Yo dije que mi película favorita era "el bueno el feo y el malo", hasta que llegó mi hora...

Alguien dijo que Charles Bronson era mediocre, hasta que llegó Harmónica...

Alguien dijo que los antagonistas no eran importantes y carismáticos, hasta que llegó Frank...

Alguien dijo que Katharine Hepburn era la más guapa, hasta que llegó Cardinale...

Alguien dijo que los villanos cómicos eran estúpidos y cobardes, hasta que llegó Cheyenne...

Alguien dijo que la música en el western era fútil, prescindible, hasta que llegó Morricone...

Alguien dijo que con Ford moría el western, hasta que llegó Peckinpah...

Alguien dijo que Sam fue quien verdaderamente revolucionó el western, hasta que llegó Leone...

Muchos dijeron que ya lo habían visto todo, hasta que llegó su hora.

Desde hacía bastante tiempo que quería ver una película del famosísimo Burt Lancaster, quizás más conocido como el sheriff Wyatt Earp. En esta película esperaba encontrarme un protagonista frío, sereno, un Eastwood bucanero y, para mi sorpresa, pude disfrutar de una comedia de aventuras que desafortunadamente no se cultivan ni se admiran tanto hoy en día siendo difícil que esto vaya a cambiar.

No me gusta valorar las opiniones de otros usuarios pero me llama poderosamente la atención la intransigencia de algunos usuarios ante estas películas carentes de efectos especiales, con unas tramas aparentemente burdas para lo que son las películas de hoy, plagadas de efectos especiales, con mejoras de la imagen y con unos medios inalcanzables en aquellos tiempos para tener unas perspectivas de lujo. En mi opinión, y rodada en 1952, esta película en aquella época debió de haber sido un éxito impagable, con escenas cómicas, un incipiente cine a color y una elaboración del atrezo digna de alabanza. No pretendo criticar la posición de nadie pero a mí me parece que la época en la que se desarrolla la película ( y con esto me refiero a cualquiera) juega un papel muy importante en la valoración ya que desde mi punto de vista no se puede comparar el cine de los 50 con el de siglo XXI, es como comparar a Connors con Federer o a Pelé con Messi, son formas distintas de entender sus respectivas disciplinas, en este caso el séptimo arte que ha sufrido una notoria evolución desde entonces cambiando nuestra forma de entenderlo.

Una vez hecho este paréntesis me quedo con la encomiable labor de decorado y fondos, la no desapercibida actuación de Burt Lancaster, su inseparable y malhumorado amigo y una trama que puede parecer insulsa pero que mantiene al espectador entretenido en todo momento con escenas que no se olvidan fácilmente combinado con un final que ya ha sido muy explotado en los últimos años pudiendo parecer cursi pero pionero en sus tiempos. De ahí agradecer esta agradable hora y media que ha sido capaz de proporcionarme " El temible burlón". 7.25

Hablar de la neutralidad y de la ausencia de prejuicios en esto del séptimo arte sería una ingenuidad. Tengo que confesar que no partía con buenas expectativas sobre la película de Sorrentino. Después de haber leído la sinopsis y haber echado un vistazo a las críticas, creía conocer bien el percal y todo apuntaba a que esta película no iba conmigo. Aún así, decidí darle la oportunidad. En esto del cine uno siempre se puede llevar gratas sorpresas, ahí reside su grandeza. Además, salía Sean Penn, un actor en mi opinión muy versátil y al que iba a ser interesante ver encarnando este excéntrico personaje.

Y comienza la película, en pantalla ritmo lento, grandes planos y música estimulante. Se introducen los personajes, sin mucha profundidad... sin mucha determinación, combinándose buenas secuencias con otras francamente prescindibles. Sin embargo el asunto no es tan simple... tal vez ésta sea una de esas películas en las que, o uno se adentra y disfruta, o bien se queda fuera y la cinta no pasa de bodrio insustancial. Personalmente he disfrutado con muchos momentos, especialmente aquéllos que se alejan un poco de la burda trama y hacen hincapié, con esos primeros planos "Leonianos", en los sentimientos de los personajes, como la lírica escena del This must be the place. Escenas como ésta, algunos colosales planos, los gritos de rabia y desesperación de un muy creíble Sean Penn, hicieron que por momentos me sobrecogiese, olvidase las importantes carencias de un guión que lastra en ocasiones la película y simplemente disfrutase del despliegue visual y acústico.

Tal vez suene surrealista hablar así de una película a la que la crítica ha vapuleado sin pudor pero ,como ocurre con otras, ésta es una película de momentos, de pasar de una escena superficial y fútil a otra en la que con dos detalles se te ponen los pelos de punta. Esto no es un largometraje consistente, sin fallos y con una sola lectura, no, tira más de sensaciones, escenas y momentos puntuales, escenas en las que algunos verán banalidad y estupidez pero en las que un servidor ha conseguido conectar directamente con las esencias de la película rememorando, salvando las distancias evidentemente, el cine de Leone.

Afortunadamente, tras tanta irregularidad, he conseguido olvidar lo negativo y sólo dejar en la memoria los magníficos planos de Dublín y de la vasta llanura americana, el metafórico final, la buena fotografía y la música, que hoy han conseguido estimular sensaciones, como diría Taylor, tan burdas y cavernarias como las mías.

