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Voto de The_End:
9
Western. Drama William Bonney era conocido por todos como "Billy el Niño". Estando encarcelado en Lincoln, después de ser condenado a morir en la horca, llega a sus manos un colt 44, con el que intimida a los guardianes y consigue huir a México. El sheriff Pat Garrett, que en otros tiempos cabalgó junto a él, será el encargado de darle caza. (FILMAFFINITY)
31 de diciembre de 2008
77 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al principio de la película se nos muestra como Billy y su banda se divierten disparando a unas gallinas que están enterradas hasta el cuello. No tienen escapatoria, ni una sola posibilidad de salvarse. Así es toda la película.

No hay ni un solo tiroteo justo, o donde una de las partes no tenga todas las de perder. No vemos ningún duelo donde haya algún atisbo de duda sobre el vencedor. No hay nada de justicia. Todos los muertos mueren como perros, acribillados, acorralados, desarmados, cogidos por sorpresa, en inferioridad numérica o pillados borrachos o entre putas. Y buen número de estos muertos, son asesinados por viejos amigos, camaradas y compañeros de mil aventuras.

Cada vez que Pat Garrett mata a un viejo amigo, se mata también un poco así mismo. Él mismo morirá como un perro, en un flasforward que se nos muestra al inicio de la película, en montaje en paralelo con los disparos de Billy y su banda hacía las gallinas. El paralelismo es evidente.

Peckinpah borra todo rastro de romanticismo clásico, propio de un western, y a su vez, paradójicamente crea una obra crepuscular, que respira nostalgia por los cuatro costados, acompañado en todo momento por la música de Bob Dylan. Es una película triste y desoladora, con un tono melancólico. Es el fin de una época. No extraña por tanto que la película comience en un atardecer rojo sangre, haciendo alusión al fin de un ciclo y a toda la sangre que se va a derramar. Poco pueden hacer los personajes, ni siquiera pueden elegir como van a morir. Porque, vuelvo a remarcar, todos ellos van a morir por un disparo por la espalda cuando huyen desarmados, en un duelo trucado, en una encerrona en una casita rodeados por los Rangers sin posibilidad de salir, o sorprendidos por un viejo amigo mientras se afeitan por la mañana.

El Western clásico muere en esta inolvidable obra, para dar paso a un western crepuscular, donde los ideales del viejo oeste ya no tienen cabida, ni donde hay ya empresas justas. Ahora hasta los viejos amigos se matan entre si.

Todo es rojo. Todo es triste. Y todo es jodidamente precioso.
The_End
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