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Western
En Texas, dos años antes de estallar la Guerra Civil Americana, King Schultz (Christoph Waltz), un cazarrecompensas alemán que sigue la pista a unos asesinos para cobrar por sus cabezas, le promete al esclavo negro Django (Jamie Foxx) dejarlo en libertad si le ayuda a atraparlos. Él acepta, pues luego quiere ir a buscar a su esposa Broomhilda (Kerry Washington), esclava en una plantación del terrateniente Calvin Candie (Leonardo DiCaprio). (FILMAFFINITY) [+]
19 de enero de 2013
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocos directores tienen la capacidad de atracción que posee Quentin Tarantino. El estreno de sus películas se convierte en todo un acontecimiento para los amantes del cine, desde que en 1992 debutara con Reservoir Dogs. Dos años después llegó Pulp Fiction, la obra que le elevó para siempre a los altares del séptimo arte. El Festival de Cannes se rindió a la evidencia y le entregó la Palma de Oro, convirtiéndole en uno de sus protegidos. La Academia de Hollywood, tan reticente en ocasiones a reconocer a los nuevos talentos, también le concedió un Oscar por su guión junto a otras seis nominaciones. Desde entonces, muchos han intentado imitar al ‘enfant’ terrible de Hollywood, pero ninguno ha alcanzado su nivel de genialidad.
Veinte años después de su debut cinematográfico, Tarantino estrena Django Desencadenado. El realizador norteamericano rubrica al fin un western, un género cuyas influencias siempre han sobrevolado su cine. Pero para ser justos, tendríamos que señalar al spaguetti-western y a su gran maestro, Sergio Leone, como los grandes inspiradores de Tarantino. El director italiano revitalizó el western durante la década de los 60 con joyas como Por un Puñado de Dólares, La Muerte Tenía un Precio o El Bueno, el Feo y el Malo con un innovador estilo. La música de Ennio Morricone, que aparece con desigual fortuna en Django, fue el ingrediente perfecto para que el curtido rostro de Clint Eastwood adquiriera una fuerza arrolladora durante los eternos duelos bajo el sol almeriense.
Las comparaciones son odiosas y el Django Desencadenado de Tarantino está lejos de las grandes obras de Leone, lo que no resta méritos al aventajado discípulo. En recientes declaraciones a El País, el propio Tarantino reconocía su predilección por esas películas: “Amo los westerns, pero sobre todo los spaghetti westerns. Pulp Fiction para mí era un rock & roll western, Kill Bill tenía muchísimas influencias y lo mismo la primera secuencia de Malditos Bastardos. Además siempre he usado sus músicas”. En este caso, el Django de Corbucci y su protagonista, Franco Nero, tienen su guiño en la película. El alabado estilo ‘tarantiniano’ es una amalgama de influencias nacidas de un cinéfilo empedernido y el director no se esconde a la hora de reconocerlo. Es esa vasta cultura cinematográfica la que convierte al de Knoxville en un maestro a la hora de contar historias sin perder un ápice de originalidad.
El cine negro de los años 40 estaba presente en Pulp Fiction, mientras que Jackie Brown era un homenaje al ‘blaxploitation’. En Kill Bill, Tarantino mezcla con mano maestra artes marciales, spaguetti-western y manga, sin olvidar a La Novia vestía de Negro de François Truffaut. La venganza hace su aparición como ‘leitmotiv’ de sus películas con la doble entrega protagonizada por Uma Thurman, motivación que también mueve a sus personajes tanto en Malditos Bastardos como en su última creación. Tarantino merece el aplauso por Django Desencadenado, pero se le puede y se le debe exigir más. Los críticos volverán a alabarle con razón, pero el cineasta también merece un toque de atención porque, en ocasiones, uno tiene la vaga sensación de que solo ha cambiado el decorado respecto a sus anteriores películas.
Veinte años después de su debut cinematográfico, Tarantino estrena Django Desencadenado. El realizador norteamericano rubrica al fin un western, un género cuyas influencias siempre han sobrevolado su cine. Pero para ser justos, tendríamos que señalar al spaguetti-western y a su gran maestro, Sergio Leone, como los grandes inspiradores de Tarantino. El director italiano revitalizó el western durante la década de los 60 con joyas como Por un Puñado de Dólares, La Muerte Tenía un Precio o El Bueno, el Feo y el Malo con un innovador estilo. La música de Ennio Morricone, que aparece con desigual fortuna en Django, fue el ingrediente perfecto para que el curtido rostro de Clint Eastwood adquiriera una fuerza arrolladora durante los eternos duelos bajo el sol almeriense.
Las comparaciones son odiosas y el Django Desencadenado de Tarantino está lejos de las grandes obras de Leone, lo que no resta méritos al aventajado discípulo. En recientes declaraciones a El País, el propio Tarantino reconocía su predilección por esas películas: “Amo los westerns, pero sobre todo los spaghetti westerns. Pulp Fiction para mí era un rock & roll western, Kill Bill tenía muchísimas influencias y lo mismo la primera secuencia de Malditos Bastardos. Además siempre he usado sus músicas”. En este caso, el Django de Corbucci y su protagonista, Franco Nero, tienen su guiño en la película. El alabado estilo ‘tarantiniano’ es una amalgama de influencias nacidas de un cinéfilo empedernido y el director no se esconde a la hora de reconocerlo. Es esa vasta cultura cinematográfica la que convierte al de Knoxville en un maestro a la hora de contar historias sin perder un ápice de originalidad.
