreas y Ulrike al menos se tomaron la molestia de montar un juicio pantomima mientras apañaban sus muertes ahora ya no, ahora se te liquida en el acto bajo la premisa de posible pertenencia a Isis o lo que toque.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
”Si hiciera algo al final sería útil a un sistema que odio”. Eso decía el protagonista de El Diablo Probablemente antes de suicidarse. La Tercera Generación, a su vez, daba comienzo con una secuencia que encuadraba la escena del film de Bresson. Fassbinder estaba en sintonía con la visión de Bresson sobre el capitalismo aka sistema a la manera de una fuerza maligna ubicua que guía, corrompe e impregna todo, por lo que imposibilita toda maniobra contraria a sus intereses en la medida que, al partir de su interior, ya está asimilada antes de precisar asimilación alguna: todo lo más lo reforzará ahorrándole tiempo y esfuerzos, en sintonía con lo que decía décadas después Don DeLillo en su excepcional Cosmopolis. A resultas de en qué derivó lo de las Baader Meinhof normal que a Fassbinder le quedase una película donde mostraba a unos tarambanas haciendo el cabra para que el sistema, gracias a ellos, pudiese justificar el incremento del uso de la fuerza y la coerción, si es que era posible que se superasen. Las mejores intenciones del mundo, el muy lícito deseo de un mundo mejor, ocasionaron un empeore del percal.
La primera hora es una lección de cine. Bonello dice a dos días de comenzar el rodaje reservó un cine y le enseñó a todo el equipo el Elephant de Alan Clarke, y jodó. Mira que se lleva tiempo sablando de Don Alan Clarke y sus tracking shots de gente andando de A a B para matar a C y el único que lo ha hecho bien ha sido Bonello, pese a usar steadycam flotante más que tracking shots puros, de los cuales sólo hay uno. Los monta en paralelo con cada personaje, convergiendo estos cuando así lo requiere su plan e insertando algunos flashback, y le queda al hombre un prodigio puro que hasta homenajea a El Dinero de Bresson en un plano detalle de la cacharra esa del metro que se come los billetes cuando vas a pasar. Otro acierto es huir de la guitarrita de bardo de mierda para hablar de estos revolucionarios milenials: ellos escuchan rap, trap y electrónica chamánica, ni una sola nota de instrumento de cuerda en toda la peli. Lo que sí sale y mucho durante el plan son planos de gente tirando el móvil a la basura, algo dual. Si estás dentro del sistema es algo natural, pues se supone que es para adquirir otro, pero si estás fuera, y por ende eres antisistema (cuando no terrorista, la estructura de clases dual del ahora gracias a la globalización), es una ofensa peor que los KLF quemando dinero cuando no un claro indicio de delito. Y es que en esa dualidad dentro/fuera del sistema se da la ironía que los chavales es hacerle daño en varios frentes al sistema, o al menos eso creen ellos, y terminan recluídos en un buque insignia del mismo, el centro comercial. A lo película de zombies sin zombies, otro modelo de estructura dual social, la de muertos y la de no muertos
La primera hora es una lección de cine. Bonello dice a dos días de comenzar el rodaje reservó un cine y le enseñó a todo el equipo el Elephant de Alan Clarke, y jodó. Mira que se lleva tiempo sablando de Don Alan Clarke y sus tracking shots de gente andando de A a B para matar a C y el único que lo ha hecho bien ha sido Bonello, pese a usar steadycam flotante más que tracking shots puros, de los cuales sólo hay uno. Los monta en paralelo con cada personaje, convergiendo estos cuando así lo requiere su plan e insertando algunos flashback, y le queda al hombre un prodigio puro que hasta homenajea a El Dinero de Bresson en un plano detalle de la cacharra esa del metro que se come los billetes cuando vas a pasar. Otro acierto es huir de la guitarrita de bardo de mierda para hablar de estos revolucionarios milenials: ellos escuchan rap, trap y electrónica chamánica, ni una sola nota de instrumento de cuerda en toda la peli. Lo que sí sale y mucho durante el plan son planos de gente tirando el móvil a la basura, algo dual. Si estás dentro del sistema es algo natural, pues se supone que es para adquirir otro, pero si estás fuera, y por ende eres antisistema (cuando no terrorista, la estructura de clases dual del ahora gracias a la globalización), es una ofensa peor que los KLF quemando dinero cuando no un claro indicio de delito. Y es que en esa dualidad dentro/fuera del sistema se da la ironía que los chavales es hacerle daño en varios frentes al sistema, o al menos eso creen ellos, y terminan recluídos en un buque insignia del mismo, el centro comercial. A lo película de zombies sin zombies, otro modelo de estructura dual social, la de muertos y la de no muertos