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Voto de Jark Prongo:
8
5.7
401
Acción
José Moya Merino alias “El Rata”, condenado a veinte años de cárcel por un atentado terrorista en el que murieron dos policías, sale de Carabanchel gracias a una amnistía. Una vez en la calle, el desempleo y la falta de apoyos lo arrastran de nuevo al mundo del crimen y acaba participando, con dos amigos, en un atraco a un banco. (FILMAFFINITY)
9 de febrero de 2018
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Patria Del Rata es obra de un magnífico profesional del sacar réditos del modismo que toque, dicho esto desde el máximo respeto a lo lícito de manejarse así en el ámbito que sea. Francisco Lara Polop nunca ha ocultado su faceta exploit ni ha pretendido darle un cariz social o intelectual; se inició guionizando Megatón Yeye, y ya luego
de director dedicó toda su carrera a revestir de profesionalidad el noble ejercicio de ganarse el pan a través de las modas del cine de género, del destape, del cine comprometido, de la parodia bufa y de lo que fuese. Justo venía de realizar una pequeña maravilla, Asalto Al Castillo De La Moncloa; aquella era una joya, en apariencia
mera astracanada al hilo de la transición, que remontaba con la técnica del doblaje (técnica inventada por el gran, enorme Enrique Jardiel Poncela tres décadas antes que Woody Allen y Roger Corman con sus Celuloides Rancios) Los Amantes Del Desierto para insinuar de soslayo -mientras estaba sucediendo la maniobra en cuestión que dicha transición era en realidad una operación teledirigida y supervisada por El Capital, a diferencia de lo que dicen muchos revisionistas naives de ahora sobre que fue un triunfo de ”la valiente ciudadanía” (sic) cada vez que se acercan las elecciones generales y necesitan orientar el voto de cara a determinados intereses. Si ahí el guión de Joaquín Portillo tcc Top daba yemas al oportunismo de la izquierda, qué no hará Manuel Summers en La Patria Del Rata: Don Manuel es una persona difícil de catalogar, pues si bien de primeras parece afín a Blas Piñar o Francisco Marhuenda por sus opiniones sobre la pena de muerte, el aborto y demás objetos de diatribas eternas entre derechas e izquierdas, el buen hombre parece más un anarquista si se le analiza a través de su obra como humorista gráfico para Hermano Lobo o de algunas de las auténticas joyas de las que dispone en su filmografía, donde asoman Juguetes Rotos y Ángeles Gordos.
La Patria Del Rata se inicia con el atraco a un banco. Atraco secuenciado a través de fotos fijas, rollo el hijo de El Dioni pasando un power point en clase sobre lo que hizo su viejo cuando lo del furgón. Última foto y se vuelve a los 24 fotogramas por segundo. El Rata huye en un SEAT por Capitán Haya dirección Chamartín. En la huída apresan a uno de sus compinches y al otro le abaten de un disparo. El Rata se mete por los barrizales de La Ventilla y a consecuencia del cada vez más estrecho cerco sobre él no le queda otra que colarse en una casa para sitiarse allí con un rehén. El rehén es una niña. El Rata tapia puertas y ventanas, informa a la policía sobre que
tiene a la chiquilla y se sienta a recuperar el resuello mientras espera que el dispositivo policial mueva ficha. El espectador también recupera el aliento, pues han sido diez minutos, quizá quince, frenéticos de veras. Lara Polop procede a hacer retrospectiva sobre qué ha llevado al Rata a esa casa, tan lejos del barrio de Villaverde en el cual
reside. El Rata daba algún que otro tirón, pequeños hurtos. De ser el protagonista de Pickpocket pasará a cuasi integrante del Comando Txikia por ponerle jetpacks a dos policías. Se come una condena de las de perpetuidad no revisable. La Ley De Amnistía de 1977 le saca de presidio. Ahí, ya fuera, cuando va dando tumbos de una nueva formación política a otra para que le devuelvan el favor, se ve que lo suyo no fue un asesinato ideológico, sino consecuencia de pasar hambre y tener que hacer encargos a terceros para poder cenar caliente. No es Pío Moa y le dan la espalda en todos lados. El INEM otro festival, su visita a la sucursal de Villaverde se desarrolla sin incidentes igual porque Reincidentes aún no habían sacado su inmortal apología sobre aplicar fuego a las oficinas de semejante infamia. Una chica con la que andaba liado le va ayudando a tirar con pequeños préstamos. Su futuro es el nubarrón que veía Sarah Connor al salir de la gasolinera al final de Terminator. Y, al igual que ella, se niega a que sea de esa manera, le planta cara al determinismo. Sarah conoce qué pasará si gana Skynet porque un emisario del futuro se lo dijo. El Rata no tiene quien le acuda a dar consejos desde la línea temporal venidera porque carece de ella, no existe el futuro para él. Pero sí que dispone de una información igual de valiosa que la que le manda John Connor a su vieja: conoce de primera mano lo peor que le puede pasar, sabe qué es estar recluido entre cuatro paredes. No tiene nada que perder.
