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Críticas de Marco Antonio Rodríguez Porcel
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
9
11 de julio de 2006
100 de 111 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es la mejor película de guerra que he visto, pero el mejor Hitler que he visto. Y que no se me malinterprete: me refiero al trabajo que hace Bruno Ganz. Por expreso deseo, esperé a ver la película hasta que se estrenó en DVD, para poder escucharla en alemán, con subtítulos, y no me arrepentí. El doblaje en castellano no es que esté mal, pero sí muy lejos de llevar la sensación de fiera acorralada que el actor alemán imprime a Hitler. Por decirlo de otra manera: Bruno Ganz, en esta película, ES Hitler, y, hasta donde sé por lo que he leído, no lo es porque le imite sin más, lo que lo hace aún más meritorio. Si en los Oscar de ese año hubo una película capaz de hacerle sombra a la representación española, fue esa.
Como tengo la suerte de conocer a un berlinés cuya madre vivió en la capital prusiana toda su vida, he podido contrastar con él lo que sucedió en aquel inmenso campo de ruinas. La gigantesca morgue berlinesa, realmente, existió, tal y como aparece la ciudad en la película. Los rusos hicieron muy bien su trabajo, que no era otro que vengarse, y es lo que se refleja aquí. Eso sí, no aparece nada en la película sobre las cientos de miles de alemanas violadas; sólo muertos y heridos por doquier, pero ilustra bastante bien lo que fue uno de los episodios de más espantoso sufrimiento de la población civil durante la guerra que terminó en el 45.
Los persoonajes que acompañan a Hitler también están a la altura, desde la secretaria a la propia Eva Braun (me parece la segunda interpretación más notable de la película, y eso que el papel es secundario). El sonido es impresionante, y no podía serlo menos cuando apenas hay un par de minutos sin escuchar explosiones o tiros. Esa mezcla de orgía, muerte y locura que representan muchos SS da el toque surrealista ideal para aquel deleznable régimen de opereta. Es cine europeo, con un director europeo, pero con las trazas de una superproducción norteamericana. Genial, terrible, imprescindible.
Marco Antonio Rodríguez Porcel
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9
29 de junio de 2006
25 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé por qué se le da una puntuación tan baja (de partida) a una magnífica serie de televisión protagonizada por dos actores como Strauss y O´Toole. Al margen de sus interpretaciones, que son brillantes, la historia que se narra se ciñe bastante a los hechos históricos que tuvieron lugar en el año 73 de nuestra era. Masada (Metzada, "fortaleza" en hebreo) fue el último bastión de la resistencia judía a la dominación romana, y la gesta de aquellos zelotes tuvo una más que digna traslación a la televisión dos mil años después. El tratamiento de los personajes es bastante profundo: conocemos sus miedos, esperanzas, motivaciones, miserias...; un 6,1 se queda corto. Lo cierto es que aquella miniserie de televisión (qué rabia haberme perdido el último capítulo de cuatro) fue emitida a mediados de los Ochenta en España, y desde entonces no ha vuelto a reponerse. Creo que es un gran error, pero de eso está llena la gestión del ente público.
Marco Antonio Rodríguez Porcel
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8
16 de agosto de 2006
33 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como la crítica no puede exceder los 3000 caracteres, diré en defensa de la película que tiene méritos suficientes para tener esta calificación: actuaciones, caracterización, vestuario, banda sonora y fotografía.
Ahora repasemos las dos críticas que se le achacan con más frecuencia a la película: antisemitismo y tendencia al "gore" gratuito.
Respecto al antisemitismo, nunca he oído o leído algo tan absurdo. Primero, porque viene, naturalmente, o de círculos judíos o de pseudoilustrados que ven en cualquier caracterización negativa de lo judío algo antisemita. Veamos: para empezar, el héroe de la película (permítaseme el calificativo) resulta que es tan judío como los sacerdotes que le condenan. Y judío de pura cepa, con pedigrí, si queremos referirnos a eso: nacido allí, de raza semítica, y no un yiddish de Centroeuropa, por ejemplo. Judíos son sus apóstoles, María, la Verónica y la Magdalena. Judíos son José de Arimatea y los otros sacerdotes a los que el Sanedrín (que no estaba reunido en pleno, sólo quienes convenían a Caifás) expulsa del juicio con cajas destempladas. Judío es el buen ladrón (probablemente, un zelota que había combatido a los romanos). Pero, claro, conviene decir que es antisemita, porque son judíos quienes le entregan a los romanos. Por cierto, tal y como dicen los cuatro evangelios canónicos (escritos por judíos, de paso), textos a los que entonces habría que tachar también de "antisemitas". Por supuesto, sé que alguien podría decirme ahora que todos los que yo llamo "buenos judíos de la película" son en realidad cristianos, y no judíos. Pues no: originalmente, los ritos cristianos estaban tan impregnados de lo judaico (hasta la circunsición se practicaba) que no eran sino una corriente como podían serlo las de saduceos, escribas o fariseos (con estos últimos parece que Jesús simpatizaba bastante, pese a criticarles). Así que aquí, en esta película de Cristo, no hay "cristianos" tal y como lo entendemos hoy. Hay corrientes en la religión judía que chocan: la visión de la casta sacerdotal, aferrada a la tradición y a sus privilegios, y la de un hombre que quería liberarles de dicha visión dogmática.
