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España España · Madrid
Voto de Servadac:
7
Drama Después de la muerte del patriarca, los Toda, una familia de clase alta, está posando para una foto. Al mismo tiempo que todos lamentan la muerte del padre, se enteran de que éste les ha dejado una deuda considerable. (FILMAFFINITY)
21 de diciembre de 2013
26 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
‘Hermanos y hermanas de la familia Toda’ no es ‘Cuentos de Tokio’. Pero Ozu afina en ella sus violines.

Dice Kiju Yoshida en su libro ‘Ozu o el anti-cine’: “En las películas de Ozu, las cosas nos miran.” Y es cierto que, a menudo, sentimos que todo se nos muestra desde la perspectiva del objeto: una almohada, un retrato, un bol de sake. La fijeza de los planos refuerza esa impresión.

Todo empieza con un retrato de familia. Y llega, inesperada, la tragedia. Una tragedia corriente, sin peripecia y en sordina. La falta de una pieza –el padre– desajusta todo el mecanismo. La vida fluye y nada permanece, salvo el vacío que en el zen lo inunda todo. Y es que en el cine de Ozu el vacío se llena de abundancia. Nunca vi una puesta en escena tan rica en objetos y detalles, un espacio tan medido y cinematográfico, tan repleto y significativo.

Decía que ‘Hermanos y hermanas de la familia Toda’ no es ‘Cuentos de Tokio’. Pero ya se advierte en ella el virtuosismo en los encuadres, la creación de emociones y espacios por medio de la posición de los actores, la dirección de arte, las líneas y el sonido. Nunca un cine tan lleno de elementos produjo en mí tal sentimiento de vacío –de vacío pregnante, como dicen los críticos franceses. De vacío profundo y polisémico, no exento de ironía.

Ozu mueve la cámara, que yo recuerde, tan sólo en dos escenas. Un travelling de retroceso, para ampliar el cuadro –sin personas– de una habitación, subrayando así que el hijo se ha marchado. Y un doble travelling que sigue a madre e hija, señalando que no hay sitio para ellas en el hogar de la familia más cercana. El movimiento, en ambos casos, es emocional.

Cada película de Ozu es, para mí, como un koan (problema que, en el budismo zen, el maestro plantea a sus alumnos). Un koan irresoluble, que, bajo una apariencia trivial, nos lleva más allá de las palabras.

Leo en Yoshida una frase que cifra, en mi opinión, el mundo cinematográfico de Ozu: “No hay ninguna diferencia entre apariencia y contenido. Estamos ante un mundo envuelto en una luz infinita en el que todo es transparente.”
Servadac
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