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Polonia Polonia · Terrassa
Voto de Taylor:
9
Aventuras. Western Año 1925. Fred C. Dobbs (Humphrey Bogart) decide ir a Tampico en busca de oro para salir de la miseria. Emprende el viaje con otros dos vagabundos (Walter Huston y Tim Holt), pero la codicia y la envidia que surge entre ellos les creará más problemas que cualquier dificultad del camino. (FILMAFFINITY)
27 de septiembre de 2008
136 de 150 usuarios han encontrado esta crítica útil
De puta madre, sí. Así mismo te quedas después de ver peliculones como “El tesoro de sierra madre”. Pelis que te obligan a mascar el polvo y a sentir como un pegajoso sudor corre por tu espalda bajo un sol abrasador. Pelis que te ayudan a comprender que la vida no es el jardín del Edén. Pelis que te hacen retroceder hasta aquellos años en los que la puesta en escena, la fotografía o los contraplanos nos la sudaban porque no existían en nuestro criterio cinéfilo y lo único que le exigíamos al puto celuloide era agilidad, emoción, héroes y canallas.

Disfrutar por primera vez del clásico de Huston a mi edad produce una extraña sensación. Por un lado te asaltan determinados ‘dejà vu’ que te impulsan a creer que esa peli ya la has visto. Pero cuando la memoria te certifica implacablemente su desconocimiento, lo único a lo que puedes agarrarte es a esa poderosísima ilusión que de pequeño te empujaba a creer a pies juntillas en los personajes desempeñados por monstruos como John Wayne, Gary Cooper, Kirk Douglas y, como no, Bogart. Humphrey Bogart. Tipos duros, íntegros, audaces y victoriosos.

“El tesoro de sierra madre”, sin embargo, es un clásico atípico. Un clásico inclasificable, manufacturado como a Huston le gustaba hacerlo: sin cánones, ataduras o libretos preestablecidos. A su puta bola, como siempre. Un bisoño John rompió la baraja e hizo la peli que le salió de los cojones. Sin héroes, momentos trepidantes, trasfondo épico ni pollas en vinagre. Un verdadero decálogo de fracasados, de desheredados, de seres desprovistos de cualquier código ético que luchan como gatos panza arriba para esquivar su mal fario y alcanzar lo que nunca tendrán: una vida cómoda y apacible. En este sentido, Fred Dobbs (Bogart) sintetiza a la perfección ese prototipo. Despojado de cualquier atisbo de firmeza, integridad o empatía, Dobbs tritura nuestra ingenua y romántica percepción del aventurero por excelencia y se nos revela como un tipo mezquino, cobarde e indeseable. Aún así, el retoño de Walter no quiso ser excesivamente implacable con su público y le reservó a su progenitor un papel algo más agradecido y carismático. Nadie mejor que su propio padre podría haber personificado esa socarronería y picaresca tan genuinamente hustoniana.

De puta madre.
Taylor
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