de director dedicó toda su carrera a revestir de profesionalidad el noble ejercicio de ganarse el pan a través de las modas del cine de género, del destape, del cine comprometido, de la parodia bufa y de lo que fuese. Justo venía de realizar una pequeña maravilla, Asalto Al Castillo De La Moncloa; aquella era una joya, en apariencia
mera astracanada al hilo de la transición, que remontaba con la técnica del doblaje (técnica inventada por el gran, enorme Enrique Jardiel Poncela tres décadas antes que Woody Allen y Roger Corman con sus Celuloides Rancios) Los Amantes Del Desierto para insinuar de soslayo -mientras estaba sucediendo la maniobra en cuestión que dicha transición era en realidad una operación teledirigida y supervisada por El Capital, a diferencia de lo que dicen muchos revisionistas naives de ahora sobre que fue un triunfo de ”la valiente ciudadanía” (sic) cada vez que se acercan las elecciones generales y necesitan orientar el voto de cara a determinados intereses. Si ahí el guión de Joaquín Portillo tcc Top daba yemas al oportunismo de la izquierda, qué no hará Manuel Summers en La Patria Del Rata: Don Manuel es una persona difícil de catalogar, pues si bien de primeras parece afín a Blas Piñar o Francisco Marhuenda por sus opiniones sobre la pena de muerte, el aborto y demás objetos de diatribas eternas entre derechas e izquierdas, el buen hombre parece más un anarquista si se le analiza a través de su obra como humorista gráfico para Hermano Lobo o de algunas de las auténticas joyas de las que dispone en su filmografía, donde asoman Juguetes Rotos y Ángeles Gordos.
La Patria Del Rata se inicia con el atraco a un banco. Atraco secuenciado a través de fotos fijas, rollo el hijo de El Dioni pasando un power point en clase sobre lo que hizo su viejo cuando lo del furgón. Última foto y se vuelve a los 24 fotogramas por segundo. El Rata huye en un SEAT por Capitán Haya dirección Chamartín. En la huída apresan a uno de sus compinches y al otro le abaten de un disparo. El Rata se mete por los barrizales de La Ventilla y a consecuencia del cada vez más estrecho cerco sobre él no le queda otra que colarse en una casa para sitiarse allí con un rehén. El rehén es una niña. El Rata tapia puertas y ventanas, informa a la policía sobre que
tiene a la chiquilla y se sienta a recuperar el resuello mientras espera que el dispositivo policial mueva ficha. El espectador también recupera el aliento, pues han sido diez minutos, quizá quince, frenéticos de veras. Lara Polop procede a hacer retrospectiva sobre qué ha llevado al Rata a esa casa, tan lejos del barrio de Villaverde en el cual
reside. El Rata daba algún que otro tirón, pequeños hurtos. De ser el protagonista de Pickpocket pasará a cuasi integrante del Comando Txikia por ponerle jetpacks a dos policías. Se come una condena de las de perpetuidad no revisable. La Ley De Amnistía de 1977 le saca de presidio. Ahí, ya fuera, cuando va dando tumbos de una nueva formación política a otra para que le devuelvan el favor, se ve que lo suyo no fue un asesinato ideológico, sino consecuencia de pasar hambre y tener que hacer encargos a terceros para poder cenar caliente. No es Pío Moa y le dan la espalda en todos lados. El INEM otro festival, su visita a la sucursal de Villaverde se desarrolla sin incidentes igual porque Reincidentes aún no habían sacado su inmortal apología sobre aplicar fuego a las oficinas de semejante infamia. Una chica con la que andaba liado le va ayudando a tirar con pequeños préstamos. Su futuro es el nubarrón que veía Sarah Connor al salir de la gasolinera al final de Terminator. Y, al igual que ella, se niega a que sea de esa manera, le planta cara al determinismo. Sarah conoce qué pasará si gana Skynet porque un emisario del futuro se lo dijo. El Rata no tiene quien le acuda a dar consejos desde la línea temporal venidera porque carece de ella, no existe el futuro para él. Pero sí que dispone de una información igual de valiosa que la que le manda John Connor a su vieja: conoce de primera mano lo peor que le puede pasar, sabe qué es estar recluido entre cuatro paredes. No tiene nada que perder.