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España España · Madrid
Voto de Servadac:
8
Intriga Debido a un malentendido, a Roger O. Thornhill, un ejecutivo del mundo de la publicidad, unos espías lo confunden con un agente del gobierno llamado George Kaplan. Secuestrado por tres individuos y llevado a una mansión en la que es interrogado, consigue huir antes de que lo maten. Pero cuando al día siguiente regresa a la casa acompañado de la policía, le espera una sorpresa. (FILMAFFINITY)
30 de junio de 2009
91 de 100 usuarios han encontrado esta crítica útil
- ¿Mr. Kaplan?

La cámara se acerca, rauda, y encuadra el rostro de los dos sicarios. Ése es el detonante de la acción, el pistoletazo de salida.

A partir de ahí, entramos en la peripecia onírica de Roger O. Thornhill, un publicista de afilada lengua y vida sosa.

La trama es impecable porque el punto de vista, enteramente subjetivo, es impecable. Y cuando Hitchcock lo vulnera, es licencia de artista (1). Lo vemos todo a través de la mente figurada de Thornhill en el acto gratuito de soñar. Cada plano posee, empezando por los títulos de crédito, una mirada intensa, oblicua, plagada de reflejos. Cada cuadro tiene la lógica implacable del mundo de las ilusiones. Sólo me sobra la reunión explicativa en que se muestra a los prebostes de la Inteligencia norteamericana.

Thornhill aprovecha la libertad (una libertad no exenta de barreras) del durmiente para hacer realidad sus fantasías, eróticas, aventureras. Hitchcock se vale de esa misma libertad para hacer CINE y nos regala secuencias memorables: la casa de Frank Lloyd Wright (revelando sutiles concordancias entre espacio cinematográfico y arquitectura), el tiroteo en avioneta, la subasta, el tren, el monte Rushmore.

Hitchcock es maestro en el mirar, su cámara no deja indiferente. Domina la tensión pausada y el montaje nada atropellado. Prefiere resaltar el brillo de un puñal a una sangría innecesaria. Maneja como nadie la latencia. Es incisivo. Sin descuidar el rigor, bucea en el absurdo (2). Cuando el tiempo se detiene y queda suspendido momentáneamente entre dos planos, la imagen pura se destaca ante nosotros. He ahí la cima de su arte.

David Lynch llegaría algo más lejos, rompería las barreras de lo comercial y eliminaría los nexos narrativos. Mulholland Drive es cumplida prueba de ese logro.

===

Que nadie se pregunte por el significado de la O en el nombre del protagonista. El cero, la nada. El sueño vivo de la imagen indeleble.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Servadac
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