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España España · Barcelona
Voto de Rómulo:
8
Drama Precuela de la trilogía "Heimat", que Edgar Reitz realizó para televisión en 1984, 1993 y 2004, en donde sigue la historia de Alemania en el siglo XX a través de un ficticio pueblo alemán. Ambientada en el 1842, sigue a la familia Simon en Hunsrück, que busca escapar de la pobreza y el hambre empezando una nueva vida en Brasil. Johann es el padre y trabaja como herrero, Margaret la madre, Lena la hija mayor que se ha fugado porque ... [+]
7 de octubre de 2015
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Heimat - La otra tierra

Nos llega con cierto retraso esta monumental obra que el alemán Edgar Reitz realizó en 2013 (como precuela de otras tres que forman la serie Heimat) y sus cuatro horas de metraje no hacen sino prolongar el suculento banquete al que nos invita este hábil realizador.
Es el año de 1842, casi a mediados de siglo, el que marca el inicio de su película en un puebecito imaginario llamado Schabbach en las olvidadas tierras rurales de la antigua Prusia, hoy Alemania.
Corren malos tiempos en una Europa sufriente, desolada, devastada; la hambruna y la miseria se hacen notar con mayor virulencia en las zonas campesinas; los buitres insaciablede la aristrocracia aún picotean ávidos sobre la espalda encorvada de sus siervos en feliz contubernio con las omnipresentes religiones -católica y protestante- que siembran el odio entre iguales separando familias de diferentes credos.
Reitz da vida a la familia Simon dotando a sus personajes de tal realismo que por momentos nos hace dudar de si lo que nos muestra en la pantalla son actores o personajes de un documental.
Cuando la pura supervivencia del día a día es en sí misma una prioridad urgente, acentuada además por una época de atroz depresión, no caben sentimentalismos ni retóricos gestos afectivos.
Sin embargo la compasión, el dolor, la tristeza y la solidaridad de estos desgraciados están presentes en toda su admirable grandeza. Seres que no se resignan a su triste y miserable condición, luchan denodadamente por cambiar el rumbo de su destino. No existe dolor más grande que el de enterrar a tus hijos pequeños inmolados por las epidemias, el hambre, la suciedad y ni aún así esa dolorosa herida logra empañar sus sueños.
Aspiran a un mundo mejor y tras el gran océano aparece la promesa de un Nuevo Mundo donde las cosechas se dan pródigas dos veces al año y la nieve no cae en invierno. Brasil se alza ante su ingenua y desbordante imaginación como la Tierra Prometida. Y si partir a tan incierta aventura -cuando la posibilidad de volver algún día era muy improbable- supone el desgarro de cercenar de cuajo las raices que te atan a tu tierra, tu pueblo y tu gente, es su extrema desesperación la única fuerza que les impulsa.
He visto, en definitiva, una obra solvente, sólida, paciente, realizada sin las prisas que hoy atenazan nuestras vidas, de imágenes poderosas, estéticamente impecable e iluminada por una sublime fotografía en blanco y negro que Reitz colorea con puntual elegancia para destacar con vivos rojos los frutos de un cerezo, el pálido azul de la flor de lino o los infinitos ocres de una geoda traspasada por la tenue luz de una fría mañana de invierno.
Un filme, en fin, sobre la emigración que nos viene como anillo al dedo si, tan sólo, nos hace reflexionar sobre la realidad lacerante que contemplamos cada día cómodamente sentados frente al televisor o nos ayuda a entender y aproximarnos a la inenarrable tragedia que abrasa a muchos de nuestros hermanos.

Emilio Castelló
Rómulo
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