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Voto de Antonio Morales:
9
Drama A finales del siglo XIX, en una población sureña, la calculadora y despiadada Regina Giddens entabla una lucha sin cuartel contra sus hermanos para quedarse con la herencia familiar. En sus planes no tienen cabida los sentimientos, ni siquiera hacia su marido, un hombre honrado que regresa a casa después de sufrir una grave enfermedad. En medio de la asfixiante atmósfera creada por la desmedida ambición de su esposa, sólo encontrará ... [+]
18 de julio de 2014
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
“The Little foxes” o las alimañas, que sería el título más parecido al original, según la famosa cita bíblica que está en la memoria de todos, es un melodrama sobrecogedor que tiene uno de sus centros de interés en la concurrencia de personalidades y talento responsables de su resultado final. Sería una falacia afirmar que es sólo de William Wyler, pero tampoco sería correcto desvincular los logros de la película de la labor del ecléctico cineasta, pues sin duda, el material le era familiar, la obra teatral de Lilliam Hellman, autora de otra adaptación anterior, “Esos tres”. “La loba” fue un proyecto del gran productor Samuel Goldwyn y al mismo, habría que añadir a la propia Bette Davis que impuso su criterio sobre el modo de interpretar el personaje de Regina Hubbard Giddens, fría estoica y cruel. Y sin duda alguna el equipo técnico, también es responsable del soberbio resultado.

Es digno de mención el maquillador Perc Westmore, que convirtió el rostro de la Davis en una equivalente a las máscaras del teatro Nô japonés, el decorador Stephen Grosson, creador de los excelentes decorados sureños, el gran director de fotografía Gregg Toland, cuya iluminación en blanco y negro acusaba la presencia de los hallazgos plásticos experimentados hacía poco junto a Orson Welles como operador de “Ciudadano Kane”. Wyler con su maestría ensambló acertadamente todas las piezas para que funcionara con interés y fluidez narrativa. El cineasta concentra en la fuerza de los detalles la ruptura entre teatro y cine, logrando una excelente armonía entre la descripción exterior e interior de personajes y situaciones: en la espléndida apertura de sabor sureño, cuando un negro pule el rótulo del Banco de Nueva Orleans (futuro escenario de uno de los momentos clave del film).

Los planos que realiza Toland son asombrosos con la profundidad de campo, los picados y contrapicados sobre Regina, creando el efecto dramático y de autoridad desde esas majestuosas escaleras, son escenas memorables que permanecen en nuestra memoria. La creación de una atmósfera cerrada hasta la asfixia, la bondad encarnada por Herbert Marshall (¡Cómo besa la mano de su hija!), marido enfermo y resignado ante la maldad personificada en el rostro de Regina, las agrias discusiones que esta mantiene con sus despreciables y arribistas hermanos presa de la codicia, la humanidad y la alegría de vivir de su hija (Teresa Wright), el paternalismo hacia la raza negra de todos ellos que nos mostrará la soledad y el castigo moral. La obra de Lilliam Hellman, recia, vigorosa y fuerte como el carácter de su autora, permanece siempre en la pantalla y plantea un humanismo liberal que se expresa por medio del rechazo al autoritarismo y la ambición desmedida. Y por todo lo expuesto me parece una absoluta obra maestra.
Antonio Morales
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