Haz click aquí para copiar la URL
España España · Madrid
Voto de Servadac:
7
Olimpiada
1938 Alemania
Documental
7.8
2,115
Documental Documental sobre los Juegos Olímpicos celebrados en la ciudad de Berlín en 1936. Divida en dos partes de 118 y 107 minutos, respectivamente, el atletismo ocupa buena parte de su metraje, incluida la primera parte en su integridad. La segunda incluye imágenes de gimnasia, vela, pentatlón, decatlón, hockey sobre hierba, polo, fútbol, ciclismo, hípica, remo, salto y natación. (FILMAFFINITY)
3 de julio de 2016
23 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una entrevista en la que se le inquiere por el dramaturgo Jean Giraudoux, autor de los diálogos de ‘Los ángeles del pecado’, el director francés Robert Bresson se pregunta si el cine no es, ante todo, un arte plástica, en la que los intelectuales –en la acepción más positiva del término– están, en cierto modo, desplazados. “Ne sont pas tout à fait à leur aise” [No están del todo a sus anchas], dice exactamente.

La idea del intelectual como pez fuera del agua en el medio cinematográfico es seductora, pero me centraré en la primera parte de su reflexión: ¿Es el cine, ante todo, un arte plástica?

‘Olympia’, de la controvertida Leni Riefenstahl, apunta en esa dirección.

El film tiene dos partes, una primera centrada en las competiciones de atletismo; y una segunda en la que comparecen otras disciplinas (con la incursión, excepcional, del decatlón). Ambas partes comienzan con dos prólogos maravillosos, que quizás sean lo más inspirado de la cinta. El primero, estableciendo un paralelo entre las olimpiadas modernas y la antigua Grecia, tierra mítica de templos y esculturas. La llama olímpica, los relevistas, nos hacen vislumbrar a Prometeo. La estampa de los corredores con la antorcha es memorable. En el segundo prólogo, la cámara se cuela con los deportistas en el bosque y en lo que vendría a ser la villa olímpica o lugar de entrenamiento.

La plástica de los cuerpos, el uso del encuadre y del contrapicado, la coreografía, la luz, el movimiento –que evoca, para mí, un cine ‘futurista’– y la pericia en el montaje, hacen de ‘Olympia’ un hito que no tiene parangón en las retransmisiones deportivas.

Y luego está la propaganda, que ha dado pábulo a todo tipo de leyendas más o menos bien fundadas: la negativa de Adolf Hitler a dar la mano a Jesse Owens, que no hace mucho ha vuelto a la palestra con ‘El héroe de Berlín’ (‘Race’, 2016; de Stephen Hopkins); la rocambolesca eliminatoria entre los equipos de fútbol de Austria y de Perú; la exclusión de Gretel Bergmann de la competición, por ser judía… Todas estas polémicas quedan fuera del documental.

Alemania obtuvo 88 medallas (33 de oro) y fue, de largo, el país más laureado. USA obtuvo 56 (24 de oro). El resto de naciones se pierde en la distancia. Intuyo que el ‘führer’ quedaría más que satisfecho. En cuanto a Owens, es claro que tuvo más dificultades en USA que en Berlín.

La historia de la infamia nazi es posterior al evento retratado y quizás no deberíamos mirar ‘Olympia’ en clave partidista. Viendo los esfuerzos del régimen nazi por edulcorar lo que sucedía en los campos de exterminio, cuando organizaron, en 1944, la vergonzante pantomima de Theresienstadt ante la delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja, sospecho que en 1936 se cuidarían muy mucho de dar muestras reales de lo que iba a suceder. Sea como fuere, yo en ‘Olympia’ no veo propaganda.

‘Olympia’ se nos muestra como un mano a mano entre Alemania y USA (en ausencia de la URSS, no podía ser de otra manera) con algún momento de gloria para la delegación de otros países. Es curioso ver al Reino Unido con un protagonismo que no se corresponde con sus resultados ni su clasificación; Francia, por contra, sólo aparece de manera marginal, pese a que tuvo una actuación más destacada. Para zanjar la cuestión, valga decir que ni siquiera se menciona el medallero.

Leni Riefenstahl apostó por hacer de la filmación documental un arte plástica y pagó hasta cierto punto por ser la musa del nazismo. Supo plasmar el movimiento de los cuerpos de forma magistral. En sus manos, la cámara dibuja cuadros que rebosan de expresividad cinética.

No seré yo quien juzgue la pureza de sus alegaciones en defensa de sí misma. No estoy en posición de bucear en los repliegues de su alma. Pero sin ella, al arte del documental le faltaría un eslabón. Y el cine vive más allá de toda ideología.
Servadac
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow