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España España · Madrid
Críticas de Mengo
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Críticas 46
Críticas ordenadas por utilidad
Comprar, tirar, comprar
MediometrajeDocumental
España2010
7.8
13,812
Documental
9
17 de enero de 2011
89 de 97 usuarios han encontrado esta crítica útil
Érase una vez el día de hoy. Los ricos son muy ricos, y los pobres, muy pobres. Las máquinas destruyen recursos naturales a ritmo desorbitado, los transforman en productos elaborados-contaminados que se distribuyen beneficiando más a los intermediarios que a los productores, se consumen fugazmente y se desechan contaminando el medio ambiente. Resultado: progreso, crecimiento económico. Pero aún falla algo. Las máquinas producen a mayor ritmo del que necesitamos y no interesa tener excedentes.

En este punto comienza la película, complementando a “The story of stuff (La historia de las cosas)”. ¿Cómo mantener las ventas y la rentabilidad ante un mercado con las necesidades cubiertas? ¡Creando nuevas necesidades! Y aquí, dos vías: publicidad y obsolescencia programada. La primera es muy sutil, el efecto es que el consumidor es libre de comprar los productos a la moda: “Ya nadie lleva esos zapatos. Si quieres encajar, tendrás que comprarte unos nuevos. Y sustituye también tu antiguo móvil y tu tele.” La segunda, quizá más manipuladora, consiste en diseñar las máquinas con fecha de caducidad. “No tienes por qué cambiar de móvil. Ah, ya se te ha roto… ¡Qué sorpresa! Pues no te va a merecer la pena arreglarlo, te va a salir más caro que comprarte este otro de última generación (que, por cierto, se te romperá aún antes).”

Aunque pocos pensemos en ello, es mucho más rentable para el fabricante hacer productos frágiles. Desde los años 20 el diseño de muchísimos productos está orientado a reducir su vida útil, de forma que nadie pueda escapar al ciclo de consumismo, al ciclo de nuestra economía actual. Y esto es lo que muestra este escalofriante documental, respaldando cada afirmación con contundencia. Ya lo dijo Gandhi: “Hay suficiente en el mundo para satisfacer las necesidades de todos, pero nunca habrá suficiente para satisfacer la codicia de algunos.”

Además de lo éticamente correcto o no que sea fabricar un producto de calidad inferior, hay una consecuencia predecible. A mayor consumo, mayores desechos. ¡La basura no desaparece cuando la echamos al contenedor! En el mejor de los casos se entierra, en el peor, emigrará a países de África bajo la etiqueta de “productos de segunda mano”.

El sistema no se mantiene: un progreso infinito no cabe en un planeta finito. Desde la Revolución Industrial nos hemos vuelto esclavos de las máquinas y no al revés; nuestro tiempo, lo único que creíamos que nunca nos podrían quitar, queda hoy atrapado entre el trabajo, el televisor y esos lugares idílicos llamados centros comerciales.
Mengo
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7
5 de noviembre de 2015
74 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
Doce hombres han pisado la Luna. Solo un hombre ha caminado sobre la cuerda floja entre las Torres Gemelas, y ningún otro lo hará jamás. Se lo llamó “el crimen artístico del siglo” y sucedió la mañana del 7 de agosto de 1974: Philippe Petit, un funambulista francés, paseaba sobre un cable de acero entre las torres del World Trade Center.

“The Walk” es una historia fascinante, rodada para producir espectacularidad. La dirección de Robert Zemeckis (“Forrest Gump”, “Regreso al futuro”), la colaboración especial de Philippe Petit, la interpretación de Joseph Gordon-Levitt (“500 días juntos”, “Origen”) y Ben Kingsley (“Gandhi”), los VFX de Kevin Baillie (“The Flight”, “Need for Speed”)… todo al servicio de una historia en IMAX 3D.

