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España España · Madrid
Voto de Servadac:
7
Drama. Acción China, finales del siglo VIII. Nie Yinniang regresa a casa de su familia tras años de exilio. Educada por una monja que la ha convertido en una experta en artes marciales, Yinniang es una auténtica justiciera cuyo objetivo es eliminar a los tiranos. Su maestra le encarga la misión de matar a su primo Tian Ji'an, gobernador disidente de la provincia militar de Weibo, con el que tuvo gran complicidad cuando ambos eran jóvenes. (FILMAFFINITY) [+]
28 de noviembre de 2015
49 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hou Hsiao-Hsien no pretende narrarnos una historia transparente, cerrada y acotada; traza itinerarios que son destellos en la luz. Compone en un formato 4:3 pinturas memorables. No desea que captemos, con escuadra y cartabón, las tramas y subtramas. Inunda cada plano de poesía.

“El sol alumbra el Incensario Perfumado. Abunda la niebla morada.
Lejos, cuelga la cascada sobre el río.
Se precipita con ímpetu mil pies hacia el abismo.
¿No será el río de plata que desciende del noveno cielo?”

[Li Bai]

Dilata el tiempo fílmico. Las palabras se funden en los cuadros de imagen y sonido. No quieras caer en el vicio cartesiano de las explicaciones milimétricas, del silogismo argumental. Aunque hay trama, sí; hay argumento. Nie Yinniang (una hermosísima Qi Shu), es desterrada de su hogar para ser instruida en el asesinato como una de las bellas artes: quirúrgica y precisa. Es adiestrada a no sentir. En ella pugnan el entrenamiento y su naturaleza, en una lucha fascinante que es, en mi opinión, el corazón mismo de la cinta.

“Viento. Nieve. Alguien vuelve de noche.” [Liu Changqing]

Nie Yinniang viste de negro. Conoce la compasión y se mueve entre cortinas. Sedas, árboles y planos generales nos hurtan su interior. Respeta y ama. Mantiene una promesa. La película refleja las luchas de poder y los manejos entre clanes. La esposa de Tian Ji'an, señor local, lucha por salvaguardar los derechos de su primogénito (‘La linterna roja’, de Zhang Yimou, despliega con maestría un tema similar). Es difícil (e inútil) atar todos los cabos. Pero las emociones se perciben, cristalinas, por vía puramente sensorial.

“No hay luna. La oca salvaje vuela muy alto.
El invasor huye de noche.
Los ágiles jinetes se aprestan a perseguirlo.
La nieve oculta arco y puñal.”

[Lu Lun]

Tras un breve prólogo en blanco y negro (que me pareció lo más flojo de la cinta) sobreviene el color y, con él, la historia principal. Nie Yinniang que, según le dice su maestra, posee una destreza inigualable pero un corazón no suficientemente frío, decide no matar a un hombre con un bebé en sus brazos. Ese instante decisivo prefigura el destino de la protagonista. A partir de ahí, la lucha en su interior es puro cine.

“Bajo la lámpara vacilante, de un lado a otro danzan las sombras.” [Yuan Zhen]

Sería imposible citar las mil y una felicidades que depara ‘The assassin’ para aquel que sepa (o logre) mantener los ojos bien abiertos: la presencia fantasmal entre las telas; la niebla en la montaña; los efectos sonoros impecables, depurados; el cuento del gorrión azul que sólo canta ante el espejo (clave poética indudable de la historia); el humo conjurado; la naturaleza y los planos generales. Recuerdo un instante, entre abedules, en que aparece la asesina en su corcel; y otro, hacia el final, en que, a lo lejos, creemos intuir una sonrisa –si no me equivoco, esa podría ser la única ocasión en que sonríe, o así ha quedado impreso en mi memoria–. Las secuencias de acción son lo de menos; en cierta medida resultan funcionales. No hay apenas saltos ni piruetas. La verdadera acción está en el alma de Yinniang.

“Se abren las flores; viento y lluvia en exceso.
Imposible vivir sin despedidas.”

[Yu Wuling]

Rodar un alma en planos generales (y no en primeros planos) es la proeza cinematográfica que acomete Hou Hsiao-Hsien. Y sale airoso de su empeño.

“Sin intención, sobre las rocas, las nubes se persiguen.” [Liu Zongyuan]

Esta es, probablemente, la cinta más hermosa de Hsiao-Hsien. No es apta, por ritmo, tempo y pretensiones, para paladares inquietos y amantes del montaje acelerado. Al concluir el recorrido, quizás no sabremos decir quién es realmente la asesina. Pero sabremos quién NO es. Y eso es más de lo que ofrecen multitud de cintas con guión de hierro y fuegos de artificio argumental.

En fin, dejemos que hable la poesía.

“¿Cómo describir el grandioso monte?
Desde Qi y Lu se aprecia su verdor infinito.
¡Qué privilegio disfrutar de tanta belleza!;
por el oeste aún es noche, la alborada ilumina el este.
Surgen capas de nubes estremeciendo mi corazón,
vuelven las aves extasiando mi vista.
Trepo la cumbre que toca el cielo
y de una mirada abarco innumerables montañas como puntos.”

[Du Fu]


[Los fragmentos y poesías que utilizo en este texto pertenecen al libro ‘La pagoda blanca; Cien poemas de la dinastía Tang’, seleccionados y traducidos por Guillermo Dañino]
Servadac
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