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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Comedia Francia, siglo XVII. Un joven y valeroso gascón va a París con la esperanza de ingresar en el cuerpo de los mosqueteros del Rey. La voluntad y la destreza del aspirante, asociadas a las casualidades del destino, le harán asumir la defensa del honor de la Reina Ana de Austria, esposa del rey Luis XIII (1610-1643). Al mismo tiempo, el joven espadachín se enamora locamente de Constance, la dama de compañía de la Reina. Si el motor ... [+]
29 de junio de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras haberla publicado en folletines en el periódico Le Siècle, en ese mismo año 1844, la novela “Les Trois Mousquetaires” (Los Tres Mosqueteros), fue publicada en libro, y para satisfacción de su autor, Alexandre Dumas, tan solo dos años después, otra editorial se dispuso a sacar una versión de lujo con ilustraciones de Vivant Beaucé. Como era de esperarse, la novela se hizo inmensamente famosa y el personaje de D’Artagnan -el joven gascón que marcha a París con la esperanza de hacerse mosquetero, pues, confía plenamente en su habilidad con la espada-, pronto se convertiría en uno de los más apreciados por los lectores franceses y de otras latitudes.

Unido a Athos, Portos y Aramis -estos sí, Los Tres Mosqueteros-, curiosamente será D’Artagnan el nombre que se meterá en el corazón de quienes le conocen, por su simpatía, destreza y recursividad. Hasta Constance Bonacieux, se rendirá a sus encantos al ver como el valiente mosquetero lucha para reivindicar el ‘honor’ de la reina Anne, quien le está poniendo los cuernos a su cónyuge, el rey Louis XIII, y pronto se verá en graves problemas por el “extravío” de unas joyas que, el cardenal Richelieu, sabe muy bien a donde fueron a parar.

Dumas, se había inspirado en unos manuscritos que encontró en una biblioteca titulados “Mémoires du Monsieur D’Artagnan, capitaine lieutenant de la première compagnie des Mousquetaires du Roi” (1700), escrito por Gatien de Courltiz de Sandras, con lo que, parece ser, que el personaje no es completamente ficticio.

Siempre en ávida búsqueda de historias que puedan ser adaptadas y que ofrezcan atractivos para el público, el arte cinematográfico también se interesó por la clásica novela de Dumas, y una primera versión surgió en 1921, dirigida por Fred Niblo y protagonizada por Douglas Fairbanks, una de las grandes estrellas del cine silente. El éxito del filme, animó entonces al comediante francés, Max Linder, para hacer seguidamente una parodia, siendo, éste, su tercer y último largometraje en los Estados Unidos de Norteamérica.

Es ésta, otra buena ocasión para apreciar su habilidad circense, su recursividad e ingenio para crear situaciones divertidas y originales, y su capacidad para subvertir lo convencional con ideas irresistibles. Hay en Linder un verdadero artista.

Restaurada, en 1995, por la Cinemateca Stiftung de Alemania, podemos acceder ahora a una muy buena copia en película monocromática, y volver a ver al inmerecidamente olvidado, Max Linder, es una verdadera satisfacción.

“LOS TRES MOSQUETEROS”, tienen aquí la comedia ‘definitiva’.
Luis Guillermo Cardona
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