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La Relación del Rata con la niña se desarrolla de una forma muy similar a la de a la de Kevin Costner con el niño testigo de Jehová en esa maravilla que fue Un Mundo Perfecto, de calle la obra maestra de Clint Eastwood. Ella es diabética y camina regular tirando a Stephen Hawking, por lo que El Rata habrá de ayudarla con muchas cosas al igual que ella le ayuda a él. El Rata también habrá de ponerse autoritario en ocasiones, compensando así con la ultrapermisividad de otras. El Rata, al igual que Kevin Costner, pasará a ser la figura paterna más que quien hace que el rehén sea denominado de dicha manera. Por el otro lado, tanto la niña de aquí como el niño de Un Mundo Perfecto verán estupefactos algo cuasi traumático en quienes ya querían, que no es otra cosa que el descubrir que lo que era de primeras un extraño que les secuestraba y ya después un padre resulta que también es una persona en todos sus ámbitos, incluido el sexual: ambos pillan a su secuestrador rompiéndole el coño a pollazos a una chica, en llano. Y ambos se repondrán de tamaña ruptura siendo parte esencial de la redención
de sus captores, redención que de nuevo recuerda al camino del protagonista de Pickpocket. El Rata, aquí, tras comprobar gracias a su novia que de nadie te puedes fiar, que el dinero todo lo cambia (aquello que cantaba la diosaza Cyndi Lauper), tras decirle en incontables ocasiones a la chiquilla que ”yo no soy malo, aunque no me
faltarían motivos para serlo ”, tras huir con ella por las carreteras de Navacerrada (con un preciosismo en los planos, filmados con la luz del amanecer, que nada tienen que envidiar a aquellos de cuando en Drive van a dar una vuelta en coche él, ella y el hijo con el A Real Hero sonando), tras abandonarla en una cuneta para poder escapar y solucionar su vida, cae en que sólo ella, sólo la chica, ha sido la única incapaz de traicionarle. Y él la ha usado, ha hecho lo mismo que todos los demás con él, la niña ha sido el medio que quedaba tirado a un lado en la comarcal hacia el fin. Y ahí, cuando da media vuelta, cuando se inicia su redención, cuando vuelve a por la insulina que ella necesita, justo ahí, debería empezar a sonar ya no A Real Hero de Electric Youth, sino La Vanguardia de Primogénito López: ”retrospectivamente diría que nunca he dejado de hacer, nunca he dejado de querer”.
de sus captores, redención que de nuevo recuerda al camino del protagonista de Pickpocket. El Rata, aquí, tras comprobar gracias a su novia que de nadie te puedes fiar, que el dinero todo lo cambia (aquello que cantaba la diosaza Cyndi Lauper), tras decirle en incontables ocasiones a la chiquilla que ”yo no soy malo, aunque no me
faltarían motivos para serlo ”, tras huir con ella por las carreteras de Navacerrada (con un preciosismo en los planos, filmados con la luz del amanecer, que nada tienen que envidiar a aquellos de cuando en Drive van a dar una vuelta en coche él, ella y el hijo con el A Real Hero sonando), tras abandonarla en una cuneta para poder escapar y solucionar su vida, cae en que sólo ella, sólo la chica, ha sido la única incapaz de traicionarle. Y él la ha usado, ha hecho lo mismo que todos los demás con él, la niña ha sido el medio que quedaba tirado a un lado en la comarcal hacia el fin. Y ahí, cuando da media vuelta, cuando se inicia su redención, cuando vuelve a por la insulina que ella necesita, justo ahí, debería empezar a sonar ya no A Real Hero de Electric Youth, sino La Vanguardia de Primogénito López: ”retrospectivamente diría que nunca he dejado de hacer, nunca he dejado de querer”.