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Polonia Polonia · Terrassa
Voto de Taylor:
8
Romance. Drama Una pareja de amantes vive una historia de amor llevada hasta límites inimaginables. La pasión se ha adueñado de ellos. El sexo ha pasado a ser lo único importante de sus vidas. Las ansias de la mujer por poseer a su hombre parecen inagotables y crecen cada día más hasta llegar a confundir el placer con el dolor. (FILMAFFINITY)
20 de marzo de 2010
73 de 93 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1990, durante mi breve permanencia en el cine-club Fritz Lang de la UAB, tuve ocasión de visionar en pantalla grande -como mandan los cánones- algún que otro ‘film de culto’ y algún que otro film de autor.

Por aquellos entonces, la cúpula directiva de mi cine-club tenía muy claro que el prestigio gafapastil de la entidad dependía, en gran parte, de la abstrusa y sesuda reputación de su programación cinematográfica. Aún así, mis colegas cinéfilo-culturetas eran asimismo conscientes de que si querían evitar que el patio de butacas del auditorio acabara pareciendo el desierto de los Monegros al final de cada sesión debían programar de vez en cuando -como mal menor- pelis con cierto gancho (sexual, por supuesto) para conseguir una buena respuesta por parte del disoluto y sicalíptico público universitario.

Con dicho objetivo, pues, decidimos programar un buen día “El imperio de los sentidos”, de Nagisa Oshima. Un film que, indudablemente, encajaba a la perfección con nuestros maquiavélicos propósitos. Por un lado, la peli de Oshima destilaba un tufillo gafapasta que echaba p’atrás y, por otro, sabíamos a ciencia cierta que la pareja protagonista se pasaba la peli follando a destajo. Un dato que nos aseguraba, a priori, un pleno absoluto. Y aunque el título de la peli en castellano ya era de por sí suficientemente explícito decidimos arriesgarnos a imprimir los carteles publicitarios con el título original: “Ai no corrida”. Un título cuya poderosa semántica (“corrida”) podía inducir a pensar, paradójicamente, en un gatillazo (“no corrida”) de escándalo. Algo que, os lo aseguro, no se produce en esta peli.

Polvetes al margen, lo cierto es que -sorprendentemente- la peli de Oshima acabó por gustarme mucho más de lo que me esperaba. Quizás porque -si bien puede considerarse, en efecto, como un producto con un sensible resabio gafapasta- “El imperio de los sentidos” es, en realidad, una peli cuyo discurso metafórico es lo suficientemente meridiano como para que cualquier proletario de la cinefilia como yo no corra el peligro de quedarse a dos velas. No resulta complicado, pues, deslizarse cómodamente en ese delirante estudio freudiano sobre los irrefrenables impulsos del Eros (amor) y el Thanatos (muerte) que protagonizan la sirvienta-prostituta Sada (Eiko Matsuda) y su amo Kichi (Tatsuya Fuji). Dos amantes cuya autodestructiva maratón sexual culmina en uno de los desenlaces (tranquilos, no destripo nada) más espeluznantes y orgásmicos que recuerdo haber visto jamás en una gran pantalla.
Taylor
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