En segundo lugar: se dice que la película es un lamentable espectáculo de sangre, gore, violencia gratuita. No tengo mucho más espacio, pero añadiré que si se va a abordar, desde una calificación moral de Mayores de 18 años, la tortura y muerte de un hombre, ¿qué se espera ver? ¿Un poco de salsa de tomate?
Marco Antonio Rodríguez Porcel
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10
28 de julio de 2006
25 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y recurro al título popero y ochentero no porque Mecano tenga nada que ver, sino porque se trata de los marcos superior e inferior en que se desenvuelve de menos a más el protagonista de la historia. Una historia de tramperos y cazadores, de montaña y senderos ocultos, de indios y de colonos. Una de ésas historias que, aunque como dice la canción de la película, "no es la historia que uno se había estado imaginando", sigue llegando muy profundo. Es, probablemente, el mejor western con la naturaleza como protagonista, y, de excusa, la historia de un hombre que sale en busca de la montaña y de sí mismo.
Pocas veces he visto películas donde el diálogo quede relegado a magras conversaciones: porque, de hecho, diálogo hay, pero no demasiado. Se quiere que el espectador entienda qué es eso de estar en la montaña, en mitad de la nada y, sin embargo, en mitad de todo. Es lo que le pasa a un inexperto Jeremiah. Diría que, a raíz de esa película, Redford guardó un vivo interés en los exteriores paisajísticos de grandes planos generales, y que luego ha utilizado prolijamente en las películas que ha dirigido él mismo desde "El hombre que susurraba a los caballos". Y eso, desde luego, no tiene nada de malo: es un regalo para la vista.
Esa canción que se oye de vez en cuándo es una especie de "leiv motiv" y de epitafio a la vez, con el estribillo diciendo algo así como "el camino por el que vas errante es el camino que eliges; el día que te demoras es el día que pierdes". La canción (no sé quién la canta, casi creí una vez que era el propio Redford) resume los por qués, los qués y los quiénes de esta historia. No se busca al héroe, pero éste acaba por serlo para quienes menos cabía imaginar:para los indios. Hablando de indios: Delle Bolton, que interpreta el papel de "Cisne", está espléndida, como todos los demás. Pero, en este caso, me refiero a algo más que su papel, que desempeña con holgura.
Si tuviese que escoger un par de escenas, y, dado que alguno de mis predecesores ha elegido ya la del final, con el gesto de triunfo de Jeremiah ante el indio crow cuando se saludan, serían estas dos: la del hallazgo del cazador muerto con el rifle del 50 que Jeremiah buscaba y la de la mujer loca, cuando él se da cuenta de que tendrá que hacerse cargo del niño personalmente.
En resumen: una película para palomitas y para pensar, pero antes lo segundo que lo primero. Una fotografía impecable, un soplo de aire fresco (de la montaña, seguro) aún más de treinta años después de estrenarse. Impresionante, imprescindible, inolvidable.
Marco Antonio Rodríguez Porcel
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9
16 de agosto de 2006
20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo primero que exijo en una película basada en hechos reales es que respete precisamente esos hechos, y ésta lo hace. A comienzos de los ochenta, antes de que "El Jinete Pálido" de Eastwood revitalizase el género, muchos daban al "western" por caducado y tirado al cubo de los desperdicios. Sin embargo, el mejor Walter Hill se rodeó de una cohorte de hermanos y se inventó esta pequeña joya, de las que crean culto.
Forajidos de leyenda trata de traspasar precisamente eso, la leyenda, para ir a la realidad misma de unos hombres desarraigados en su propia tierra por la guerra que perdieron. La historia de Jesse James representa a la de muchos hombres del Sur que no pudieron adaptarse a la nueva realidad creada tras la derrota en contienda civil, y en la película ese mundo aparte queda patente durante la fiesta de bodas del propio Jesse, con esa bandera confederada que cuelga ya anacrónicamente de una viga, y sin que veamos a un solo negro bailando. Hasta donde he podido averiguar, los hechos que vemos se produjeron tal cual nos cuentan.
La película nos permite disfrutar de personajes bastante labrados, desde el frío James, pasando por el racional y dependiente Frank al indómito y despreocupado Cole Younger. Hay otros más desdibujados, pero los principales funcionan; también podemos conocer algo de ese Sur rural recién derrotado, aunque, insisto, es extraño que no aparezca ni un negro en toda la película; los planos amplios nos dejan recrearnos tanto en el paisaje como el uso de la cámara lenta (en momentos acertados, incomparable la secuencia en que atraviesan un escaparate) nos permite no perder detalle de ciertas escenas de acción. "Qué lejos queda Missouri", se lamenta Cole Younger en determinado momento. Qué lejos queda esta forma de hacer cine... y eso que Walter Hill no ha llegado a ser uno de los grandes.
Recomiendo la banda sonora de Ry Cooder: imprescindible.
Marco Antonio Rodríguez Porcel
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