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Polonia Polonia · Terrassa
Voto de Taylor:
8
Intriga. Bélico. Drama El Coronel Franz Von Waldheim se encuentra destacado en París con una misión muy concreta: hacerse con las modernas pinturas francesas, las mismas calificadas de "degeneradas" por los nazis, y cargarlas en un tren con destino a Alemania para el Tercer Reich. Eso sí, ha de tener mucho cuidado de no dañar la carga y, además, tiene de tiempo límite lo que tarden los aliados en reconquistar la ciudad, es decir, poco margen ya que cada vez están más cerca. (FILMAFFINITY) [+]
25 de noviembre de 2014
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curiosamente para un amante del séptimo arte como un servidor, este 2014 que casi ya finaliza ha sido un año —si os he de ser franco— de poco cine. Tanto por lo que a mi presencia en cualquier patio de butacas se refiere (habré ido un par de veces a lo sumo) como para lo que constituye una de mis prácticas preferidas: ver pelis cómodamente instalado en el sofá de mi casa.

Obviamente, este 2014 he visto unas cuantas pelis, por supuesto. Quizás no tantas como hubiera querido pero sí unas cuantas. Algunas, incluso, tan buenas como “Amor”, “Alabama Monroe”, “Her”, “La caza”, “La vida de Adèle”, “Prisioneros”, “Rush”, “Boyhood”, “Capitán Phillips” o “Blue Jasmine. Si os fijáis, no obstante, la mayoría son pelis del año pasado o del anterior. Y es por eso mismo que hoy me gustaría reivindicar el último clásico en blanco y negro que he tenido la oportunidad de disfrutar: “El tren” (1964), de John Frankenheimer.

Posiblemente no la había visto hasta hoy porque pensaba que “El tren” era una peli bélica más. Con buenas dosis de acción, disparos, explosiones y nazis a montones. Pero no, me equivocaba. Y no porque “El tren” no cuente con dichos ingredientes. Porque los tiene y bien administrados, además. Me equivocaba porque la peli de Frankenheimer es eso y mucho más. Un tour de force interpretativo, por ejemplo, entre dos personajes tan diferentes y equidistantes, al mismo tiempo, como el Coronel Von Waldheim (Paul Scofield) y Labiche (Burt Lancaster). Un oficial nazi fanático del arte tan culto y elegante como frío y calculador y un más bien rudo ferroviario francés miembro de la resistance. Dos formas de ver y entender la vida que ponen de manifiesto cuán de absurda es cualquier guerra y que contraponen arte y vidas humanas en el marco de un thriller tan bien guisado como entretenido hasta el final. Al margen, naturalmente, de una impecable factura técnica y de unos planos secuencia que evidencian la incuestionable destreza de un realizador, Frankenheimer, que no acostumbraba a decepcionar casi nunca.

Recomiendo a todos los que os guste el buen cine y no la hayáis visto, por tanto, que lo hagáis de inmediato. Y más aún si os interesa la segunda guerra mundial y el mundo ferroviario. Películas como “El tren” ya no se hacen hoy en día y revisarlas o verlas por primera vez constituye, sin lugar a dudas, una auténtica delicia.
Taylor
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