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España España · Barcelona
Críticas de Harry Lime
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Críticas 53
Críticas ordenadas por utilidad
10
15 de mayo de 2006
262 de 299 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es de noche, un coche circula a gran velocidad por las calles de la ciudad y de el se apea un hombre malherido...así comienza “Perdición”, un rotundo, demoledor y noqueante ejercicio de “film noir”, basado en una novela de James M. Cain, con uno de los guiones más extraordinarios jamás escritos para la pantalla del propio Billy Wilder y de Raymond Chandler. Con un ritmo trepidante y una gran tensión visual, la soberbia dirección del genio vienes trasciende y dinamita las convenciones del género y dibuja un perverso y audaz -para la época- relato de pasión, asesinato y muerte. Una de las cumbres indiscutidas del cine negro “Perdicion” es una joya que gira alrededor de la figura sensual, maquiavélica y pérfida de una de las “femmes fatales” más fascinantes del celuloide -una turbadora Barbara Stanwyck- que seduce a un cínico Fred McMurray desde ese plano sublime -de un erotismo de alto voltaje- de sus piernas bajando por las escaleras con una pulsera en su tobillo a modo de metáfora de la unión inseparable de unos personajes al borde del abismo, atrapados por la larga sombra del destino, donde un meticuloso plan de conspiración para asesinar se acabará convirtiendo en una imparable espiral de violencia, degradación moral y autodestrucción. Un larguísimo flashback, la voz en off de Fred McMurray y un casting milagrosamente bien escogido y en estado de gracia, con un trabajo excepcional de los tres protagonistas, son los instrumentos de que se sirve Billy Wilder para contarnos esta absorbente y tórrida historia bañada por las luces y las sombras de la fotografía en blanco y negro, de tintes expresionistas, de John Seitz y la sugerente y tensa música de Miklos Rozsa que potencian la atmósfera malsana y asfixiante del film a la perfección y que nos conducen de forma inexorable hacia un memorable doble final, de poderosa carga dramática y un lirismo arrebatador, donde las pasiones dejan paso a los sentimientos más ocultos, donde se cierra definitivamente el circulo mágico de un film estremecedor con ese inolvidable plano final en el que el protagonismo de un cigarrillo, una cerilla y el marco de una puerta que no podemos llegar a traspasar da el sentido postrero a esta obra maestra absoluta del CINE con mayúsculas de uno de los mas geniales guionistas y directores de todos los tiempos.
Un film inolvidable, para ser visionado con devoción y respeto en imprescindible VOS.


