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España España · Palma (Mallorca)
Voto de Miquel:
10
Drama Elisabeth (Liv Ullmann), una célebre actriz de teatro, es hospitalizada tras perder la voz durante una representación de "Electra". Después de ser sometida a una serie de pruebas, el diagnóstico es bueno. Sin embargo, como sigue sin hablar, debe permanecer en la clínica. Alma (Bibi Andersson), la enfermera encargada de cuidarla, intenta romper su mutismo hablándole sin parar. (FILMAFFINITY)
17 de abril de 2006
693 de 767 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escrita, producida y dirigida por Ingmar Bergman, fue su primera colaboración con Liv Ullman. Se rodó en estudio y en la costa de Gotlands Lan, al sur de Suecia. Nominada a un BAFTA, ganó 5 premios.

La acción tiene lugar en un hospital y en una finca próxima al mar. Narra la historia de Alma (Bibi Andersson), de 25 años, enfermera, que atiende a Elisabeth Vogler (Liv Ullman), actriz de teatro, casada, madre de un hijo, que hace 3 meses, durante una representación de Electra, dejó de hablar. No hay causas que expliquen su postración y su silencio. La doctora (Margaretha Krook) las envía, durante una temporada, a la finca que tiene junto al mar.

La secuencia prólogo contiene referencias a 5 temas: religión (araña/dios, crucifixión, cordero pascual), sexo (falo, vagina), arte/ilusión (proyector, cine mudo, pantalla), vanidad de la vida humana (personaje que inutilmente trata de trabajar) y muerte (personaje mudo, depósito mortuorio). Parece sugerir una de las ideas centrales del autor: el ser humano, al constatar la vanidad de su destino, la muerte, trata de encontrar la inmortalidad a través del sexo, el arte y la religión. El cordero pascual muere, las manos crucificadas mueren, la araña mata, ¿puede la religión librar de la muerte? El arte, como el cine, es una ilusión finita: concluye cuando finaliza la película o se quema la cinta. El sexo engendra hijos destinados a vivir en un mundo de mentira y muerte. ¿El ser humano se engaña o se afirma cuando busca la inmortalidad? El proyector, el foco, la cinta, la pantalla y otros elementos del prólogo ponen de manifiesto que el cine no crea una realidad trascendente, sino sólo una ilusión de realidad, que puede ser inmensamente bella, pero no puede dejar de ser irreal. La obra explica que el relato en cine se puede crear sin diálogo, sin personajes y sin argumento. El diálogo se puede sustituir por un largo monólogo. Los personajes que interactúan pueden ser, en realidad, dos imágenes de una misma persona (Alma es conciliadora y locuaz, Elisabeth es obstinada e iracunda: dos perfiles o expresiones de una sola persona). La posible inexistencia de un argumento o motivo básico se explica a través de la falsa enfermedad de Elisabeth, que no es más que el reflejo de la búsqueda de un refugio hermético, que la aisle del mundo de mentiras y de muerte, que no acepta. La locuacidad de Alma es la vía a través de la que trata de huir de si misma, de su verdad, su debilidad y su oculto rechazo de la muerte. El largo monólogo de Alma recuerda "La vida es sueño", de Calderón.

La película, escrita por Bergman en un hospital durante la convalescencia de un fuerte estrés, es un relato concebido en plena libertad. La fotografía es magistral. La interpretación de Bibi Andersson es extraordinaria. La obra es una de las más depuradas y personales del director. Plantea preguntas, siembra inquietudes y disipa falsas ilusiones. Invita, sobretodo, a la reflexión y a gozar del buen cine.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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