Desde este sectario y personal recuerdo, recomiendo la película, con poca cabeza y mucho corazón.

Es difícil empezar una crítica cuando ésta va dirigida a una de las mayores obras de arte que el séptimo arte ha dado. Antes de hablar de la película no estaría de más hacer un llamamiento a todos los amantes del cine que aún no han disfrutado de " El golpe", una película que va más allá de los gustos, que es capaz de envolver tanto a niños como adultos y que reúne todos los ingredientes que una obra maestra requiere ganándose a pulso el estar entre los fijos de cualquier cinéfilo que se precie.

Pocas películas se ganan el derecho de " trascender del bien y el mal" y sin duda alguna ésta lo tiene. Después de la gloriosa década de los 60 cinematográficamente hablando, George Roy Hill nos demuestra una vez más sus espectaculares dotes como director superando con creces el notable western "2 hombres y un destino" de 4 años antes. Una vez más, esta pareja de titanes (Newman y Retford) es capaz de encandilar al espectador con una complicidad y desparpajo ante las cámares digno de alabanza. Una sociedad irrepetible con el permiso de la dupla Walter Matthau y Jack Lemmon.

La puesta en escena es envidiable, tremendo perfeccionismo de mano de Roy Hill que no dejó ni un detalle al azar, una máquina donde todas las piezas funcionan al unísono brillantemente. En todas las escenas encontramos un atrezo acorde a la situación y un vestuario que encaja perfectamente con cada personaje, cada uno con una forma de vestir acorde con su personalidad siendo imposible olvidar a Paul Newman, el hombre perfecto y seguro de sí mismo, con su impoluto traje cada vez que aparece en escena. Otro factor determinante en la película es la celebérrima banda sonora de Marvin Hamlisch que acompaña a la película en todos los momentos álgidos quedando, por ejemplo, para la posteridad la escena final acompañada de este placer para los oídos.

Poco más se puede decir de esta exquisitez a la que se sitúa dentro del género de intriga pero que debido a su monumentalidad se la podría considerar madre de varios géneros. Me gustaría mencionar también a Robert Shaw, al que encontraba irreconocible después de " desde Rusia con amor", éste borda su papel aunque quizás su actuación se ve empañada por los 2 colosos Paul Newman y Robert Retford que, como ya he dicho antes, dejan en pañales brillantes actuaciones de otros mitos del cine.

Concluyendo, película apta para cualquiera que quiera pasar 2 horas entretenidas y quiera deleitarse con esta obra maestra sabiendo que, cuando acabe la película, su forma de entender el cine habrá cambiado, aunque sólo sea un poco. 10.

Se pueden leer grandes críticas sobre esta película que definen perfectamente mi opinión pero creo que después de haberla visto gustosamente 4 veces podría tener algo interesante que decir. No sé si habré llegado a comprender por completo lo que trata de decirnos Eastwood pero este último visionado, el más fructífero de todos, ha hecho que me haya forjado una opinión muy sólida sobre la que, en mi opinión, es la mejor película que Eastwood haya filmado junto con "Sin perdón". Por encima de "Gran Torino".

Como dice mi título, esta película no trata del boxeo ni mucho menos, que es el punto por el que más se la puede atacar y tachar de facilona e inverosímil. Cualquiera de los combates de Rocky es más realista, apasionado y emotivo que los que nos muestra la película. Que Hillary Swank (aprovecho para decirlo, absolutamente brillante en su papel, merecidísimo Oscar) gane los combates por KO en el primer asalto es lo de menos, que los combates sean rápidos y sin emoción con la salvedad del último tampoco importa. Eastwood no hace una película de boxeo, hace una película sobre la vida mostrándonos la parte más sombría del ser humano con pasados oscuros y vidas lóbregas como la suya y la de su colega Freeman (desafortunadamente no interviene mucho pero cuando lo hace es para hacerlo magistralmente y con fuerza) entre los cuales presenciamos unos diálogos desgarradores y absolutamente magníficos, vidas opacas sólo iluminadas por una estrella que se está abriendo paso después de haber luchado contra su mísero pasado. En Million Dollar Baby la vida no es un camino de rosas, al igual que en la realidad, y Clint lo sabe mejor que nadie, hay pocos con su capacidad de trazar historias tan realistas que lleguen directas al corazón humano, historias que calan muy hondo mostrándonos el lado más cruel de la realidad.

Cuando la película llega al aparente momento álgido, con Maggie cumpliendo su sueño después de mucho sufrimiento y sacrificio, Clint nos devuelve de un tremendo directo a la realidad medio noqueados. Un giro inesperadísimo de guión que muestra cómo la vida "si no te cubres en todo momento" (frase que encierra un significado muy profundo) te manda a la lona perdiéndolo todo. Esta segunda parte de la película es más dura y nos hace reflexionar sobre lo que hemos tenido, tenemos, y lo que podemos dejar de tener. Especialmente si se ve por primera vez los debates internos que Frankie tiene en su cabeza nos desgarran por dentro cargándonos parte de la responsabilidad a la que se cree sometido. Perfecta y sutil relexión sobre cómo de diferentes son la teoría (representada por el cura y los preceptos católicos) y la práctica (sufrimiento sin parangón después de haber tocado el cielo) y el necesario pragmatismo a la hora de actuar, absolutamente inconmensurable.