Francesc Chico Jaimejuan

Barcelona 15 de mayo de 2006
Harry Lime
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10
19 de septiembre de 2005
228 de 261 usuarios han encontrado esta crítica útil
La coherencia interna del cine de Sam Peckinpah es algo que esta fuera de toda duda, y en este sentido “Grupo salvaje” es un film que es a la vez compendio y resumen de una forma de entender la vida, regida por unos códigos no escritos pero con una fuerte carga ética y moral. Considerado como uno de los primeros westerns crepusculares de la historia, en “Grupo salvaje” los límites entre el bien y el mal se difuminan, aunque Peckinpah no deja lugar a dudas respecto a sus preferencias personales, decantándose con meridiana nitidez por los forajidos que encabeza Bishop (Holden), en contraposición al grupo de los facinerosos caza recompensas que dirige Thornton (Ryan), viejo amigo y compañero de fechorías de Bishop, que busca conseguir con su captura su indulto total después de salir de la cárcel. Film que nos habla de desarraigo, honor, dignidad y amistad traicionada, sus protagonistas son hombres cuyo tiempo se ha acabado, que no tienen ni lugar ni futuro en el nuevo mundo que viene. El viejo, el suyo, se desmorona a su alrededor y solo les queda como única salida valida unirse para ir puntualmente a la cita con su destino.
El impecable guión de W. Green y el propio Peckinpah, el soberbio montaje de L. Lombardo, la extraordinaria fotografía de L. Ballard, la hermosa partitura de J. Fielding y unas interpretaciones sensacionales de los protagonistas y de esta galería de secundarios de lujo que formaban parte del universo de Peckinpah, todo bajo el control de un director en plena madurez creativa, contribuyen a hacer de “Grupo salvaje” no solo uno de los mejores westerns de la historia, sino una obra maestra absoluta de imperecedera huella en la historia de lo que hemos venido en llamar el “Séptimo arte”.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Harry Lime
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9
10 de mayo de 2006
186 de 204 usuarios han encontrado esta crítica útil
Clásico inmarchitable del cine español de todos los tiempos “Plácido” es unas de las obras maestras indiscutibles y fundamentales de la filmografía de Luis García Berlanga. Rodada en el momento cumbre de su creatividad, en un periodo oscuro donde la feroz censura del régimen franquista agudizaba el ingenio y la imaginación de los guionistas “Plácido” se transforma, siguiendo el hilo conductor de un alambicado, pérfido y malévolo guión del propio Berlanga y Rafael Azcona y bajo la afilada dirección de un Berlanga -lejos de la ternura que destilaba su mirada en anteriores trabajos- en una falsa comedia coral y en una amarga, pesimista y cruel reflexión sobre la sociedad española de la época. Deudora en parte del neorrealismo tardío, tanto en la forma como en el fondo, “Plácido” es al mismo tiempo una visión vitriólica de la realidad y un retrato despiadado e inmisericorde de la España de la pandereta, profunda, negra y reaccionaria que desgraciadamente sigue vigente en amplios sectores de la sociedad española actual. Con “Plácido” Berlanga disecciona y hace pedazos -con su habitual lucidez- a una sociedad hipócrita, mezquina y provinciana de doble moral donde lo más importante son las falsas apariencias, que predica la caridad pero que no la practica, a la que le molesta la pobreza pero que no hace nada por erradicarla y que necesita poner en marcha una cruel farsa, en forma de campaña navideña, bajo el lema “siente un pobre a su mesa” para lavar sus conciencias. Con un reparto irrepetible de grandes actores en estado de gracia, donde seria injusto destacar a nadie, Berlanga se mueve como pez en el agua en ese cine coral tan querido por el y en el que ha sido maestro y referencia absoluta. Trufada de secuencias memorables, no por esperpénticas y surrealistas menos dramáticas, son especialmente inolvidables la que se desarrolla en los lavabos públicos y sobre todo la larga, genial y milimétrica secuencia -de una sátira mordaz demoledora- en la que el repentino empeoramiento del estado de salud de uno de los pobres, gravemente enfermo, desencadena una situación cómico-patética que pone en evidencia todas las miserias de esa sociedad amoral. Obra maestra de imprescindible visionado.

Francesc Chico Jaimejuan

Barcelona 10 de mayo de 2006
Harry Lime
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10
15 de mayo de 2006
196 de 242 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film polémico como pocos, “Muerte en Venecia” siempre ha sido fuente de discusión entre los cinéfilos de todo el mundo. Desde quien la considera una obra maestra absoluta y la obra cumbre de Visconti, hasta quien opina que es un film fallido del maestro milanés, decadente y de un esteticismo afectado que lastra negativamente el film. En cualquier caso “Muerte en Venecia” es sin ningún genero de dudas un film fascinante y se hace muy difícil, por no decir imposible, olvidar la serena belleza de sus imágenes bañadas en la sublime música del Adagietto de la 5ª Sinfonía de G. Mahler.
La fuerza poética que destila cada uno de sus planos no ha perdido nada de su fuerza visual con el paso de los años, y son el reflejo perfecto de la fusión de los universos Manniano, Viscontiano y Mahleriano, tres mundos distintos y a la vez complementarios. Nadie podía filmar la búsqueda de la belleza absoluta salvo un director con el legado cultural y el genio creador que poseía Visconti Duque de Modrone, obsesionado en la constante búsqueda de la “belleza de lo sublime”, y que baña el film de una pátina de melancolía y de un cierto fatalismo de espíritu por un mundo que se derrumba.
Una forma de entender el cine basada en una puesta en escena brillante y barroca, una ambientación perfecta que roza la obsesión y una técnica impecable, hacen del cine del maestro milanés una experiencia vital inigualable. Probablemente uno de los mejores directores de actores de toda la historia del cine es obligado hablar de la maravillosa, y poco recompensada, interpretación de Dirk Bogarde impagable en su papel del compositor Gustav von Aschenbach “alter ego” del propio Gustav Mahler, que busca en Venecia la paz de espíritu y donde encontrará al joven Tadzio, encarnación de la belleza física, por quien se sentirá irremediablemente atraído, que le inspirará nuevos deseos de vivir y renovados anhelos de creación artística, y que sin embargo acabará por llevarlo a la muerte en una de las secuencias más sublimes, fascinantes y misteriosas de la historia del cine, mientras contempla como Tadzio, que dirige su mirada hacia el, señala con el dedo un punto perdido en el horizonte.
En fin, un film asombroso, sublime, testamento fílmico de un artista que no encajaba con el siglo que le toco vivir y cuyo espíritu se podría resumir en la frase que Visconti deseaba que fuese el eslogan promocional del film.....”Quien ha contemplado la belleza con sus propios ojos está consagrado ya a la muerte”.