Robert Zemeckis no es el primero en llevar a la gran pantalla las hazañas de este funambulista. En 2008 la Academia premiaba el documental de James Marsh sobre el mismo argumento, “Man on Wire”, y la comparación está servida. Algunas partes del relato se han podado para acelerar la trama: el equipo logra la hazaña en su primer viaje a Nueva York (realmente fueron necesarios tres viajes) y un golpe de suerte les sube directamente al último piso (no al 104º).

La reconstrucción digital de la ciudad de Nueva York, y en especial del paseo entre las Torres Gemelas, es un reto superado. Aunque a veces uno tiene la sensación de que tanto resplendor es un poco artificioso, que está “demasiado limpio”. El 3D sin embargo sí se usa con moderación, en los momentos en que la tensión dramática lo requiere (altura de las torres, contrapesos, etc). De hecho la película está grabada en 2D y convertida luego por Legend3D.

Cabe destacar lo simbólico de la narración del protagonista desde la Estatua de la Libertad (maravilloso el acento francés de Gordon-Levitt). Si aquella fue un regalo de Francia para conmemorar la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, la historia de Petit es otro regalo de un francés que simbolizará la pasión de quienes persiguen sus sueños a cualquier precio.
Mengo
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10
3 de enero de 2011
52 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando un niño nace, su madre lo educa y lo inscribe en su cultura oriunda. Aprende por imitación, no de un modelo sino de muchos. Necesita tener principios coherentes. Esto desarrollará su sentido crítico, y hará de su ser algo nuevo y único, capaz de pensar por sí mismo. Así aprende una persona.

Antes de que una máquina vea la luz, su creador programa un algoritmo que resuelva de forma mecánica un problema conocido. La máquina repetirá una serie de pasos de forma idéntica cada vez resolviendo el problema-tipo determinado, nunca uno nuevo. Así funciona una máquina.

No hay duda de que ambas cosas son útiles. Depende para quién. Una máquina ahorra tiempo y es perfecta. Pero qué es lo que queremos de nuestros estudiantes, ¿que sepan resolver problemas-tipo y que pasen por una carrera universitaria aunque la carrera no pase por ellos? Sin duda, esto generará estudiantes perfectos, estudiantes que no se planteen nuevos problemas y que no alboroten. ¿Aprobar o aprender? Es mucho más interesante y peligroso crear individuos que reflexionen, que entiendan, que apliquen toda su capacidad al resolver un problema y no que utilicen un método a manivela.

A menudo, convertirse en máquinas es la “opción fácil” para aquellos que estudian sin curiosidad ni vocación, presionados por un padre que proyecta sus metas y frustraciones en su hijo. O presionados por una familia degenerada por la pobreza. O víctimas de un director enemigo del progreso y de la vida, prisionero del tiempo. Factores que a veces harán desistir a más de uno: todo el mundo pensará que fue un suicidio. Nadie sabrá que fue un asesinato.
Aderezando este amasijo de ideas, la película nos recuerda conceptos tan olvidados como el Carpe Diem. Valores tan distorsionados como la amistad. Como el amor. Como el gusto por la vida.

Se trata de una película imprescindible para estudiantes y profesores, padres e hijos, pero su visionado es además es altamente recomendable para cualquiera porque la película lo tiene todo. Como una ópera de Bollywoood engloba todas las artes: teatro, música, danza, poesía, fotografía, iluminación, vestuario… Y destaca de sobremanera en todas ellas. Sin duda, un regalo para nuestros sentidos.
Mengo
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3
19 de julio de 2011
106 de 178 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Trainspotting” es para mí una de esas películas que esconden un misterio. Te la recomiendan varios amigos de distintos ámbitos como lo más de lo más. El argumento no desvela mucho pero no es malo y lees buenas críticas. La portada mola. ¡Tiene un 8,1 en FilmAffinity! No hay razón para no verla.

