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Voto de Wellesford:
10
Drama. Fantástico. Terror En el Japón medieval, la madre y la esposa de un guerrero esperan su vuelta del frente. Sobreviven engañando a los soldados perdidos en los campos, a los que asesinan para luego vender sus pertenencias... (FILMAFFINITY)
9 de abril de 2013
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un lugar pantanoso, de altos juncos mecidos por el viento, aislado de la guerra lejana que se ha llevado a los hombres en el Japón feudal. Dos mujeres mimetizadas en el entorno, suegra y nuera, matan guerreros perdidos y venden sus armas y corazas. Supervivencia.
Esa es la base del relato, un cuento de connotaciones ancestrales en el que su autor muestra los más primarios instintos humanos de manera visceral, dotando a la narración de una atmósfera opresiva, donde el paisaje ondulante de los juncales se asemeja a un ente orgánico que engulle a sus personajes. Dos hembras apartadas de su pasado, transformadas en animales primitivos, hambrientos, a las que el regreso de un antiguo vecino del lugar, huyendo de la guerra, despierta la pasión carnal largo tiempo dormida.
Aflora el deseo, el egoísmo y el engaño, derivando en el terror. Un terror silencioso e intuitivo que traspasa la pantalla mientras deambulan entre cañaverales claustrofóbicos y duermen bajo el calor sofocante de la cabaña. La joven desprende sudorosa sensualidad y osadía, mientras la vieja denota cautela y rencor.
La cámara ofrece a la narración imágenes que poseen un tenebroso lirismo, gracias a una fotografía portentosa, con gran nitidez en los encuadres. Se suceden planos con carga sexual, atrevidos para la época, como los encuentros carnales de la joven con el recién llegado o la simbólica masturbación de la vieja abrazada a un árbol seco.
La cinta está plena de excelencia visual, los claroscuros dominan la pantalla iluminando sin pudor los pechos femeninos en la oscuridad, los elementos como la lluvia y el viento parecen estar vivos y el ambiente sofocante se adhiere a las retinas.
Un parábola apocalíptica sobre la especie humana en su estado más primitivo, del que fluyen los más básicos instintos animales del hombre (o la mujer en este caso), donde el alma es reemplazada por los demonios interiores y la muerte es el modo de vida.
Wellesford
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