De principio a fin, este filme te lleva por los vericuetos de los pueblos polvosos, de la sequía, no sólo de la tierra, sino de la gente; sequía de posibilidades de vida y de honestidad... el calor arrasador no se comparará con lo arrasador de la violencia y de la ignorancia, de la pobreza y de la doble moral.

Luis Estrada y Jaime Sampietro (en la colaboración del guión), han demostrado ser una mancuerna explosiva cuando se trata de hacer comedia política de humor negro... ¿qué digo? ¡negrísimo! Con diálogos inteligentes y perfectamente creíbles, llenos de crítica social y de denuncia, "El Infierno" retrata de manera sublime la realidad contemporánea de México.

Las actuaciones son excelentes, todas y cada una de ellas (el único flojón es Mauricio Issac, que caracteriza al hijo del mero capo Reyes). Se nota el equipo en la cinta y que, actores y actrices, creen en el proyecto... y eso se ve pocas veces. La fotografía, música, vestuario y efectos especiales, no se quedan atrás, todo está en su lugar y sin aspavientos. La forma de resolver problemas temporales con creatividad, también se agradece, puesto que no se trataba de despilfarrar recursos (como en la mayoría de producciones hollywoodenses), que, como podemos ver, en México no sobran.

"El Infierno" está aquí y es de agradecer que nos muestre la realidad de manera tan cruda, pero con tanto humor, porque de otra manera, sería insoportablemente terrible.

Hay que hacer notar que durante la función, aparte de risas, hubo aplausos, sobretodo en las alusiones directas a los políticos involucrados con la tristísima situación actual del país, de la cual, son directamente culpables. Así que, además de todo, sirve para hacer catarsis.

Finalmente, resaltar el valor, no sólo del arte de esta película (en toda su extensión), sino de Luis Estrada por atreverse a decir verdades que pocos quieren escuchar... L@s mexican@s deberíamos estar agradecidos de que todavía nos quede buen cine.

Bicentenario: nada que festejar

Esta película, docu-ficción, es un signo de la época. Cine de medio oriente que intenta retratar, denunciar, su realidad. "Buda explotó por vergüenza" es una imprescindible de este género. Aunque se le nota inmadura, la directora logra, aun con su corta edad, transmitir con bellas imágenes su mensaje: niñas/mujeres sometidas, niños/hombres violentísimos, adultos indiferentes, tierras áridas de esperanza. La pequeña protagonista de éste filme es especialmente conmovedora en su ser pequeñito y con su gran persistencia (tozudez o necedad le llamarán algun@s), el resto cumplen con su cometido de acompañarla en su historia que es la de un pueblo sometido a las violencias internas de las guerras civiles y el fundamentalismo, y a las violencias externas de la ambición por el petróleo y la hegemonía. Esta niña, pequeña luchadora social sin saberlo, sólo quiere ir a la escuela para aprender historias divertidas, quiere saber leer y un cuaderno se vuelve el signo, la metáfora, de su propio ser; un cuaderno que intenta ser, un cuaderno que se ve expuesto, violentado por su entorno... todos quieren sus páginas. Al igual que las "Tortugas también vuelan", con la que es imposible no hacer la comparación, pretende, a través del mundo infantil, mostrar el mundo adulto, ridiculizando y haciendo aún más evidente la violencia con la que vivimos y a la que nos hemos acostumbrado, cayendo en un catastrófico adormecimiento. No le pongo mejor nota porque a la novel directora le falta madurar, porque sería injusto con películas tan redondas y perfectas como "Las Tortugas también vuelan", de temática similar, pero que consigue mantener al espectador en la orilla del asiento, llorar y reír con sus protagonistas, algo que Hana Makhmalbaf no consigue del todo. "Buda explotó por vergüenza" es una promesa de otras mejores que seguramente vendrán con la experiencia de esta joven directora; es un filme bueno, plagado de buenas escenas que seguramente quedarán fijadas en la mente del espectador pero aún le falta soltura para ser del todo conmovedora.

Hay que advertir que probablemente, ésta película llegue más mujeres que sepan lo que es luchar contra el medio para lograr lo que desean... para que ésta historia entre se debe permitir el paso... lo cual se puede interpretar también como un error de dirección y de guión.

