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Voto de Vivoleyendo:
8
Drama. Romance Angela es una humilde muchacha que está a punto de ser detenida por la policía, pero logra esconderse en un circo ambulante. En este ambiente conoce todo tipo de personajes bohemios y extravagantes. Entre ellos está Gino, un joven pintor que la toma como modelo para pintar una Madonna. (FILMAFFINITY)
21 de mayo de 2014
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
A los veintidós años tenía carita de ángel y su figura menuda apenas parecía haber pasado de la pubertad. Este físico de muñequita era propicio para papeles de jovencita ingenua con tendencia a los descalabros y los amores trágicos. Las apariencias engañaban, pues Janet Gaynor era una muchacha bastante avispada y, por ciertos gestos y ademanes sutiles en su forma de actuar, he advertido que debía de ser un poco de armas tomar.
No, las chicas dulces a las que interpretaba no eran capaces de contener del todo el torrente de aguda vivacidad de la actriz, que se desbordaba a través de ese inquieto cuerpecillo de gacela. Pero sin duda Gaynor era una de las grandes divas de su tiempo, y ni la mismísima Gloria Swanson le hacía sombra. De hecho Gaynor ostenta el honor de ser la primera ganadora del premio Óscar a la mejor actriz y nada menos que por tres películas que había rodado entre 1927 y 1928, siendo este último año el inaugural de la ceremonia de los premios de la Academia de Hollywood. Además, ha sido una de las intérpretes adultas más jóvenes en conseguir el máximo galardón de las artes cinematográficas junto con Marlee Matlin (en1986, a los veintiuno) y Jennifer Lawrence (en 2012, a los veintidós).
Viéndola en el celuloide de hace ocho décadas y pico, comprendo por qué estaba tocada por la gracia profesional. Fue una de esas estrellas que brilló brevemente pero con gran intensidad. En ella se aunaron talento y excelente calidad en sus trabajos, contando con los prominentes directores de la época que supieron encumbrarla. Uno de ellos, nada menos que el legendario Murnau recién llegado a América, y otro, Frank Borzage.
"El ángel de la calle" posee una factura técnica casi impecable, una minuciosa puesta en escena realista y naturalista que sigue muy levemente o ignora los cánones del expresionismo alemán (el cual solía presentar escenarios oníricos, distorsionados, que no pretendían ser un calco de la realidad sino una visión rotundamente subjetiva, una introspección psicológica visual plasmada en el entorno) y, en contra de lo que era habitual en el cine mudo, tiene un desarrollo bastante sencillo, alejado de argumentos rocambolescos y enrevesados, y los actores no realizan tantos aspavientos ni gesticulaciones exageradas. Podríamos señalar que es un paso de transición hacia la nueva forma de filmar que se impondría con el sonido.
Además, tiene rasgos de neorrealismo muy precoz, pues esos ambientes de extrema pobreza y esas amargas vicisitudes de la chica en el Nápoles del "'O sole mio" recuerdan a la corriente que se empezó a desarrollar algo más tarde, sobre todo en Europa y mayormente en Italia (Luchino Visconti, Vittorio De Sica) sin olvidarnos de España (Juan Antonio Bardem, José Antonio Nieves Conde) o de Suecia (Ingmar Bergman en sus comienzos), y que en Estados Unidos conocería su mayor exponente en "Las uvas de la ira" de John Ford, con el latigazo de la Gran Depresión seguida por la Segunda Guerra Mundial.
Pero finalmente, "El ángel de la calle" es un melodrama romántico porque se centra en la historia de amor de Angela y Gino (Charles Farrell, que parece un gigante al lado de su diminuta compañera) y lo hace de una manera muy conmovedora, tanto que los más de ochenta años de la película a veces se esfuman como por ensalmo. Y esa, creo yo, es su gran maestría.
Conseguir que la oigas hablar y que te olvides de los intertítulos, y que los expresivos ojazos de Janet Gaynor no envejezcan nunca.
Vivoleyendo
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