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Voto de Vivoleyendo:
8
Drama Belfast, años 70. Gerry (Day-Lewis) es un gamberro que no hace nada de provecho, para disgusto de su padre Giuseppe (Postlethwaite), un hombre tranquilo y educado. Cuando Gerry se enfrenta al IRA, su padre lo manda a Inglaterra. Una vez allí, por caprichos del azar, es acusado de participar en un atentado terrorista y condenado a cadena perpetua con "los cuatro de Guildford". También su padre es arrestado y encarcelado. En prisión Gerry ... [+]
28 de diciembre de 2009
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
En octubre de 1975, en Londres, el mazo del juez cayó, sentenciando a unas personas inocentes a penas de prisión que les robaban toda su juventud, o sus años de madurez. Y, ya puestos, su vida entera. Carole Richardson, la jovencita hippie, profirió un grito sostenido que helaba la sangre, mientras era conducida sin la menor delicadeza a la jaula que la aprisionaría durante quince años.
Aquel grito escalofriante todavía resuena en los pasillos de esos juzgados en los que se cometió una de las mayores injusticias y aberraciones "legales" de la historia jurídica de Gran Bretaña.
Una demostración de cómo el poder y las autoridades pueden llegar a ser unos enemigos tan crueles y carentes de escrúpulos como el terrorismo. En realidad, es la misma moneda con dos caras. Sólo que uno es terrorismo "fuera de la ley", y el otro es terrorismo de Estado, perpetrado por los mismos que dictan las leyes.
Siendo así, la sociedad se va a la mierda. Los derechos fundamentales se van a la mierda, gracias a las mismísimas altas esferas que se supone que son las que velan por el estado del bienestar. ¿Qué garantías, qué seguridad ciudadana es posible en esas condiciones? ¿Qué importa ser inocente o culpable, si nadie va a proteger tus derechos, ni tu integridad, ni tu vida?
El sistema judicial británico se puso en la más espantosa de las evidencias, cuando el mundo entero vio con horror que había machacado y destrozado a más de una docena de personas que no habían cometido mayor crimen que ser norirlandeses o tener relación de fraternidad o parentesco con los principales imputados.
Todavía parece que algo se revuelve en el aire. Una fiera protesta que nunca enmudeció, pese a que intentaron sofocarla rastreramente.
Jim Sheridan realizó uno de los dramas carcelarios más sinceros y potentes de toda la historia del cine. Un drama-condena con la terrible fuerza de los hechos reales en los que se basa.
La sangre hierve en el pecho y las manos tiemblan mientras nos resulta tan difícil concebir la magnitud del atropello que se cometió contra aquella pobre gente. Sheridan logra que lo vivamos como si estuviera ocurriendo aquí mismo, delante de nuestras narices, como si esos actores no lo fueran, como si lo que les pasa no fuera ficción. La rabia inunda y fluye.
A mi parecer, esa es una de las finalidades más loables que puede conseguir una película. Implicarnos hasta el dolor.
Nadie podrá devolverles los años perdidos.
Nadie podrá compensarlos por sus vidas destruidas.
Vivoleyendo
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