Francesc Chico Jaimejuan

Barcelona 15 de mayo de 2006
Harry Lime
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10
5 de junio de 2008
160 de 172 usuarios han encontrado esta crítica útil
A partir de “Senso”, Luchino Visconti aborda y desnuda en sus films su contradictorio y complejo mundo interior. La destrucción del núcleo familiar; la decadencia de una clase social, -la suya-, y la degradación moral serán los ejes básicos de sus tres indiscutibles obras maestras: “Rocco y sus hermanos”; “El Gatopardo” y “Muerte en Venecia”.

Adaptación de la novela homónima de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, enmarcada en la convulsa Italia del Rissorgimento, el Don Fabrizio de “El Gatopardo” es el “alter ego” del autor y el de un Visconti plenamente identificado con un personaje al que ama.

El estallido de la revolución garibaldina obliga a Don Fabrizio (sublime Burt Lancaster) a refugiarse con su familia en su residencia de Donnafugata. A su llegada será recibido por Don Calogero (Paolo Stoppa), alcalde y máximo representante de la vulgar burguesía dominante, a la que desprecia, pero a la que tendrá que aceptar con resignación cuando su sobrino Tancredi (Alain Delon), alistado en el ejercito garibaldino, -si queremos que todo quede como esta, es preciso que cambie todo-, se prometa con Angélica (una Claudia Cardinale de una belleza provocadoramente vulgar), hija de Don Calogero, asumiendo la llegada de un tiempo en el que no hay lugar para el.

Último representante de una clase social a caballo entre el viejo orden y el nuevo que se avecina, toma conciencia lúcida de que no encaja en ninguno de los dos. Crónica de la decadencia de una clase social, la aristocracia, y del surgimiento de otra, la burguesía, “El Gatopardo” emerge como un inmenso fresco histórico de una belleza apabullante, como uno de los mejores films de su autor y de la historia del cine.

Con una dirección magistral y una puesta en escena de fuertes influencias pictóricas, “El Gatopardo” se sustenta en un guión rico en detalles y matices de Suso Checci D’Amico y Enrico Medioli entre otros, al que Visconti viste con las mejores galas, arropado por la brillante fotografía de Giuseppe Rotunno, el suntuoso vestuario de Piero Tosi y la inmortal partitura de Nino Rota, -que adaptó una sinfonía suya inacabada, y recuperó un vals inédito de Verdi-, para regalarnos esta hermosa, lúcida y barroca reflexión sobre un mundo que se extingue serenamente en los dulces brazos de la muerte.

En nuestras retinas quedan grabados para siempre momentos de gran cine: La entrada de una deslumbrante Angélica en la cena de bienvenida a Donnafugata; la larga secuencia de la fiesta, -imprescindible para comprender el sentido último de un film irrepetible-, y sobre todo ese momento mágico en el que un Don Fabrizio cansado y una bellísima Angélica, vestida de blanco, bailan un vals como metáfora viva de un pasado que se extingue y un futuro que ya es el presente, y de que efectivamente “todo ha cambiado para que todo siga igual”.

Obra maestra absoluta y lección suprema de cine, no apta para todos los públicos.

Francesc Chico Jaimejuan
5 de junio de 2008
Harry Lime
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