El eterno problema de las películas donde se adereza el drama con toques de humor. Aquí el drama es potente, no apto para personas que hayan atravesado una situación difícil recientemente, y el humor no terminar de cuajar algunas veces. Pese a ello, la película es entretenida y las actuaciones correctas.
Quizá la cinta hubiera ganado un poco más si se concretase un poco más la evolución del personaje principal, ya que su desenlace se antoja un poco perezoso.

Entendemos que se hizo con mucha ilusión (y poco dinero), pero el resultado es un poco de vergüenza ajena, incluso en el sentido del cine de parodias. Los chistes están muy poco trabajados, y eso es lo peor, ya que el humor brilla por su ausencia. Es como un descarte de una película de Mariano Ozores.

Casi se podría decir que es una secuela de «La última llamada», aquella donde Halle Berry hacía de operadora de emergencias, intentando salvar a una secuestrada.
Aquí secuestran a su hijo, y en un punto de la película llama a otro operador, cerrando un particular círculo de situaciones límite.
Más allá de lo inverosímil que pueden llegar a ser algunas situaciones, la pelicula es entretenida y su ritmo no decae en ningún momento. Ideal para ver sin muchas pretensiones.

Interesante película que narra los chanchullos políticos y la corrupción que campea por sus anchas cuando hay dinero (público) de por medio. Su argumento es tan extrapolable a cualquier país corrupto, que de forma inconsciente restamos valor a lo que vemos en pantalla --quizás porque lo hemos visto ya muchas veces en la vida real--, pero no quita para que sea terrible. En este caso, las mordidas van a costa de una operación urbanística en un ciudad italiana.
Con marcado sabor italiano, a veces demasiado (música, ambientación, estética), la película no escatima en violencia. Dado que aquí no hay buenos ni malos, el espectador no llega a simpatizar con ninguno de los personajes, ya que todos miran por sus intereses y no les importa quitarse de encima cualquier obstáculo. Ante ese panorama tan podrido, parece que solo la lluvia puede limpiar la ciudad de Roma, aunque sólo sea por un día.

Lejos ya del terror de las primeras entrega, esta franquicia ha derivado a la parodia y al humor meta-referencial, lo cual ha limitado bastante sus resultados. Quizá esa deriva es del agrado de los productores y de su principal artífice, Don Mancini, pero si el objetivo es causar terror y risas, confirmamos que ni uno ni lo otro.
Ni entremos en el rocambolesco argumento, que no tiene sentido, y tampoco en la actuaciones, que son para dar de comer aparte. Solo se centra en recrear asesinatos, a cada cual más sangrientos.
No estoy seguro hasta qué punto puede llegar a ser rentable seguir produciendo más secuelas, puesto que cada una de ellas va enterrando cada vez más el legado de una de las mejores películas de género de su época.