Así que un día decides dedicarle esos 90 minutos. Empieza la película más o menos acertadamente. Más menos que más. Al rato un tío se mete dentro de una taza del váter más asqueroso de Escocia y eso te produce tanto asco como gracia. Admiras la belleza decrépita de esta escena, pero pronto te das cuenta de que hace un rato que te estás aburriendo. Que los patéticos chistes no hacen gracia. Que te recuerda a “Snatch. Cerdos y diamantes” en su ritmo frenético, pero es si cabe aún peor. Y entonces te dices que 76.500 votaciones positivas no pueden estar equivocadas. Y sigues viéndola en parte por eso, porque mantienes la esperanza, y en parte porque te ha despertado la curiosidad saber si va a haber algún momento lúcido en la cinta. El metraje avanza y empiezas a pensar que no. Más chistes sin gracia, más drogas por aquí, ¿pero qué c*** habrá consumido la gente que le da notas tan altas a esta peli? Bueno, la música es buena. Vale, los actores no lo hacen mal (joder, ¿son unos actorazos de la ostia o tienen esa cara de panoli congénita?).Y se acabó la cinta. Por fin. Quizá haya habido un par de frases inteligentes en toda la película. Quizá solo una. ¿No me habré equivocado de cinta? Parece que no. ¿Pero entonces esa mierda de título que narices tiene que ver?

Entonces, como no te resignas a creer que todo el resto del mundo esté equivocado, después de plantearte entre el deseo y la risa que seas tú quién no esté a la altura de comprender tan gran obra maestra, te pones a leer críticas. ¿Será que habla de las drogas? ¿Será que refleja muy bien la realidad de la heroína? ¡¿Pero qué panda de chutados ha votado esta peli?! Buscas algo sobre “trainspotting”. Ah, es un juego de palabras entre “observar trenes” y “chutarse caballo”. Vaya, ahora le veo sentido: dos sinónimos de “echar a perder tu tiempo”.
Mengo
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8
16 de mayo de 2011
31 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo más sorprendente de la película es que después verás a Huxley (“Un mundo feliz”) como un tipo de lo más optimista. Nada de complejos regímenes totalitarios para conseguir la felicidad. Algo mucho más fácil y plausible, aquí va la receta para preparar nuestra propia “quimera en forma de otro mundo feliz, más sencillo”:

1) Machacar la “lucha por la supervivencia” como factor determinante en la teoría de la evolución. Filtrar la masa de modo que los individuos qué más se reproducen sean los más gregarios. Un buen cedazo es crear inseguridades y miedos en los individuos más formados. Otro tamiz aún más fino es premiar la vulgaridad como forma de vida loable. COMPLETADO

2) Ahogar a la masa en un caldo espeso de ocio en su forma más primaria. Algunas buenas ideas son: sexo, violencia, deporte. Probarlas también combinándolas entre sí. La idea es que el cerebro no tenga ganas de “pensar”. COMPLETADO

3) Rehogar la masa con ocupación personal: las horas del trabajo pueden aliñarse con interminables horas de transporte e inaguantables colas en hipermercados. Salpimentar el conjunto con preocupaciones gratuitas (véase “Cómo utilizar las noticias como cortinas de humo”). La idea es que si el cerebro tuviera ganas de “pensar”, no tenga tiempo. COMPLETADO

4) Regar finalmente todo con patrocinadores que financien este gran proyecto. Las grandes marcas harán el mecenazgo a cambio de amables lotes de publicidad intrusiva. Volcar el entretenimiento social en las empresas que mejor se defiendan en el ámbito publicitario redundará en mayores beneficios. COMPLETADO

5) Dejar calentar en el horno a 451ºF durante 500 años y… ¡tachán!

6) Listo para servir. La quimera, ese “animal mitológico de tres cabezas que escupe fuego por la boca” ya es una realidad, aunque las tres cabezas estén vacías y lo que escupa por la boca sea basura. La felicidad hallada en la ignorancia de una sociedad en la que las formas de manipulación social se han vuelto contra sí, produciendo individuos de estatura intelectual progresivamente menor.
Mengo
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