Lo mejor de lo mejor que he visto en animaciones para bebés y niñ@s pequeñ@s. No solo el minimalismo en su diseño, sino el gran sentido del humor, hacen de ésta serie algo unico. Pero no sólo eso, sino que estamos frente a un guión que respeta a los y las pequeñas, tratándolos como se merecen, como seres pensantes, capaces de reflexionar sin que se los den todo masticado o hablado como idiotas como lo hacen muchos otros programas (Barney, los teletoobies, etc, etc.). Los personajes son entrañables (a mi me encanta Pato) y llenos de carácter. Por otro lado, Pocoyó logra hablar de valores importantes sin ser ñoño; éste es uno de sus mayores aciertos. Nunca lo he visto especialmente cursi, aunque es tierno; es divertido sin ser superficial y además, tiene otro plus, que es la desbordada imaginación sumada a problemáticas reales de los niños y las niñas. Por ejemplo, el capítulo en que Pocoyó busca un tesoro, el tesoro que encontrará es simplemente maravilloso y no se trata de juguetes (que promueven el consumismo), ni dulces, ni dinero (sólo eso faltaba) ¿qué encontrará Pocoyó? para mi gusto, ese capìtulo, es el paradigma y la tesis de la serie... eso si, nunca me pierdo un capítulo y lo disfruto tanto como mi hija.

Altamente recomendable para padres y madres que estén buscando una serie inteligente, educativa y divertida para sus hijos e hijas.

Me parece que Nirvana no goza del mérito que debiera. Aunque no es la propuesta más innovadora, es una película completa, con buenas actuaciones, efectos, fotografía y guión. Anterior a Matrix, ya propone una situación en donde la realidad del personaje se cuestiona y es causa de angustia existencial y cambio... sólo que no gozaba de la producción de Hollywood y su capacidad de publicidad y distribución.

Desde mi punto de vista, es una película que vale la pena ver y darle una oportunidad... que cada quién se haga su propia opinión.

Una película con ese título corría el riesgo de ser muy mala, panfletaria. Pero es una gran sorpresa, tiene un fuerte mensaje que se entrega en un paquete encantador.

El filme transcurre de manera ligera, con humor y repleta de momentos muy reales. El retrato de la comunidad mexicana-chicana en los Estados Unidos (particularmente en Los Ángeles), es fiel. La fotografía es extensiva en éste asunto y no deja detalles a la suerte; los locales, los colores, la gente del barrio, los santos, la música (con sus músicos), están tan bien retratados que permiten incluso disfrutar los olores de cada rincón que se muestra. Si a eso le sumamos que cada personaje es absolutamente creíble, tenemos un gran porcentaje de la película ganado.

Pero eso no es todo, ni lo más importante. Tenemos el guión. Un guión perfectamente trabajado, en donde cada diálogo es creíble, sobretodo para quienes conocemos de cerca a la familia promedio mexicana. El tema de las curvas de las mujeres, se desliza de forma suave a lo largo de la historia de Ana y su familia, de Ana y su lucha, de Ana y su adolescencia, de Ana y su independencia, de Ana y su autoestima, de Ana y su ser mujer, de Ana y su trabajo, de Ana y su identidad, de Ana... finalmente, las curvas de las mujeres es un pretexto, una metáfora de la libertad, de la autodeterminación, del ser dueñas de sí mismas, no es una oda contra la anorexia. Afortunadamente, es un filme bastante más inteligente que un panfleto anti-delgadez y profundiza en los verdaderos retos de las mujeres, que a al final del día se pueden simbolizar en si te importa o no la celulitis, pero que se sabe que es sólo un símbolo, no la lucha en sí misma.

Las actuaciones son muy buenas. América Ferrera está estupenda, pero quien se lleva el galardón es Lupe Ontiveros en su personificación de madre mexicana conservadora y de recién acceso a la clase media (mexicana). La historia, que fácilmente podría caer en tópicos, sorprende con su sencillez. Las cosas no son tan dramáticas, no son tan difíciles, no son tampoco tan fáciles... son como son, y así lo retrata Patricia Cardoso.

Recomendable, muy recomendable, no solo para las mujeres que deseen una historia de reivindicación a la inteligencia sino a todo el público dispuesto a compartir de manera inteligente y solidaria la vida.