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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de Giskdan:
9
Western En Texas, dos años antes de estallar la Guerra Civil Americana, King Schultz (Christoph Waltz), un cazarrecompensas alemán que sigue la pista a unos asesinos para cobrar por sus cabezas, le promete al esclavo negro Django (Jamie Foxx) dejarlo en libertad si le ayuda a atraparlos. Él acepta, pues luego quiere ir a buscar a su esposa Broomhilda (Kerry Washington), esclava en una plantación del terrateniente Calvin Candie (Leonardo DiCaprio). (FILMAFFINITY) [+]
14 de enero de 2013
13 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sumergido a medias en su bañera durante un glamoroso baño de burbujas, el nada glamoroso "Feo" de "El Bueno, El Malo y el Feo" soltaba su famosa máxima: "Cuando tengas que disparar, ¡Dispara, no hables!"

Los cowboys (¿cotton-boys?) de Django Unchained, por lo visto pertencen a otra escuela: antes de cada tiro, hablan hasta por los codos. No merecerían un lugar en el panteón de deidades del universo tarantinesco, si asi no lo hicieran. ¡Ah, pero como nos gusta! Sobre todo porque otra vez, como en las épocas doradas del director, el diálogo no es aquí el todo y el fin de las escenas, sino el condimento, la pizca de sal que saboriza la narración efectuada, mayoritariamente, CON LA CÁMARA.

Nomás en el comienzo de la peli, una toma me llama la atención: Robert Richardson pone la cámara a ras del suelo, y vemos los pies de los negros encolumnados en hilera detras de los cascos del caballo. No es solamente otra instancia del tic del director por enfocar pies. La evidencia y el impacto de esa imagen y su significado no verbalizado, es contundente: la bestia camina libre, los humanos se mueven trastabillando con sus cadenas. En un sólo plano, Quentin Tarantino nos hace sentir en las tripas y comprender más acerca de lo que realmente representó la esclavitud, que las dos horas de infumables discursos "emotivos" en ese ejemplo de teatro-filmado de Steven Spielberg, "Lincoln". Steven se llevará todas las estatuillas y Quentin ninguna, claro, pero... ¿Qué saben de cine los miembros de la Academia?

En el clasicazo "Pierrot, el loco" (1965), hay un simpática escena donde Belmodo, usando a una chica como improvisada traductora del inglés al francés, cuestiona a Samuel Fuller, ¿Qué es el cine?. El director americano, con sequedad responde: "El cine es un campo de batalla. Amor. Odio. Acción. Violencia. Muerte. En una palabra... emoción". Es evidente que el viejo Sam preferiría un millón de veces a este Django a Lincoln-truño, La Vida Bodrioza de Pi o Cloud Bofe Atlas. A Sam le llamaban "director primitivo", pero en un sentido positivo, remarcando su estilo cercano a los orígenes del cine, a la esencia del lenguaje fílmico. Tarantino, luego de Brian De Palma, es el director americano contemporaneo más "primitivo" que hay, y en Django, eso se ve patente.

Puteenme o llámenme como quieran, pero en mi opinión, Django es una película muy superior a Bastardos Sin Gloria. El "grand film malade" del director de Knoxville, la largamente planeada miniserie de TV, echada a perder al ser mutilada para convertirla en película gracias a un desafortunado consejo de Luc Besson, pecaba de tres cosas que yo no le podía perdonar a mi director favorito. La radicalización del "artílugio argumental cool tarantinesco" era la primera.

En mi crítica de Bastardos, escribía "Por primera vez en el cine de QT, el diálogo y el guión se imponen sobre la puesta en escena". Era un rejunte de secuencias (algunas muy buenas, otras no tanto). Con el inquietante interrogatorio inicial de Hans Landa, la peli tenía tal vez la mejor escena filmada por Quentin, pero el resultado total era inferior a la suma de sus partes. El bla bla elaborado y los twist pulp-fictionescos(?) le ganaron al director de cine.

Con Django, volvemos a las fuentes. En la mayoría de los westerns modernos, se nota un énfasis en el contenido, el argumento elaborado y la "moraleja", y un cierto desprecio hacia las formas narrativas tradicionales del género. Tarantino hace justicia, lo devuelve a sus componentes esenciales; a las miradas amenzantes y las bavuconerias verbales, la postura e impostura de los pistoleros midiendo el caracter del rival, el kiss,kiss/banb,bang.

Los diálogos chispeantes vuelven a ser, otra vez, la sal espolvoreada sobre el delicioso banquete de una puesta en escena visceral, encandilante, el ejercicio pleno de la narración visual y la musicalización que la acompaña.

La segunda protesta en mi crítica a Bastardos, era: "Los personajes son caricaturas", y la tercera rezaba: "De la mezcla entre farsa y sentimiento de los anteriores films de Quentin, quedó solamente la farsa". El error de Bastados de introducir numerosos personajes y no quedarse demasiado tiempo con ninguno, es subsanado en Django: por fin tenemos tiempo de conocer a los personajes y encariñarnos con ellos. Django es un film moldeado sobre las emociones de sus protagonistas, tanto los "buenos", como lo "malos". A diferencia de aquella Shoshanna, a quien no conocemos en toda la peli y que me importaba poco si lograba su cometido, o le caía un piano en la cabeza y salía de la película a los 30 minutos como Janet Leigh, tememos por Django y Brumhilda; creemos en su amor, deseamos verlos triunfantes. Fuera las caricaturas, adentro los personajes multifacéticos de Quentin. Fuera los frios artilugios, bienvenido el sentimiento.

Django Desencadenado es amor, odio, acción, violencia y muerte...emoción. Django es el cine en estado puro. Les guste o no a los detractores de Tarantino. Bienvenido nuevamente, Quentin. Gracias por volver.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Giskdan
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