El cine negro de los años 40 estaba presente en Pulp Fiction, mientras que Jackie Brown era un homenaje al ‘blaxploitation’. En Kill Bill, Tarantino mezcla con mano maestra artes marciales, spaguetti-western y manga, sin olvidar a La Novia vestía de Negro de François Truffaut. La venganza hace su aparición como ‘leitmotiv’ de sus películas con la doble entrega protagonizada por Uma Thurman, motivación que también mueve a sus personajes tanto en Malditos Bastardos como en su última creación. Tarantino merece el aplauso por Django Desencadenado, pero se le puede y se le debe exigir más. Los críticos volverán a alabarle con razón, pero el cineasta también merece un toque de atención porque, en ocasiones, uno tiene la vaga sensación de que solo ha cambiado el decorado respecto a sus anteriores películas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
En Django Desencadenado, Tarantino nos traslada al Mississippi previo al estallido de la guerra civil norteamericana. De la mano de Django, un esclavo interpretado por Jamie Foxx, el director realiza un alegato contra el racismo sin renunciar a sus dosis de humor y sanguinolenta violencia. La aparente banalidad del estilo ‘tarantiniano’ hace que el mensaje pierda fuerza, lo que ha indignado al director afroamericano Spike Lee: “Es irrespetuosa con mis ancestros. La esclavitud en Estados Unidos no es un spaghetti western de Sergio Leone, fue un holocausto. Mis antepasados son esclavos, robados en África, por lo que yo les honraré”. Y es que, en esta ocasión, la paródica violencia de Tarantino alcanza su cénit, haciendo que disminuya la credibilidad de la historia. Por momentos recuerda a su amigo Robert Rodríguez, lo que le hace un flaco favor a la cinta.
Tarantino ha elevado la cuota de humor, siendo Django Desencadenado su película que más carcajadas desatará en el espectador. Mención especial para el momento protagonizado por el Ku Klux Klan, en el que el Tarantino guionista da muestras de su lucidez. Sin duda, un ‘sketch’ a la altura de los Monty Phyton que parieron la delirante La Vida de Brian. Como ya ocurriera en Malditos Bastardos, película con la que comparte una estructura parecida,entrega el papel mejor escrito a Christoph Waltz. El actor austriaco cambia al oficial de las SS, Hans Landa, por el dentista y cazarrecompensas, King Schultz, convirtiéndose en el amo de la función y eclipsando a la gran estrella, Leonardo Di Caprio. De momento, los Globos de Oro han reconocido su labor, ¿ocurrirá lo mismo en los Oscars?
En Django Desencadenado nos encontramos con el Tarantino más gamberro. Incluso en algunos momentos parece estar parodiándose a sí mismo, lo que puede ser sinónimo de agotamiento creativo. Su explosivo cameo en la película puede interpretarse como un mensaje en ese sentido. En una entrevista concedida a la revista Playboy con motivo de la promoción de Django, Tarantino habló sin tapujos sobre una posible retirada: “No quiero convertirme en un director de cine viejo. Los directores no mejoran al envejecer. Quiero que mi camino artístico tenga un clímax. En un mundo perfecto, una filmografía de 10 películas estaría bien. He hecho siete.” Tarantino ha cerrado una etapa rodando un apoteósico spaguetti-western y ha llegado el momento de abrir nuevos horizontes, aunque las expectativas no son halagüeñas con un tercer volumen de Kill Bill en la agenda. Como mínimo nos quedan tres películas y servidor disfrutará emocionado con todas y cada una de ellas, sea cuál sea el camino que tome Quentin Tarantino.
Tarantino ha elevado la cuota de humor, siendo Django Desencadenado su película que más carcajadas desatará en el espectador. Mención especial para el momento protagonizado por el Ku Klux Klan, en el que el Tarantino guionista da muestras de su lucidez. Sin duda, un ‘sketch’ a la altura de los Monty Phyton que parieron la delirante La Vida de Brian. Como ya ocurriera en Malditos Bastardos, película con la que comparte una estructura parecida,entrega el papel mejor escrito a Christoph Waltz. El actor austriaco cambia al oficial de las SS, Hans Landa, por el dentista y cazarrecompensas, King Schultz, convirtiéndose en el amo de la función y eclipsando a la gran estrella, Leonardo Di Caprio. De momento, los Globos de Oro han reconocido su labor, ¿ocurrirá lo mismo en los Oscars?
En Django Desencadenado nos encontramos con el Tarantino más gamberro. Incluso en algunos momentos parece estar parodiándose a sí mismo, lo que puede ser sinónimo de agotamiento creativo. Su explosivo cameo en la película puede interpretarse como un mensaje en ese sentido. En una entrevista concedida a la revista Playboy con motivo de la promoción de Django, Tarantino habló sin tapujos sobre una posible retirada: “No quiero convertirme en un director de cine viejo. Los directores no mejoran al envejecer. Quiero que mi camino artístico tenga un clímax. En un mundo perfecto, una filmografía de 10 películas estaría bien. He hecho siete.” Tarantino ha cerrado una etapa rodando un apoteósico spaguetti-western y ha llegado el momento de abrir nuevos horizontes, aunque las expectativas no son halagüeñas con un tercer volumen de Kill Bill en la agenda. Como mínimo nos quedan tres películas y servidor disfrutará emocionado con todas y cada una de ellas, sea cuál sea el camino que tome Quentin Tarantino.