La primera condición para ver "Batman vs. Superman: El origen de la justicia" es dejar en la puerta de entrada a la sala del cine todos tus prejuicios. Olvidar toda crítica leída en internet y dejar a un lado la ponzoña de los famosos "haters". Una vez hecho esto, te encontrarás con una película muy atrayente en el aspecto visual, con acción de la buena, con algunas partes del argumento un poco tediosas pero, en líneas generales, dejando una buena impresión en el espectador.

La vi con mucho recelo puesto que sentía que los trailers me habían contado demasiado y temía en lo más profundo de mi alma que el veneno esparcido por la red en la que la catalogaban como el fiasco de DC fuera una amarga verdad. Dudaba de Batman pero fue espléndida su introducción. No le tenía ni un gramo de fe a Wonder Woman pero me sorprendió. Lex Luthor, aunque dista de su versión del cómic, cumplió con su objetivo en el film.

Como amante de los cómics y como cinéfilo consumado puedo asegurarte que he quedado satisfecho.

Es bastante agradable cuando una cinta evoca con cautela el éxito que tuvo su predecesora. Sin embargo, resulta poco simpático cuando se pone en evidencia que esta no es más que una copia con más destellos y efectos. Definitivamente, en este aspecto, la nueva triología supera a esta cinta simplemente por el hecho de proponer elementos nuevos.

Si eres un fan acérrimo -como yo- te sentirás emocionado al ver la pantalla inicial con el logo de "En una galaxia muy lejana...", a personajes tan entrañable como Han Solo y compañía, entre otros elementos variados. Pero una vez que se te quita la nostalgia te sentirás algo estafado y saldrás de la sala pensado: "¡Demonios! Vi el Episodio IV de nuevo".

Para esta entrega se pasaron por la entrepierna el dominio de la fuerza y se burlaron del legado de Darth Vader con un villano con aspecto débil y lleno de conflictos que no inspira ni una pizca de respeto.

Agradable visualmente pero demasiado larga para ser una copia. No fue un desperdicio el adquirir mi entrada con tanta antelación y el haberla esperado tanto. Pero, sinceramente, esperaba más.

En líneas generales, podemos decir que esta película es predecible; pero a su favor, vale recordar que podemos pasar un rato más que agradable y divertido viéndola. El soundtrack es genial hasta el tuétano y aunque me fui al cine decidido a no reír con chistes baratos, pues acabé soltando carcajada y media con las hilarantes escenas de Rocket y Groot.
Caramba, y vale decir, que no esperaba mucho de la actuación de Dave Bautista, pero me dejó con ganas de criticarle. Una actuación decente y cumplidora la de este señor.
En fin, más que recomendable para divertirse en familia viéndola.

Soy fanático hasta los tuétanos de Star Wars. De esos que aplauden con emoción al inicio de los créditos. Pero no puedo ocultar el sinsabor que me han provocado el episodio VII y VIII. Este último un poco menos que el anterior pero aún provocando agruras imposibles de imaginar.

La mística de la fuerza se ha ido al mismísimo demonio. Los hilos argumentales cambian abruptamente de la forma disparatada posible. Luke, sí, el gran Luke, el que derrotó a Darth Vader, la nueva esperanza, sí ese, hoy por hoy no es más que un ermitaño huraño e impresentable hasta medio pusilánime. Rey es una experta de la fuerza que acojona con solo tres lecciones y Kylo siendo lo mismo que en la película anterior: un inepto adolescente que abochorna con sus desquiciados complejos.

La película entretiene. Pero su desarrollo entristece y su final incomoda.

Quizás mi ojo se ha vuelto demasiado crítico o envejecí tanto que le he perdido el gusto hasta a las cosas más simples de la vida pero mi decepción es grande con esta nueva entrega.

Star Wars, termina ya. Por favor.

Un despropósito de explosiones, un centenar de motores y mares interminables de arena es todo lo que ofrece esta cinta. Me gusta el cine de acción pero esto es una tomadura de pelo olímpica. Sin argumentos ni diálogos con un villano extremadamente ridículo y un guitarrista con atuendo rojo. Quise entenderla pero sufrí una conmoción cerebral durante la función.

Más interesante hubiera resultado ver un perro persiguiendo su maldita cola.