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España España · Madrid
Voto de GVD:
8
Drama. Romance. Intriga Dos poetas ingleses, Mary Shelley y Lord Byron, se ven obligados a huir de Inglaterra. Durante el viaje, Mary recuerda cómo conoció en casa de su padre adoptivo al joven y apasionado poeta Shelley, cómo lo amó y cómo se fugó con él. También evoca una cita con Byron en Suiza. Pero, sobre todo, rememora una noche de noviembre de 1816 durante la cual, mientras sus amigos contaban historias de terror, ella daba a luz al legendario monstruo ... [+]
21 de enero de 2013
20 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una escena de "Remando al viento", Percy B. Shelley recibe como regalo de cumpleaños un catalejo para observar las estrellas. Al apuntar al cielo y mirar a través de él, la imagen que le devuelve es la del rostro de Mary. Turbado, huye despavorido y Polidori sale tras él para consolarle:

- Tranquilo, sólo era una pesadilla.
- ¡Pero estoy despierto!
- Nunca estamos despiertos.

Gonzalo Suárez zambulle a sus personajes históricos en un sueño romántico de creación en principio vital y desenfadada. Un sueño de espectaculares planos pictóricos, de música hermosa y envolvente, y de palabras rebosantes de ingenio. La atmósfera gélida del prólogo nos anuncia, sin embargo, un recorrido más hondo y terrible.

Iniciamos una navegación que nos llevará, en caída libre, hacia los abismos de la ficción. Por el camino, el sol desaparecerá poco a poco y la oscuridad ocupará su espacio. Suicidios, accidentes, enfermedades, tempestades... La muerte en definitiva, por ponerle un nombre verosímil, irá devastando todos los proyectos terrenales de una forma sistemática e implacable que no puede sino responder a una lógica insondable y febril. La lógica de un monstruo.

El acierto clave de la película reside en huir de la mitificación de sus protagonistas y emplearlos como herramientas para su genial argumento, dando lugar así a una creación independiente. No se limita a un simple biopic. "Remando al viento" vive más allá de sus fuentes, al igual que Frankenstein vive más allá de Mary Shelley.

Cuando el trayecto finaliza y el frío ya reinante se convierte en hielo, el proceso creativo ha concluido. Atrás quedan ríos y mares, y los autores, mortales, quedan condenados a vagar en el océano. En ese horror solitario es cuando emerge la emoción de la belleza.


[Texto publicado en el boletín inaugural del cineclub macguffin]
GVD
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